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    La sociedad uruguaya tiende a moverse de manera “termostática”, en sentido contrario a las políticas que impulsan los gobiernos

    Los gobiernos suelen recurrir a encuestas de opinión pública para medir la posición de la ciudadanía ante políticas que aplican o que piensan implementar en el corto plazo. Resulta más difícil captar el impacto del conjunto de sus decisiones, tomadas y no, sobre el “humor” de la sociedad. ¿Hasta dónde llevar una agenda de políticas de “derecha” o “izquierda’’?

    A partir de los datos de unas 300 encuestas de Cifra y Opción Consultores entre 1993 y 2020, investigadores de la Universidad Católica del Uruguay (UCU) concluyeron que el “humor de política” (policy mood, en inglés) de la sociedad “tiende a oscilar de manera termostática en relación con las políticas que desarrolla un gobierno”. Es decir, “un empuje de actividad gubernamental hacia políticas liberales genera una contracorriente conservadora en la opinión pública, y viceversa”.

    “Esto también habla de una reacción de los uruguayos, como hay en otros países, que van a la moderación”, dijo a Búsqueda la investigadora Rosario Queirolo. “Es algo que los políticos podrían tener en cuenta a la hora de definir cuánto empujan su agenda”.

    Termostático y de izquierda

    En dos publicaciones en el blog Razones y personas, el equipo de la UCU que integran Queirolo, Juan Bogliaccini, Eliana Álvarez y Martín Opertti detalló algunos hallazgos de su estudio sobre el policy mood uruguayo.

    Los autores explican en los textos que el “humor de política” es “una medida que resume las preferencias de una población no sobre una política en particular, sino sobre un enfoque general de políticas que un gobierno debería adoptar”. El índice “se construye a partir de la agregación sobre preferencias sobre políticas concretas (Estado-mercado, privatizaciones, aborto, inmigración) y por ende es distinta a la ideología autorreportada” (cuando se le pide a alguien que se defina en una escala del uno al 10 cuán de izquierda o de derecha se considera).

    Este índice, creado por primera vez en Estados Unidos por el académico Jim Stimson, “logra captar un estado de ánimo” que va más allá de las posiciones sobre cada política pública por separado, sostuvo Queirolo.

    Las dos principales conclusiones expuestas en esos artículos son que el policy mood de la sociedad uruguaya, al menos en las últimas décadas, es “termostático y de izquierda”.

    “La posición relativa del país es algo que ya conocemos. Los uruguayos en las escalas de autoidentificación ideológica siempre estamos un poquito a la izquierda. Eso tiene que ver con nuestra propia historia de vida como nación, las cosas que hemos ido haciendo. En lo social el uruguayo tiende a ser más liberal”, explicó Bogliaccini.

    Para los investigadores, lo más interesante de los primeros hallazgos obtenidos a partir de analizar la base de datos fue constatar que, como ocurre en otros países desarrollados donde se estudió el policy mood, la sociedad uruguaya también registró un comportamiento termostático.

    Así, según uno de los artículos publicados, en el segundo gobierno de Julio María Sanguinetti (1995-2000) “las preferencias” de la opinión pública “se mueven hacia la derecha”. En el de Jorge Batlle (2000-2005), en cambio, esas preferencias “se mueven hacia la izquierda”.

    Los tres gobiernos del Frente Amplio permiten también ver cambios en el policy mood. “En el primero, las preferencias se mantuvieron estables. En el segundo, las preferencias se movieron termostáticamente hacia la derecha mientras la agenda del gobierno de José Mujica avanzaba en la implementación de políticas como la legalización del aborto, el matrimonio igualitario y la regulación del mercado de cannabis. Durante el tercer gobierno del Frente Amplio, ese movimiento se interrumpe y nuevamente las preferencias giran hacia la izquierda”.

    Los últimos años analizados “reflejan principalmente estabilidad”, aunque “parece existir un ligero movimiento hacia la derecha”, describe uno de los artículos.

    La agenda de derechos

    El viraje “hacia el centro” del policy mood coincidente con la llegada de Mujica al poder en 2010 vuelve “a moverse hacia la izquierda sobre el final de su mandato, con posterioridad a la concreción de las leyes más significativas de la agenda de derechos (interrupción voluntaria del embarazo en 2012; regulación del cannabis y matrimonio igualitario en 2013)”, dicen los investigadores en un artículo.

    En el Frente Amplio hay algunos dirigentes que consideran que haber impulsado una agenda de esa magnitud, complementada con otras medidas y políticas en el segundo gobierno de Vázquez, puede haber sido una de las causas de la derrota electoral de 2019.

    “En esta última elección hubo una percepción de que las cosas fueron demasiado para acá”, dijo Queirolo mientras extendía su brazo izquierdo. “Parte de lo que decía la gente que estaba haciendo encuestas es que había como una especie de cansancio sobre algunas cosas, lo encontraban en grupos focales. Pero era difícil de medir, ¿no?”.

    El índice de policy mood, añadió, va más allá de “traducir” ese fenómeno “con un indicador solo” del tipo: “La gente quiere más seguridad, no quiere más políticas de nuevos derechos o no quiere más inmigrantes”. El índice “capta algo más intangible”, un “estado de ánimo”.

    Bogliaccini aclaró en ese punto que el estudio no establece una “causalidad” entre lo que hacen los gobiernos y hacia dónde se mueve el “humor de política”, sino que lo que marca es una “correlación” entre las dos variables.

    Más allá de detectar el movimiento, “no podemos decir que la gente se cansó de las políticas del gobierno”, acotó.

    No es predictivo

    Estos movimientos no son necesariamente un “predictor” de lo que va a suceder en el plano electoral. “No porque las preferencias se muevan a la izquierda, va a ganar la izquierda”, porque también “hay otras variables”, como la situación económica, que explican las decisiones del electorado, aclaró Queirolo.

    Un cambio en el “humor” tampoco implica que un partido esté condenado a perder las elecciones. Bogliaccini puso como ejemplo lo que ocurrió durante los tres gobiernos del Frente Amplio, los cuales tenían perfiles y agendas “distintas” entre sí, por lo que pudieron “absorber” esa “oscilación” del “estado de ánimo” de la sociedad.

    Aunque no sea predictivo a corto plazo, según los investigadores, tener información sobre el policy mood puede ser útil para los políticos.

    Las coaliciones

    El trabajo de los investigadores con la base de datos —que será de carácter público gracias a un acuerdo con el Roper Center, Cifra y Opción Consultores— no está cerrado.

    Ahora el equipo de la UCU, que hoy jueves lanzará el nuevo Laboratorio de Opinión Pública y Redes Sociales del Departamento de Ciencias Sociales, está analizando el desempeño de las coaliciones políticas. Para ese trabajo, estudian la popularidad de los presidentes o la aprobación de su gestión y ver qué pasa con ellas cuando la coalición se rompe.

    En la base de encuestas, cuentan con información que cubre el segundo gobierno de Sanguinetti y el de Batlle, en los que la conducta de la coalición fue distinta. En el primer caso, llegó hasta el final, mientras que en el segundo se rompió como consecuencia de la crisis del 2002 y la salida de los blancos del Poder Ejecutivo.

    “Siempre el socio de la coalición tiene una evaluación de la coalición peor que la del socio mayoritario, pero esas tendencias, en ausencia de una decisión de bajarse de la coalición, tienden a ser paralelas; es decir, que el espacio entre ellas no fluctúa”, explicó Bogliaccini. Eso es lo que ocurrió en el período de Sanguinetti.

    Cuando el gobierno de coalición de Batlle se rompe, en cambio, la evaluación del gobierno “pega un salto negativo”, dijo el investigador. “Todos pegan un salto negativo, pero la distancia negativa de quienes son el partido del presidente y quienes no, dentro de la coalición, se agranda”.