Nº 2222 - 27 de Abril al 3 de Mayo de 2023
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáHace poco más de un año el mundo parecía haberse vuelto loco con la guerra en Europa. Algunas de las más prestigiosas publicaciones económicas advertían del riesgo de una hambruna extendida por el mundo, por la guerra, y vaticinaban terribles penurias para los consumidores, con precios de productos e insumos muy altos y los consiguientes impactos inflacionarios por doquier.
Un año después, la temida hambruna no se materializó ni tampoco los temidos impactos en los precios de las materias primas agropecuarias, más bien ocurrió lo contrario. Empecemos por el trigo y la cebada, granos que se empezarán a plantar en Uruguay en las próximas semanas. En la actualidad estamos más cerca del precio más bajo del año que otra cosa, con un mercado que se siente cómodo con el abastecimiento actual —a pesar de la guerra— y que espera con calma la llegada de la próxima cosecha en el hemisferio norte.
Y conviene aclarar que no es que sobre trigo en el mundo, porque la relación stock-consumo es más o menos la misma que hace un año, sino que nos acostumbramos a calibrar mejor, sabiendo que al contar con esas existencias el mundo no pasará hambre.
Para el agricultor uruguayo, menores precios no necesariamente quiere decir malos negocios, ya que los precios de los insumos son menores que en la campaña anterior y, por otro lado, los precios parecen no seguir en una espiral descendente como sí lo hicieron durante los últimos meses de 2022. No se planta con precios estelares, pero tiene razonables chances de lograr un negocio aceptable.
Con la soja el panorama es diferente: si Estados Unidos logra un verano sin sobresaltos, y con Brasil pisando a fondo el acelerador en su producción agrícola, podemos tener enfrente una cosecha muy grande, que el mercado internacional no está en condiciones de absorber fácilmente.
Esto nos plantea un desafío importante, porque para la agricultura uruguaya la soja es una pieza clave. Tal vez sea momento de pensar en quebrar el fetiche de los ciclos productivos y vender lo que se pueda a buenos precios antes de que corrijan. No es una costumbre que el agricultor uruguayo tenga en sus genes, porque él primero que nada quiere ver nacer el cultivo y luego piensa en venderlo, pero tal vez sea el año de ponerse innovador en la comercialización, para “asegurar los tantos”.
Lo bueno de la coyuntura es que los precios de muchos insumos ajustaron de forma importante a la baja, especialmente los fertilizantes. Si bien la sequía complicó mucho el contexto productivo, la resiliencia del sector agropecuario es otra, y aunque costará salir, lo que importa es preservar la máquina funcionando.
La economía mundial no está en su mejor momento, lo importante es que no nos incorpore ruido que nos haga bajar otro escalón. Por eso es importante captar el precio y asegurar el margen cuando se puede, si no, la carrera se hace excesivamente larga y azarosa.
(*) Asesor privado