Para no cargosear tanto con la política, esta semana me puse a mirar por encima de ese muro que nos tiene capturados desde que empezó la zafra electoral el año pasado.
Para no cargosear tanto con la política, esta semana me puse a mirar por encima de ese muro que nos tiene capturados desde que empezó la zafra electoral el año pasado.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEn realidad, las primeras columnas de este escriba, hace casi cinco décadas, eran sobre temas variados, principal, pero no exclusivamente, políticos.
Y, como muchos de ustedes, estoy un poco saturado de tanta política (y politiquería, también) por lo que me decidí a orientarme para otro lado.
Encontré un terreno fértil en la superatención que el planeta le está dando a todo lo que rodea el medio ambiente.
En este ámbito hay literalmente de todo: desde el calentamiento global, la pequeña y mediática Greta Thunberg, las recomendaciones a los emisores de gases invernadero que nunca cumplen lo que prometen, hasta los recolectores de colillas de cigarrillos en las playas, los protectores de tortugas despistadas, y los recicladores de todo lo existente para transformar lo que ya no sirve para nada en algo que sirva para algo.
Al costo que sea.
Como por ejemplo las ONG. ¡Qué tema, las oenegés!
Las hay bienaventuradas, radicales, piadosas, sesgadas, curreras, sacrificadas, paternalistas, asistencialistas, bienintencionadas, despistadas.
Para todos los gustos.
Tomemos un par de casos al azar.
Tenemos por ejemplo la ONG Le Joli Papier, creada e integrada por Farruca Mesó Braltiempo, española, residente desde su juventud en Uruguay, casada con Maneco Elha Cendado, y por Chiringuita Nosek Eacer, oriental, viuda, heredera de las estancias y cabañas El Porvenir, criadora de caballos árabes y ovinos de la raza Corriedale.
Farruca y Chiringuita se conocieron en el Spa Perfect Body, y salen con frecuencia a tomar el té. Una tarde, mientras saboreaban un Earl Grey con scons en Floral Teatime, un salón de té de Carrasco, decidieron hacer algo por el planeta.
Dueñas de una extraordinaria creatividad (además de otras valiosas posesiones) empezaron a recolectar semillas estériles de anacahuita, fresno y liquidámbar, un caducifolio de poco mantenimiento. Al llegar a una cantidad considerable, procedieron a moler estas semillas en morteros de mármol, poniendo luego a secar las semillas molidas al sol. Cuando estuvieron bien secas, las mezclaron con aguas servidas debidamente filtradas, a las que se había procedido a depurar de bacterias y microbios, logrando así una pasta uniforme. La pasta fue luego planchada en capas finas y cortada de manera prolija en forma de pequeñas hojas de papel orgánico, con las que estas nobles damas armaron y encuadernaron libretas y blocks de uso escolar.
Farruca y Chiringuita asistirán a la puerta de varias escuelas públicas ubicadas en zonas desfavorecidas el primer día de clases (siempre que no haya paro de maestros y maestras) y donarán las libretas a los niños.
Un caso de generosidad, desprendimiento y protección medioambiental digno de imitar.
Tenemos también otros casos dignos de mención.
Tal el de la ONG Los Pichichos Cazadores, creada por Amanda Lepetitchien y Marcelina Doggybag, dos amigas amantes de los perros y con una clara vocación de servicio caritativo en favor de los cánidos menos favorecidos.
La dos amigas circulan por los barrios de la ciudad, recogiendo a los perritos más desgraciados, preferentemente cachorros, alojándolos en la chacra de Amanda, sita en la zona de Melilla.
Allí estas dos generosas damas, ayudadas por los peones de la chacra, entrenan a los perritos como cazadores de murciélagos en los galpones de las estancias, bichos que han aparecido recién en nuestra campaña en cantidades inesperadas y que son transmisores de toda clase enfermedades, incluyendo el coronavirus.
En este caso las orientadoras de la ONG no los regalan a los pichichos, sino que los venden, pero a precios muy módicos, y con la suma que reciben proceden a financiar el mantenimiento de la organización y a adquirir medicamentos veterinarios para curar a los que vienen lastimados.
Por último, les comento acerca de otra ONG. Se llama La Licuadora y está compuesta por estudiantes de ciencias de la comunicación de varias universidades, que se dedican a recopilar programas políticos presentados por candidatos de diversos partidos a las elecciones nacionales y departamentales desde 1942 hasta la fecha.
Los muchachos seleccionan diversos campos de acción, tales como seguridad, salud pública, economía y educación en las nacionales, y recolección de residuos, iluminación, reparación de vías públicas y limpieza de las playas en las departamentales.
Munidos de unas eficientes tijeras cibernéticas, los integrantes de la ONG recortan y pegan en sus computadoras los proyectos de mejoras, progreso, avances significativos y solución de graves problemas y carencias, propuestos por blancos, colorados, frentistas, socialistas, comunistas, cabildantes, independientes, ambientalistas, partidodelagentistas, entremezclándolos y resumiéndolos en textos uniformes, de manera que puedan ser usados indiferentemente por cualquiera de ellos en las próximas elecciones.
La demanda que tienen es grande, en particular porque en los textos que preparan dejan espacios libres para que los candidatos puedan incorporar en ellos sus nombres propios o los de los partidos, sectores y subgrupos que integran, personalizando así la propuesta como si fuera original, redactada por ellos.
Nadie podría jamás detectar que las propuestas no son si no un refrito de los versos con los que los candidatos de todos los partidos y grupos políticos nos vienen sanateando desde tiempos inmemoriales. Ellos, todos ellos, siempre han querido, quieren, y querrán lo mejor para nosotros.
Y yo que les dije que no iba a hablar de política…