La introducción de cambios respecto al tratamiento tributario de las rentas de dividendos y utilidades fictos de las personas físicas y de los no residentes, tal como está redactado en el proyecto de ley de la Rendición de Cuentas que envió el Poder Ejecutivo al Parlamento “afecta la confianza a la hora de invertir” y “preocupa” a los empresarios.
Así lo dijo a Campo el presidente de la Cámara Mercantil de Productos del País, Eduardo Díaz, en alusión al concepto de “retroactividad” a ser considerado en la liquidación de algunos impuestos.
En cuanto al negocio agrícola, ese empresario rescató algunas “fortalezas” de Uruguay, como la seguridad jurídica, el know how en ese sector, la disponibilidad de tierras y la inversión registrada en maquinaria, plantas de silos y transporte.
Mientras que entre las “debilidades” figuran el rendimiento productivo de la soja, que es “poco competitivo”, el “mal estado” de la red vial para el transporte y los costos internos, consideró.
Díaz, que es gerente general de la empresa granelera Cargill, advirtió que la “subutilización” de los equipos de cosecha, de los silos, del transporte y de los puertos, debido a la caída de los volúmenes de producción de granos en los últimos dos años, genera “pobres niveles de retorno sobre las inversiones” y “es poco motivante” para planear nuevas inversiones.
A continuación un resumen de la entrevista.
—¿Cuál es el panorama para el negocio agrícola? ¿Cuáles son las fortalezas y las debilidades para esa actividad en Uruguay?
—En el mediano plazo tengo una visión optimista. Producimos alimentos que resultan determinantes para la movilidad social que se está dando a escala mundial. Esto nos asegura que vamos a tener demanda de nuestra producción.
En el corto plazo estamos en una coyuntura difícil. Es la primera vez desde comienzos del boom agrícola uruguayo en la que se han combinado reducidos precios de soja y trigo con bajos rendimientos. Eso dejó como resultado dos ciclos agrícolas con ecuaciones económicas en rojo.
Ahora tenemos por delante un ciclo donde la relación entre costos y el precio de soja es positiva. Y quedará por despejar la variable producción.
Entre las fortalezas considero la seguridad jurídica. Hay respeto por el cumplimiento de las normas y en el caso puntual de negocio de granos hay respeto por los contratos de negocios futuros.
También destaco el know how, que en los últimos cinco años ha crecido en la incorporación de conocimientos de todos los operadores de la cadena. Hubo inversión de última generación en maquinaria agrícola, plantas de silos y de transporte para los actuales volúmenes de producción para crecer 30% en los próximos años.
Otro aspecto favorable es la disponibilidad de tierra para la siembra de cultivos. No necesitamos desmontar áreas forestadas. Las distancias son relativamente cercanas a los puertos. El 80% de nuestra producción está a 250 kilómetros de los puertos.
El sistema financiero cuenta con buena liquidez y accesibilidad, tanto en volumen de créditos como en tasas de interés, lo que permite financiar el ciclo agrícola.
Los puertos son una fortaleza, con la incorporación del puerto granelero de Montevideo, que aporta para completar los embarques que se cargan en el de Nueva Palmira.
Y entre las debilidades está el rendimiento en las chacras, en kilos de granos por hectárea. Claramente, el nivel de producción actual de soja está resultando poco competitivo. Necesitamos estabilizar la productividad media del país en 2,4 a 2,5 toneladas por hectárea.
Es necesario mejorar el posicionamiento comercial del trigo uruguayo. Esto es crítico para dar sustentabilidad al sistema agrícola. Es preciso contar con una gramínea en la rotación con soja en los campos para el cuidado del suelo.
El componente de clima y suelos es muy desafiante, comparado con otras geografías. Eso está resultando en parte una limitante de los rendimientos productivos.
Otra debilidad son los costos, básicamente el costo del combustible, ya que la producción agrícola es muy demandante de ese insumo para las labores de siembra y cosecha, además del transporte de los granos.
La diversidad de ambientes es un punto débil, porque nuestros suelos son heterogéneos y demandan un mayor foco en el gerenciamiento por ambiente que el que existe actualmente.
También incluyo entre las debilidades la infraestructura, las rutas y los caminos secundarios. Y el mal estado de la red vial afecta por los costos de los fletes.
Hay problemas con los canales de acceso a los puertos. Necesitamos disponer de una profundidad de 10 metros en el puerto de Nueva Palmira y de 13 metros en el de Montevideo. Esto tiene impacto directo en el precio de nuestros granos.
—¿Cuáles son los factores de incertidumbre respecto a las condiciones para invertir en el agro uruguayo?
—Como en cualquier geografía, cuando se realizan inversiones, las mismas están basadas en necesidades reales del mercado o en potenciales de acuerdo con la visión del crecimiento futuro de la producción.
Muchos de los actores de la cadena hemos sido agresivos a la hora de invertir. Y hoy frente a la caída de los volúmenes de producción en la últimas dos campañas agrícolas, las inversiones están subutilizadas.
Esto se está dando en el caso de los equipos de cosecha, transporte, plantas de acopio y puertos. Genera pobres niveles de retorno sobre las inversiones, resultando poco motivante pensar en nuevas inversiones hasta que tengamos un nuevo crecimiento de la producción.
—¿Qué temas generan preocupación a los empresarios del sector en cuanto a las definiciones políticas del gobierno actual?
—Nuestro sector ha crecido basado en sus fortalezas. La ley de inversiones apalancó muchas de las inversiones que hoy le dan soporte a la producción. Ahí el gobierno jugó un papel importante.
Hoy estamos frente a la expectativa de adecuar normas criticas para el comercio de granos, como son por ejemplo la norma de futuros y derivados y la de precios de transferencias.
Por otro lado, vemos con preocupación la inclusión dentro del proyecto de Rendición de Cuentas de una ley de dividendos y utilidades fictos, ya que como está redactada afecta la confianza a la hora de invertir.
Eso digo por tener retroactividad sobre resultados de ejercicios fiscales pasados. Esto claramente preocupa, dado que se da en un contexto de necesidades presupuestales.