N° 2062 - 05 al 11 de Marzo de 2020
N° 2062 - 05 al 11 de Marzo de 2020
Accedé a una selección de artículos gratuitos, alertas de noticias y boletines exclusivos de Búsqueda y Galería.
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEste martes 3, por primera vez desde la gran crisis financiera internacional de fines de 2008, la Reserva Federal (Fed, por su sigla en inglés) de Estados Unidos (EE.UU.) adoptó una medida expansiva de política monetaria, al rebajar su tasa de fondos federales en 50 puntos básicos, ubicándola en un rango de entre 1% y 1,25%. Fue una decisión sorpresiva —adelantándose al análisis dentro de dos semanas, el 17 y 18 de marzo— tomada ante el hecho de que el “el coronavirus genera riesgos que van evolucionando para la actividad económica” estadounidense.
El presidente de la Fed, Jerome Powell, reiteró que continúan monitoreando la situación y que tomarán las medidas que sean necesarias, una señal de que podría haber un mayor relajamiento monetario, a corto o mediano plazo. De hecho, ya son varios los analistas que anticipan que las tasas de interés de referencia en EE.UU. volverán a cero en poco tiempo, e incluso algunos más arriesgados pronostican tasas negativas, tal cual se observan desde hace varios años en Europa y en Japón.
Si hace dos semanas advertimos en esta página editorial que se percibía un “optimismo exagerado” en los mercados financieros internacionales, lo ocurrido a partir del lunes 24 de febrero pasó al extremo opuesto, con actitudes de pánico y comportamientos “esquizofrénicos” de los inversores. Como muestra del dramático cambio de contexto, durante la última semana de febrero se concretó una caída de 10% o más desde el máximo anterior, la más rápida en toda la historia de Wall Street, al tiempo de que durante esta semana las tasas de interés de largo en EE.UU. y en todo el mundo marcaron nuevos mínimos, con la tasa a 10 años sobre los bonos estadounidenses (Treasuries) por debajo de 1% anual.
Algunos datos económicos dan lugar a cierta preocupación. Los índices de actividad del sector manufacturero y de servicios de China cayeron a los niveles más bajos de la historia (por debajo incluso de los mínimos alcanzados en el momento más complicado de la crisis financiera de 2008-2009). En ese contexto, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) revisó a la baja su pronóstico de crecimiento para la economía mundial desde 2,9% a 2,4% para 2020. Y los conductores de política económica de los países del G-7 se comprometieron a tomar medidas de estímulo para mitigar el impacto del coronavirus (el sorpresivo recorte de tasas de la Fed fue una primera acción, que fue seguida ayer, miércoles 4, por una baja de 50 puntos básicos en las tasas del Banco Central de Canadá).
La preocupación respecto al impacto sobre la economía y los mercados financieros de esa nueva variante de la gripe es cada vez más fuerte, y lo más angustiante es no tener forma de saber o “modelar” cuándo la epidemia llegará a su pico y eventualmente comenzará a ceder. La parálisis económica de China es evidente, y más allá de que los datos de actividad conocidos esta semana para EE.UU. y Europa para febrero no resultaron tan malos, el impacto en los próximos dos o tres meses seguramente será significativo. Y la posibilidad no ya de una fuerte desaceleración, sino directamente de una recesión, va tomando cada vez más fuerza, particularmente para Europa y Japón.
Para Uruguay, con un gobierno recién instalándose, este rápido deterioro en el contexto internacional es una muy mala noticia. Una nueva retracción del comercio mundial, precios deprimidos de las materias primas y una mayor incertidumbre global, complicarán el panorama y obligarán a mayores esfuerzos para corregir los desequilibrios de precios relativos, la situación fiscal y el estancamiento del nivel de actividad y del empleo.
En su discurso ante la Asamblea General en ocasión de la toma de mando, el presidente Luis Lacalle Pou reiteró que su gestión no tendrá un “espíritu refundacional”. Pero dado el nuevo escenario externo más complejo, al menos en lo que se refiere a la política económica (excluyendo lo que ha sido la buena gestión de la deuda pública en estos últimos años) el nuevo gobierno debería encarar justamente eso, y de manera rápida. Si no lo hace, la salud económica del país podría agravarse.