La frase “no hay ricos, hay riquitos”, utilizada por el político colorado y presidente de Peñarol José Pedro Damiani fallecido en 2007 para referirse a los más acaudalados en Uruguay, aparece aludida por varios de los entrevistados en el libro El club de los millones. Ser rico en Uruguay. Al ser un país “chico, no hay posibilidades de mercado como para generar montos demasiado importantes, comparados con los de otros países. Entonces uno compara cuánto es ser rico en Argentina y cuánto acá y no tiene nada que ver”, sostiene Carlos Alberto Lecueder, director del estudio que administra varios shoppings y las torres del World Trade Center del Buceo, entre otros negocios.
Una investigación que se realiza desde hace más de dos décadas, cuya última edición acaba de publicarse, aporta algo de información sobre el tema. ¿El Uruguay de “riquitos” es, también, un país de “riquecita”? Lo es, obviamente, comparado con Estados Unidos o Reino Unido, aunque no está tan lejos de Luxemburgo, supera a varias economías de Europa del Este y de África y se ubica a media tabla del ranking latinoamericano.
Global Wealth Report (Informe de Riqueza Global) es una investigación publicada anualmente —por primera vez con datos del 2000— por Credit Suisse. La última edición, difundida el miércoles 15, fue producida en un contexto turbulento para esa institución; para evitar su quiebre y un descalabro del sistema bancario suizo, recientemente la compró otro gigante financiero, UBS, bajo la presión de las autoridades del país.
El reporte estima la riqueza de los hogares en 217 países o territorios económicamente autónomos (como Hong Kong), enfocándose en específico en el patrimonio neto individual, definido como el valor comercializable de los activos financieros —bonos, acciones, depósitos, efectivo, etcétera— más los activos no financieros —sobre todo viviendas y terrenos— menos las deudas. Sobre el origen de la información, UBS explica que ninguna economía en el mundo tiene una fuente única e integral de la riqueza personal, y muchas de ingresos bajos y medios carecen absolutamente de datos directos. Sin embargo, para un número creciente de países —incluidos China e India, así como muchos mercados de altos ingresos—, dispuso de datos relevantes de una variedad de fuentes diferentes que le permiten hacer extrapolaciones.
Uruguay es un caso de, digamos, miseria estadística. “En países de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) y algunos de la región, como Colombia, Chile o México, hay datos agregados de riqueza. Para calcular el nivel de riqueza en la hoja de balance de los hogares se puede trabajar con datos de Cuentas Nacionales que calculan los bancos centrales o los institutos estadísticos. En Uruguay, eso el Banco Central no lo hace. En Uruguay hay muy poca información sobre la riqueza de los hogares y el único dato que tenemos” es la Encuesta Financiera de los Hogares Uruguayos hecha en 2013 por el Departamento de Economía de la Facultad de Ciencias Sociales y de otras investigaciones similares, aunque más acotadas en su cuestionario, incorporadas como módulos en la Encuesta Continua de Hogares del Instituto Nacional de Estadística, dijo a Búsqueda Rodrigo Lluberas, economista uruguayo que es uno de los autores de la investigación de UBS. “También hay algún trabajo académico que usa otro tipo de técnica para inferir la riqueza” —como el de Mauricio de Rosa—, que según dijo arroja resultados muy parecidos a los surgidos de esas encuestas. “Tenemos un problema de datos de riqueza en Uruguay”, insistió el investigador y profesor de Economía de la Universidad ORT.
Explicó que, frente a esa limitación, para confeccionar el Global Wealth Report usaron datos de riqueza agregada disponibles para unos 50 países que representan cerca del 90% del Producto Bruto Interno (PBI) global. “Con técnicas econométricas es posible estimar la riqueza para los países, como Uruguay, en los que no hay información o datos de encuestas o solo para algunos años”, señaló Lluberas. Los cálculos son controlados con otros datos de economías similares, en función de variables como la población, el nivel de ingreso o el consumo, ya que hay regularidades empíricas en la tenencia de riqueza. “Tenemos formas de testear la estimación y los resultados son lógicos”, indicó, transparentando la metodología del trabajo para UBS.
El problema de usar encuestas para dimensionar la riqueza es que esta suele ser subdeclarada por dos razones. “A la gente no le gusta decir que tiene tanto dinero en bonos o en acciones. Por otro lado, si se quiere ver la distribución, los hogares más ricos en términos de riqueza están muy concentrados; si no se llega a esos hogares en la encuesta, la subestimación de la riqueza total puede ser mucho mayor que con los ingresos”, fundamentó.
Según el último informe, en 2022 la riqueza total neta de deudas en Uruguay ascendió a US$ 217.044 millones (que se compara con los US$ 166.199 millones del año previo, un aumento de 30,6%), lo que equivale a unas tres veces el PBI del país, una proporción que Lluberas consideró “normal” en términos comparados. Ese monto —un máximo en toda la serie que se inicia en el 2000— se compone de US$ 128.826 millones de activos reales y US$ 94.604 millones de activos financieros, descontada una deuda estimada en US$ 6.386 millones.
Lluberas detalló que, entre los uruguayos, esa riqueza computa más que nada bonos, Letras de Regulación Monetaria, depósitos bancarios y cash como activos financieros y mayormente propiedades inmobiliarias y alguna posesión de negocios empresariales como activos reales.
Calculada por adulto —mayores de 18 años—, la riqueza neta en Uruguay en 2022 fue de US$ 84.778; el año anterior era de US$ 65.293, por lo que el incremento en este caso fue de 29,8%. Al inicio de la serie (2000) ese monto no llegaba a los US$ 22.000, cayó a un mínimo de US$ 10.842 con la crisis económica y financiera del 2002 y luego aumentó año a año, salvo entre 2014 y 2016, así como en 2019 y 2020 (en el contexto de la pandemia de Covid).
Uruguay y el mundo
Ese fuerte crecimiento de la riqueza tanto a nivel agregado de Uruguay como por adulto respecto a 2021 estuvo explicado por el tipo de cambio y el resto habría sido por valorización de los activos. Similares factores hicieron que, como región, América Latina fuera una de las pocas que abultó su patrimonio neto en 2022, moviéndose a contrapelo de la tendencia global, donde resultó determinante la desvalorización de las acciones corporativas en las bolsas de valores de las economías desarrolladas y la apreciación del dólar frente a varias monedas: a escala mundial, la riqueza se redujo —lo que no ocurría desde la crisis financiera del 2008— un 2,4% en el monto total y bajó 3,6% calculada por persona mayor de edad, según el reporte de UBS.
Si los tipos de cambio se hubieran mantenido constantes, entonces la riqueza mundial en 2022 habría aumentado (3,4% y 2,2% por adulto), aunque habría sido el menor incremento desde 2008.
El año pasado, los países con mayor riqueza neta —largos números de difícil lectura— fueron Estados Unidos (US$ 139.866.000 millones), China (US$ 84.485.000 millones), Japón (US$ 22.582.000 millones), Alemania (US$ 17.426.000 millones) y Francia (US$ 15.727.000 millones). Con US$ 15.365.000 millones sigue India, que duplicó su nivel de riqueza neta en menos de 10 años.
A pesar de la pérdida de riqueza ocurrida el año pasado, la lista en términos de riqueza por adulto continuó teniendo en la cima a Suiza (US$ 685.226), secundado por Estados Unidos (US$ 551.347) y luego por Hong Kong (US$ 551.194), Australia (US$ 496.819) y Dinamarca (US$ 409.954).
Las cifras latinoamericanas son mucho más modestas: US$ 13.323 de riqueza por adulto en Argentina, US$ 17.954 en Brasil, US$ 14.222 en Bolivia, US$ 19.804 en Paraguay y US$ 33.420 en Venezuela, por ejemplo. Incluso las riquezas en Chile (US$ 54.082) y Costa Rica (US$ 55.545) lucen magras en comparación con las de economías desarrolladas. En 2022, el promedio regional fue US$ 32.760, menor al de Asia-Pacífico (US$ 33.030), a la riqueza de China (US$ 38.503) y que el promedio mundial (US$ 84.718), aunque por sobre África (US$ 8.345).

Distribución
El reporte de UBS también analiza cómo está distribuida la riqueza en los distintos países, en este caso con un rezago de un par de años.
“La riqueza está mucho más desigualmente distribuida que el ingreso. Eso está documentado. Lo que vimos para 2020 es que hubo una caída de la desigualdad a nivel global. Eso se explica porque en países como China varios millones de personas aumentaron su nivel promedio de riqueza, y eso tiene impacto en la distribución global. India todavía es bastante más pobre, pero también se ha sumado al efecto”, explicó Lluberas, quien hace pocos años dejó el Banco Central del Uruguay siendo su jefe de Estabilidad Financiera.
El coeficiente Gini —un indicador de la distribución que cuanto más se aproxima a 1 mayor es la concentración de la riqueza— a escala global fue estimado en 0,88 global. Para Uruguay fue calculado en 0,77.
El informe de UBS desagrega cómo se distribuye por tramos la riqueza entre la población adulta: en torno a un tercio (34%) de los uruguayos poseía hasta US$ 10.000, otro 48,8% tenía entre US$ 10.000 y US$ 100.000, 16,6% acumulaba entre US$ 100.000 y US$ 1 millón. El restante 0,7% —17.552 individuos— tenía una riqueza superior a ese monto.
El investigador comentó que el Gini de la riqueza a escala global es “bastante estable. Lo que más incide son los mercados financieros; lo que hacen sus movimientos es que o suben mucho la desigualdad al subir mucho el precio de los activos financieros y eso beneficia a los ricos o, por el contrario, cuando bajan —como el año pasado— hacen más equitativa la distribución de la riqueza porque los hogares más pobres no se ven tan afectados como los ricos por la desvalorización de las acciones”.
En lo que va de 2023, la mayoría de los principales índices accionarios mundiales están en números verdes, lo que, si se mantiene, pondría otra vez en tendencia de crecimiento el nivel de riqueza mundial, así como de una distribución más desigual.