En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
¡Hola !
En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
¡Hola !
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
Una década atrás, mientras estudiaba en Estados Unidos, la politóloga Rosario Queirolo presentó un proyecto de investigación para su doctorado en el que planteaba que en América Latina se venía una ola de gobiernos de izquierda. Al principio, su tutor no se mostró convencido con esa idea. En ese momento, Hugo Chávez en Venezuela, Lula da Silva en Brasil, la Concertación en Chile y la posibilidad real de que el Frente Amplio ganara en Uruguay eran los pocos casos que sustentaban su idea.
, regenerado3
¡Registrate gratis o inicia sesión!
Accedé a una selección de artículos gratuitos, alertas de noticias y boletines exclusivos de Búsqueda y Galería.
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
Queirolo investigó por qué se dio este cambio y qué llevó a los electores a votar partidos de izquierda.
“Se decía que esto mostraba que los votantes latinoamericanos castigaban las reformas del Consenso de Washington, que estaban contra las reformas neoliberales y que querían gobiernos más socialistas”, comentó Queirolo. Pero la investigadora no estaba convencida de que esa fuera la razón del cambio.
En el libro “The success of the left in Latin America” (El éxito de la izquierda en América Latina), publicado por The University of Notre Dame Press, Queirolo plantea que la gente “no está pensando” en qué papel puede llegar a tener el “neoliberalismo” en las políticas públicas. “La gente quiere alternancia en el gobierno y castiga a los partidos que no dan lo que la gente necesita, que es trabajo, buena calidad de vida, bajos niveles de pobreza”, comentó al presentar el libro en Uruguay el jueves 18 en la Universidad Católica.
Queirolo se preguntó qué prima en las decisiones del votante: si un “mandato de políticas” o un “mandato de resultados”. “Mi argumento es que lo que prima es el resultado, que las cosas anden bien. Y por lo tanto, castigan a los partidos que dan malos resultados.(...) En ese contexto, la izquierda pudo capitalizar esto” porque aparecía como el partido más “creíble”. Aclaró, no obstante, que esto no quiere decir que siempre la izquierda es la que puede capitalizar los votos. “Es decir, frente a dos posiciones creíbles no necesariamente gana la izquierda”, afirmó.
“Los votantes son racionales, castigan cuando las cosas no les gustan y recompensan de la misma manera”, comentó a Búsqueda.
El segundo giro.
La presentación del libro estuvo a cargo de los politólogos Luis Eduardo González, director de Cifra, y Rafael Piñeiro, investigador de la Universidad Católica.
“El primer giro a la izquierda, en los últimos 70 años, fue desde mediados de los 60 a mediados de los 70”, dijo González. “Tendemos a pensar que somos únicos, pero no. El primer giro a la izquierda ocurrió en muchos lugares y de distinta manera, y nosotros lo tuvimos pero no de manera benigna”.
Tomando como base lo que sostiene Queirolo en el libro, González afirmó que el “giro ocurrió porque el electorado estaba crecientemente insatisfecho con el gobierno” de turno y la izquierda era la “única cosa no contaminada nueva, y en muchos lados era la única” alternativa.
Agregó que hay una “conclusión terriblemente paradójica” y es que la izquierda llegó al gobierno “en ancas de la famosa democracia burguesa que por los años 60 y 70 desdeñaba”.
El director de Cifra analizó lo que puede pasar en el futuro. “Al principio del libro hay un mapa que muestra una situación de gobierno de la izquierda hacia 2010, y se ve que de los 17 países de América Latina, diez eran gobernados por la izquierda. ¿Y hoy qué pasó? En Guatemala marchó, en Paraguay marchó, entonces de diez quedan ocho. Si me permiten un pronóstico arriesgado, Argentina no está seguro el año que viene, quedan siete, y sobre doña Dilma (Rousseff, en Brasil) no sé cómo le irá y creo que (Tabaré) Vázquez puede ganar o perder. Si por alguna razón perdieran doña Dilma y Vázquez, quedan cinco, entonces ya está bien iniciado el giro en la dirección contraria. Si eso no ocurre, deberíamos esperar siete, seis, así que tenemos un giro”.
González afirmó que el giro a la izquierda “no ocurrió porque la gente se volvió a la izquierda, sino porque era la única salida aceptada para un montón de gente. Eso de que la gente se vuelve de izquierda es una cosa muy de intelectuales”.
Siguiendo este razonamiento, González dijo que si se da un nuevo giro, no hay que pensar que sea de derecha. “Lo que ocurre es que la gente ya no está satisfecha, quiere otra cosa, o una cosa distinta o quiere más”, explicó.
Piñeiro, en tanto, citó al politólogo Donald Stokes, quien sostiene que las “campañas importan poco, ya que la gente vota por confianza y si le va bien al dirigente lo vota”.
Queirolo dijo que no sabe qué pasará con esta ola de gobiernos de izquierda. Recordó que “muchos de estos partidos fueron reelectos” y culminó su trabajo con una cita de Arthur Schlesinger, de su libro sobre historia americana: “La disconformidad es una enfermedad moderna, también es una semilla del cambio político. Las personas nunca pueden estar satisfechas por un tiempo largo ni en la esfera pública ni en la esfera privada; probamos uno, después probamos otro y la frustración atrae el cambio. Más aún, por más exitoso que sea un proceso de cambio para solucionar ciertos problemas, cuando nuevos problemas surgen ese proceso falla. Y siempre habrá nuevos problemas y eso inevitablemente genera la necesidad de cambio. Siempre vendrá, después de un período, un tiempo de cambio”.