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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEl lunes de Carnaval, bajo una intensa lluvia y un día excepcionalmente gris, tres jóvenes fueron sentenciados a dos años de prisión por comercializar estupefacientes (cannabis) en el Juzgado Penal de San José. Uno de ellos es mi hijo de 24 años y me consta que es una persona tranquila y que no ha hecho daño a nadie y para desmitificar la cuestión, no viene de un contexto crítico.
¿Cómo es que la Justicia hace alarde de su lucha contra el narcotráfico al procesar a unos gurises por comercializar sus flores de cannabis en un departamento del país donde muchos consumen, pocos autocultivan y no hay una farmacia que expenda la sustancia? ¿Qué legislación toma en cuenta la realidad de la situación en que vivimos? ¿Por qué a diez años de la Ley de Regulación del cannabis no se han hecho las modificaciones necesarias para tomar en cuenta el lugar que el “mercado gris” ocupa donde el Estado deja un espacio vacío?
Hoy me toca la fibra más íntima y ante tanta impotencia y dolor me surge la pregunta para cada actor de la Justicia y de la sociedad: ¿qué harías si fuera tu hijo? ¿debería resignarme a la sentencia?
Cuánta indiferencia, endurecimiento y pasividad encuentro en nosotros. Con qué facilidad juzgamos lo incorrecto sin mirar de dónde viene ese individuo que transgredió los límites, en una multitud que no lo comprende, no lo contiene y lo señala, excluyéndose a la desértica tierra del olvido y penitencia.
Apelo a los corazones de los jueces, fiscales, abogados, policías y a la sociedad misma para revisar qué estamos haciendo con nuestros jóvenes.
Con esto no quito responsabilidad por haber obrado fuera de la ley, sino que aspiro a una mirada más humana para dictaminar la sentencia, pues dos años de prisión directa parece ser excesivo respecto al delito, ya que no existen antecedentes penales y no hubo daño alguno a terceros.
¿Es que estos chicos imputados son la pantalla para la lucha contra las drogas, podemos catalogarlos de narcotraficantes? ¿O es que estamos tratando de tapar el sol con un dedo? ¿Cómo es que los actores de la Justicia y los legisladores pueden dormir en paz al ser partícipes de la injusticia y el dolor que de ello deriva?
Agradezco a todos aquellos que me han dado apoyo en este difícil momento.
Si te sientes tocado por mis palabras te pido que compartas esta carta para que se haga oír y llegue a donde tiene que llegar.
Vanina Testa