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Los ciudadanos latinoamericanos cada vez son más “propicios a alternar el poder” y sin ningún drama pueden poner en el gobierno a un partido de derecha o uno de izquierda. Ambas concepciones ideológicas compiten, por tanto, en una “cancha más pareja” y en momentos en que hay una fuerte crítica al poder político que pone en “aprietos al tradicional sistema de partidos”.
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Esta es una de las conclusiones que forman parte de la nueva edición del Latinobarómetro, una investigación que abarcó 18 países de América Latina e implicó 20.200 entrevistas. El estudio, presentado el viernes 27, es realizado por la Corporación Latinobarómetro, una organización no gubernamental con sede en Santiago de Chile. En Uruguay, el relevamiento de datos fue realizado por Equipos.
Según el informe, desde hace ya cinco años hay “datos preocupantes” respecto a la democracia. De hecho, hoy América Latina es “una de las regiones con un declive democrático a estas alturas reconocido”.
Es que por quinto año consecutivo el apoyo a la democracia en la región no mejoró. Cayó un punto porcentual respecto a 2016 ubicándose en el 53%. Esto a pesar de la mejora en el crecimiento económico en el mismo período, dice el informe.
En la introducción de la investigación se plantea que no se puede ignorar cómo influyen en América Latina acontecimientos en otras partes del mundo. Los autores mencionaron que las elecciones en Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania y Austria muestran una tendencia en un mismo sentido: “Los votantes de los países toman cada día menos en cuenta el mundo que los rodea y basan su comportamiento en el mundo inmediato en el que viven sus experiencias a diario”.
En América Latina se dieron “cambios importantes”, escribieron. Latinobarómetro encuentra dos situaciones que marcan ese cambio.
Por un lado, se dan continuidades en el gobierno como en el caso de Ecuador o alternancia como en Argentina. “No hay explicaciones blanco y negro, no se trata de la simple derrota de la izquierda, ni tampoco del advenimiento de la derecha”, sostuvieron los autores. “Las pérdidas electorales de la izquierda a ambos lados del Atlántico pueden ser interpretadas como una simple derrota de la izquierda. Al mismo tiempo, al mirar otras opiniones, actitudes y comportamientos de los latinoamericanos se pueden esbozar otras hipótesis más complejas. ¿Acaso lo que estamos observando no es la reacción, la pausa, que se produce cuando hay grandes avances, como lo plantea (Hannah) Arendt?”.
La segunda explicación de los cambios se da por los “notables avances en la autoexpresión de sus ciudadanos”, crecimiento económico, disminución de las tasas de fertilidad, atomización de las familias y acceso a bienes de consumo por partes significativas de la población.
“Todos esos fenómenos implican cambios, avances en el camino a sociedades cada día menos tradicionales, cada día más abiertas”, opinaron. Esos avances producen “algunos cambios hacia gobiernos de derecha en la región que no se trata de un cambio de ideología, sino más bien de un alejamiento de las ideologías. Hay más indiferencia en el tipo de régimen, menos personas se ubican en la escala izquierda-derecha, con varios indicadores que muestran mayor lejanía. Ello produce a su vez mayores niveles de pragmatismo en las viejas ideologías, que buscan la permanencia en el poder más allá de los principios”, dice el informe.
Los autores advirtieron en el documento que la pausa que se puede generar en los avances en la región lleva a un “alejamiento de las ideologías, lo que puede producir mayores dificultades de gobernabilidad, fragilidad de las mayorías en los Parlamentos, menos posibilidades de producir más cambios”.
Para la organización, las elecciones presidenciales muestran “que los ciudadanos de la región están más propicios a alternar el poder, asunto que ya sucede sin dramatización. La derecha después de 30 años ha ido matando el lastre de las dictaduras y vuelto a tener mayorías para ganar el poder político. La izquierda ha tenido la oportunidad de gobernar y mostrar su capacidad de desempeño.(...) Hoy la derecha y la izquierda compiten en una cancha más pareja que al inicio de la transición, poniendo a prueba el sistema de partidos”. Además, la izquierda “perdió el halo de superioridad moral que le daba ventaja al inicio de la transición, entrando como un competidor más a la cancha, y a veces siendo reemplazada también por independientes”.
Policía y Fuerzas Armadas.
En esta situación, desde 2010 los gobiernos de la región han perdido aprobación en todos los países. “Los pueblos quieren mucho más de lo que reciben. A la izquierda y la derecha las están llevando al pizarrón, sin miramiento.(...) Los gobiernos no están haciendo suficiente según los ciudadanos y eso se oye fuerte y claro en estos datos”, advierte el informe.
La aprobación de los gobiernos, en promedio, se ubicó en el último informe en el 36%. En 2009 se ubicaba en el 60%. En el caso de Uruguay, está en el 41%.
En cuanto al apoyo a la democracia, Venezuela es el que registra el mejor número: 78%. Uruguay está en segundo lugar, con 70%.
Cuando se consultó si la democracia es el mejor sistema de gobierno, Uruguay ocupó el primer lugar, con 84% de respaldo a esa frase. También está primero cuando se preguntó respecto a si está satisfecho con la democracia: 57%.
Otro de los aspectos evaluados es cuáles son las instituciones que mayor confianza generan en cada país. En el caso uruguayo, las Fuerzas Armadas y la Policía son las que presentan el mayor índice de confianza: 59% cada una. Luego le sigue la Corte Electoral con un 51%. Por debajo del 50% aparecen la Iglesia y el Poder Judicial, con 41% cada uno, el gobierno con el 39%, el Parlamento 34% y los partidos políticos con 25%.