Nº 2253 - 30 de Noviembre al 6 de Diciembre de 2023
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEl agro argentino está terminando un período en el que se sintió discriminado y ninguneado, con la lógica esperanza de empezar una nueva época. Los gobiernos peronistas sistemáticamente han mantenido una política diferencial y discriminatoria a través de la cual han captado recursos abusivamente de la producción agropecuaria que sostiene un gasto paquidérmico mientras intentan una industrialización proteccionista, rémora de una antigua política de sustitución de importaciones que tiene un costo fiscal y de proteccionismo que es uno de sus tantos lastres que inmovilizan al país vecino. La esperanza del sector a partir del 10 de diciembre es recuperar un tratamiento igualitario que libere el potencial agrícola-ganadero y los vuelva más competitivos, algo que naturalmente tiene implicaciones fuertes para Uruguay.
Los símbolos de esa discriminación han sido principalmente dos: las retenciones, es decir impuestos a las exportaciones que pesan igual en años buenos que en años malos, gane el productor o pierda; y por otro lado un dólar dual, que obliga a los exportadores a cobrar en un dólar oficial ridículamente bajo respecto al de mercado, el paralelo o blue. A eso podría agregarse la manipulación de los precios de la carne, que ha perjudicado a los ganaderos.
Con esas piedras en sus zapatos han caminado los productores hasta ahora, pero siempre con la esperanza de que llegara la liberación respecto a esa lógica doblemente discriminatoria y así volver a ser “el granero del mundo”. Esa naturalmente fue la promesa de todas las fuerzas políticas opositoras, entre ellas La Libertad Avanza.
Fiel a su negación del cambio climático y la de su mentor Donald Trump, apostará a las energías fósiles, el petróleo y el gas, como un atajo rápido para conseguir fondos sin que lo ambiental importe. Esto puede complicar el relacionamiento con la Unión Europea, que podría sumarse a un relacionamiento dificultoso con Brasil y China como potenciales complicaciones a un despegue exportador en la nueva etapa.
De una estridencia impactante en su campaña electoral, el nuevo presidente argentino, Javier Milei, obtuvo la victoria electoral y luego ha pasado a una lógica mucho más pragmática.
Rápidamente ha apaciguado sus ataques a China, ha relativizado la idea de cerrar el Banco Central y la dolarización quedará para más adelante. Ha empezado la era del pragmatismo. Y ese pragmatismo se refleja en una transición amable. La vicepresidente electa, Victoria Villarruel, se ha reunido con la vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner, además de la reunión que tuvo Milei con el presidente Alberto Fernández.
En cuanto a la política agropecuaria hay pocas definiciones. Argentina no tiene Ministerio de Agricultura sino solo una Secretaría, y pasados 10 días de las elecciones todavía no está definido quién estará a cargo. Uno de los candidatos a secretario de Agricultura es Francisco Vilella, que mantuvo una reunión con el actual titular de la secretaría, Juan José Bahillo. Así como Milei ya se ha mostrado más pragmático en varios aspectos, su elección de secretario de Agricultura es una muestra de esa nueva lógica. Vilella fue Decano de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires y es experto en bioeconomía, alguien que entiende el cambio climático, sus implicancias y el papel que el agro puede cumplir en la urgente tarea de mitigación y adaptación que todos los sectores deben hacer. Iría acompañado por Pedro Vigneau, actual presidente de la Asociación de Maíz y Sorgo (Maizar) y Germán Paats, expresidente de Barbechando.
A pesar de estas reuniones, el destinatario del timón de la política agropecuaria argentina no está definido. El voto hacia Milei fue abrumadoramente mayoritario en Córdoba, y en consecuencia el gobernador de la provincia, el peronista disidente Miguel Schiaretti, podría tener para sí la Secretaría de Agricultura.
Milei tiene una presencia parlamentaria muy baja y precisa sumar fuerzas. El secretario de Agricultura de Córdoba, Sergio Busso, se ha manifestado fuertemente en contra de las retenciones. “Es plata que se va del agro y no vuelve, no deberían naturalizarlas”, dijo. Puede ser él quien vaya a ese cargo, pensando que lo arduo de la tarea puede requerir de un perfil más político que académico. O podría ser el propio Shciaretti si quisiera ganar una proyección agropecuaria nacional, siendo el capitán de la gesta de levantar las restricciones del agro argentino, consolidando su liderazgo en el interior, que ya proyectó durante la campaña. De modo que la elección del secretario de Agricultura está por ahora entre un académico y un político.
Dos cambios se esperan, aunque no se puede saber a qué velocidad: la unificación del tipo de cambio, que será lo que llegue primero, y la baja o eliminación de las retenciones, que en mi opinión demorará y se hará muy gradualmente. Todo dependiendo de que logre ordenar la macroeconomía.
La estrategia es privatizar todo lo posible, aniquilar la bomba de tiempo que son las Leliqs y la deuda externa, bajar drásticamente el déficit fiscal y ahí darle al agro lo que reclama para recaudar genuinamente a través del impuesto a la renta lo que hoy se consigue agresivamente. Si eso sale bien el agro se convierte en un motor económico que junto con el petróleo y el gas le permitan dar el envión al crecimiento prometido.
Por unos meses Milei tendrá el beneficio de la luna de miel que todo gobierno nuevo obtiene, reforzado por el hartazgo que el kirchnerismo generó en la mayoría de la sociedad argentina. Los productores sembrarán por primera vez en mucho tiempo de buen humor una zafra de verano que puede darle un envión importante a la economía. Un impulso que también se ha expresado en una fuerte suba de las acciones argentinas y una mejora también en los bonos.
Pero es una euforia, como toda euforia será pasajera y nadie sabe si será suficiente para cruzar un campo minado con un déficit fiscal gigante, de 15% reservas negativas en el Banco Central, una deuda enorme, una posible actitud distante de Brasil y China, provincias que van a recibir muy poco dinero y pueden rebelarse, y un movimiento social que puede verse tentado a generar un estallido. Empieza el viaje a lo desconocido con la alegría de haber dejado atrás al kirchnerismo. Una nueva oportunidad.
La apuesta al agro, al libre mercado, al orden fiscal y la inversión privada ya la hizo Macri y no logró revertir los problemas estructurales de Argentina, tal vez por gradualista. Tanto que bajó las retenciones sin eliminarlas y luego tuvo que volver a subirlas, para terminar en derrota.
Ahora viene la revancha que si sale bien puede devolver a Argentina al sitial de potencia agroexportadora, que compita con Uruguay pero traiga estabilidad a la región. Mejor para Uruguay tener un competidor ordenado que un vecino caótico. Veremos si en esta revancha Milei y el agro argentino lo logran.