La Real Academia de las Ciencias de Suecia concedió este lunes 14 el Premio Nobel de Economía al indio Abhijit Banerjee, a la francesa Esther Duflo y al estadounidense Michael Kremer por su enfoque experimental en el combate a la pobreza y la promoción del desarrollo y del capital humano, según el comité que elige desde 1969 a los ganadores. Banerjee y Duflo son profesores en el Massachusetts Institute of Technology (MIT), son pareja y tienen un hijo juntos. Kremer es profesor en la Universidad de Harvard. Duflo es, además, la segunda mujer en recibir el Nobel de Economía, después de Elinor Otrom, y también a sus 46 años de edad es la más joven entre todos los premiados.
“Pese a la mejora de los estándares de vida, más de 700 millones de personas aún subsisten con ingresos extremadamente bajos. Cada año, unos cinco millones de niños menores de cinco años mueren por enfermedades que podrían ser prevenidas o curadas con tratamientos no caros. La mitad de los niños del planeta deja la escuela con capacidades básicas de lectura y aritmética”, destaca la nota de la Academia sueca.
Los aportes de los economistas premiados este año dan “respuestas fiables, concretas y sensatas” a estos problemas, dijo a Búsqueda Ana Balsa, doctora en Economía por la Universidad de Boston y profesora de tiempo completo en la Universidad de Montevideo (UM).
Los autores demostraron que el mayor problema educativo es que “ni la pedagogía ni el currículum se han adaptado al influjo masivo de estudiantes que han ingresado a la educación”, afirmó Balsa
En primer lugar, según la economista uruguaya, sus colegas galardonados “bajan a tierra” la pregunta de cómo mejorar el capital humano en países pobres. La investigación de Duflo, Banerjee y Kremer “cambió el foco hacia la identificación de políticas que funcionan, descompuso la megapregunta de cómo salir de la pobreza en tópicos más concretos y manejables”, indicó Balsa. Por ejemplo, se plantearon si para mejorar la educación conviene reducir el tamaño de clase, dar más recursos a las escuelas, ofrecer tutorías a alumnos rezagados académicamente o cómo bajar el ausentismo docente.
Con su trabajo, los economistas también ayudaron a entender las razones por las que los países tienen problemas para salir del subdesarrollo y en tal sentido identifican importantes imperfecciones de mercado, barreras comportamentales y fallas de gobierno. Por último, la investigación se enfocó en el uso del método experimental para identificar efectos causales y entender los mecanismos que operan detrás de un programa aplicado a una política pública.
Al explicar el trabajo premiado, Balsa aseguró que la mayoría de las investigaciones de Duflo, Banerjee y Kremer se desarrollaron en países de “muy bajos ingresos”, como Kenia o India. Uruguay es de renta alta, según la clasificación del Banco Mundial, y como tal carece de algunos problemas de los países de renta baja estudiados por estos autores.
En cambio —siempre según la economista—, la investigación premiada tiene “aplicaciones sumamente relevantes en el ámbito educativo de Uruguay” y en la identificación de “barreras comportamentales” como trabas al desarrollo en otras áreas.
Licenciada en la Universidad de la República, Balsa también trabaja como economista para “buscar soluciones a la pobreza”, abocada a diseñar políticas innovadoras a través del llamado método experimental e introducir herramientas de economía del comportamiento enfocada en algunos de los temas por los que Banerjee, Duflo y Kremer recibieron el Nobel de Economía.
“Profundas lecciones”
En el área educativa, Kremer y varios coautores sostienen que dotar de mayores recursos al sistema educativo —como libros o pagos por resultados a las maestras— “no necesariamente mejora los aprendizajes y el progreso académico”, sostuvo Balsa. Tampoco Banerjee y Duflo encuentran que extender el año escolar o gastar en libros de texto promueva los aprendizajes, agregó.
En cambio, continuó, sus investigaciones revelan que las intervenciones que se focalizan en mejoras pedagógicas, y “en especial las que dan apoyo a niños rezagados académicamente” resultan más efectivas para transformar su trayectoria educativa. También tienen impactos positivos aquellos programas que se concentran en “mejorar la gobernanza” y la rendición de cuentas de los centros educativos.
En ese sentido, en estas investigaciones “hay profundas lecciones a aplicar en el sistema educativo uruguayo”, aseguró la economista, atenta al momento político electoral del país.
Los autores demostraron que el mayor problema educativo es que “ni la pedagogía ni el currículum se han adaptado al influjo masivo de estudiantes que han ingresado a la educación”, afirmó Balsa. Agregó que si bien en los países de menor renta este influjo ha sido mayoritariamente en la educación primaria, en Uruguay el fenómeno se ha dado sobre todo a nivel de la educación media, Secundaria y UTU.
Con su trabajo, los economistas también ayudaron a entender las razones por las que los países tienen problemas para salir del subdesarrollo y en tal sentido identifican importantes imperfecciones de mercado, barreras comportamentales y fallas de gobierno.
De hecho, en un trabajo reciente sobre la UTU con otros coautores, Balsa constató que “las generaciones más nuevas de estudiantes de UTU provienen de contextos familiares de menor nivel educativo, donde la probabilidad de ser la primera generación que transita por la educación media es más alta”.
“En estas condiciones, inyectar de más recursos al sistema y proveer de más plazas no basta para garantizar aprendizajes”, señaló Balsa en línea con los autores premiados. “Se vuelve clave trabajar en la calidad educativa y en la atención diferencial a los estudiantes más rezagados para poder vislumbrar progresos”, concluyó la especialista, para quien “esta es en parte la receta que usaron los liceos gratuitos de gestión privada” que funcionan en Casavalle.
Los resultados de varias evaluaciones de impacto muestran que los alumnos de estos liceos logran “notorias mejoras en su vida académica”, destacó Balsa. Añadió que un elemento que caracteriza a estos liceos es “el esfuerzo por crear, experimentar y evaluar un conjunto de dispositivos desplegados con el fin de retener a los estudiantes, lograr que aprendan, y en caso de dificultades de estudio, ofrecerles apoyos y soluciones diferenciales”, adecuados a sus casos.
El reciente premio al mejor docente uruguayo entregado por la Fundación Reaching U “reveló también que hay muchos docentes en centros educativos públicos en Uruguay que están usando pedagogías innovadoras para adaptar la currícula a las nuevas generaciones de estudiantes y favorecer sus aprendizajes”, apuntó Balsa. Empero, para la experta es preciso “generalizar estas prácticas y extender la atención diferencial de aquellos estudiantes con rezago”.
Otro aprendizaje de la investigación de los premiados con el Nobel, según la experta, refiere al tracking o la práctica de agrupar estudiantes por niveles similares de rendimiento. Observó que “si los estudiantes más destacados en una clase influyen positivamente sobre el resto, dividir las clases según el rendimiento puede desfavorecer a los que están más rezagados y aumentar la inequidad”. Sostuvo que esta también ha sido una de las críticas contra los liceos privados gratuitos.
Sin embargo, Banerjee, Duflo y Kremer “demuestran que el tracking tiene un efecto positivo porque contribuye a que los docentes enseñen mejor al nivel de los estudiantes”, añadió Balsa. Según la investigación, “el efecto de ajustar la enseñanza al nivel de los estudiantes que resulta del tracking, prevalece sobre el potencial efecto negativo de pares”.
“Fuente de inspiración para académicas”
Finalmente, Balsa destacó que el Premio Nobel tiene también “un efecto más indirecto” sobre la comunidad de mujeres en la academia, en especial en Uruguay, donde investigaciones recientes indican que las académicas aún enfrentan un “techo de cristal” en la probabilidad de ser promovidas. De hecho, Duflo es la segunda mujer en recibir el Nobel de Economía y la economista más joven entre todos los que han recibido el premio. En la historia del Nobel en general, solo 53 mujeres lo han recibido, frente a 866 hombres.
“La entrega de este premio a Duflo constituye una fuente de inspiración y aliento para todas las mujeres que nos dedicamos a la producción de conocimiento y en particular a quienes trabajamos en los problemas de desarrollo y capital humano”, cerró Balsa.
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