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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáMe ha llamado la atención que el reiterado concepto de renovación en la política no es definido en lo que refiere a estilos en las formas de actuar, sino a la mera edad de quienes la desarrollan, lo que por razones biológicas es un proceso natural que no precisa de ser proclamado. Muchos veteranos han ido abandonado la actividad, por lo que necesariamente deben ser reemplazados por gente con menos edad y ocupando los espacios que se liberaban.
No es fácil en nuestro sistema electoral para el simple ciudadano acceder a ser candidato a algún cargo electivo (presidente, senador, diputado, alcalde, edil), sino que las elecciones internas desde la reforma constitucional de 1996 son un “filtro” que todos sabemos que solo sortean quienes tienen el dinero para financiar una elección no obligatoria, contando con una estructura para llevar a votar a miles de ciudadanos que permitan a esos interesados llegar a ser protagonistas en la elección nacional, donde sí en forma obligatoria la ciudadanía define con su voto los cargos.
Los acuerdos corporativos de los políticos llevan a arreglos y acuerdos para que los que no sean elegidos sean premiados con la designación en cargos consuelo, sin importar el interés nacional. Todos sabemos de nombres que se repiten hace décadas y gente que solo vive de algún cargo, elección tras elección y que si tuviesen que salir a trabajar no saben ni para dónde arrancar.
Ese hecho ya es peligroso para quienes gestionan empresas públicas o el propio gobierno nacional, pues si no han sido responsables de un emprendimiento propio, cómo pueden llegar a gestionar la Patria.
Veo con pena que la invocada renovación y edad no cambia estilos y lo he dicho varias veces, políticos de cuarenta y cincuenta años se aprovechan del Estado y no son ejemplo de algo nuevo, sino que empeoran viejos estilos.
Mi Partido Nacional tiene gente joven como el diputado Andújar de la Lista 400 de Canelones, de Lacalle Pou, quien fue expulsado de su sector por denuncias de conductas personales inadecuadas ante acreedores pocos meses después de ser electo, pero en la campaña electoral este ciudadano abrió comités y fue útil a la campaña del sector con su potencial económico, lo que a mi entender no es correcto. A los eventuales damnificados de la conducta personal de dicho diputado les afectaba antes y después de las elecciones de igual modo su accionar.
El político que se jacte de no seguir con viejas tradiciones clientelares y con base en el dinero, debe ser precavido y optar por una campaña electoral más austera pero sin dudar de que la financiación no es producto de fondos de dudosa legitimidad, porque después no vale chillar.
Veo por otro lado que se critica con envidia y rencor casos como el de la senadora blanca Verónica Alonso, porque su campaña “fue financiada con el dinero de su esposo” (según ellos), mientras yo contrariamente siento una doble admiración.
Primero, porque siento respeto por una familia que arriesga su patrimonio personal para la causa pública y lejos de criticar a la senadora y a su marido, tributo mi admiración por el compromiso con la Patria, ante tanto carroñero y oportunista.
Segundo, porque una mujer que no pide cuota para llegar a un cargo, una mujer a quien la apoya una congregación religiosa (lo que también genera envidia y crítica) que tiene gran respaldo electoral, una mujer que quiere competir y comparecer en elecciones internas y no acordar fórmulas en cuatro paredes, merece MI RESPETO como blanco.
Tantos hombres (con minúscula) en mi partido que con cobardía y comodidad se desesperan por acordar y cerrar listas ameritan que se destaque la valentía de esa joven mujer que deja los ofrecimientos que abundan para un lugar de confort y despreocuparse y por el contrario con rebeldía desafía las estructuras y pone su nombre a consideración de la gente.
En este espacio del Semanario Búsqueda he declarado mi voluntad de no ser candidato a cargo electivo alguno en las elecciones de 2019, por lo que puedo con la autoridad que me brinda ser un buen blanco, siempre pronto y dispuesto al servicio de mi partido, decir que la senadora Alonso tiene el ADN de los blancos y eso irá siendo percibido. Ante tanto jugador de ajedrez (lo que no entendemos mucho los blancos), la actitud de la senadora Alonso nos enamora y recuerda el verdadero sentido de nuestro partido, dejando de lado éxitos y fracasos, que siempre serán falsos protagonistas ante la verdadera historia.
Ofrezco mi intelecto (limitado pero activo) y todo mi esfuerzo personal para apuntalar y acompañar el proyecto de la senadora Verónica Alonso, con la tranquilidad de que ella, como los lectores, se entera hoy y por el presente artículo, porque no tenemos nada que hablar, ni “negociar” ni “acordar”, eso lo dejo para los mercenarios de siempre.
Sea quien sea electo candidato del Partido Nacional en las internas, el compromiso en este proceso es relevante.
Desde la trinchera que sea útil, siempre brindaré mi servicio al partido de mi tatarabuelo Aparicio Saravia, seguro de que no debe nuestro partido quedar en manos de mercenarios y empresarios de la política.
Decía Saravia: “Con postes podridos no se arman alambrados” y seguro estoy de que la senadora Alonso podrá acceder o no a sus aspiraciones, pero su actitud y conducta honran la memoria del gran Caudillo blanco…
Dr. Marcelo Maute Saravia