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    La “tendencia de crecimiento” del Frente Amplio genera más incertidumbre sobre el resultado de las elecciones

    En el marco de una “crisis a la uruguaya del sistema de partidos”, el objetivo del oficialismo “es retener el máximo posible” de votantes del 2014, los blancos registran la mayor estabilidad y una gran “incertidumbre” es conocer quién terminará tercero, según Rafael Porzecanski

    Rafael Porzecanski quiere que las elecciones sean cuanto antes. Y no porque tenga especial interés en que gane un candidato u otro. El director de Opinión Pública y Estudios Sociales de Opción quiere que las urnas hablen y así comparar los resultados con las proyecciones de intención de voto que elabora la consultora. No han sido meses fáciles para las encuestadoras, a las que acusan de “operar” a favor de la oposición o el oficialismo según los datos que presentan ante la opinión pública.

    La semana pasada, Opción Consultores divulgó un informe en el que proyecta una intención de voto para el Frente Amplio de 38%, casi 10 puntos por debajo de su votación en octubre de 2014. En una entrevista con Búsqueda, Porzecanski explicó que en el actual ciclo electoral hay una caída del oficialismo que responde a varios factores, entre ellos la peor situación económica y de la seguridad.

    En la última encuesta de la consultora sobre un eventual balotaje entre Daniel Martínez (Frente Amplio) y Luis Lacalle Pou (Partido Nacional), el blanco aparece cinco puntos arriba. Sin embargo, la suerte del oficialismo no está echada. En las últimas semanas hubo una “tendencia de crecimiento” que abre mayor incertidumbre sobre el resultado final. Si continúa ese movimiento y el oficialismo supera el 40%, “va a llegar hasta con cierta ventaja al balotaje”, pero si se frena, “quien va a llegar con ventaja es Lacalle Pou”, advirtió Porzecanski.

    Las incertidumbres no terminan ahí. El crecimiento de Cabildo Abierto, que Opción Consultores ubica dos puntos sobre el Partido Colorado, pone en duda quién ocupará el tercer lugar y eso, según Porzecanski, podrá afectar el resultado en la segunda vuelta.

    —¿Cuáles son las principales tendencias del electorado a pocos días de la elección?

    —Hay cosas que parecen estar firmes desde hace bastante tiempo en este ciclo electoral. La primera es la pérdida de votación del Frente Amplio frente a 2014, respecto a los últimos tres ciclos. Hay una nueva relación entre bloques que se parece a la de 1999, como hablamos el año pasado. Eso sigue así. La duda que tenemos es cuánta votación va a tener el Frente Amplio, y es una duda central para determinar el resultado de la elección. Si el Frente Amplio pierde cuatro o cinco puntos, entra en condición de liderazgo en la segunda vuelta; si pierde 10, entra en desventaja. El escenario de balotaje, donde hoy Lacalle Pou tiene cinco puntos más que Martínez, está correspondido con una proyección de voto del Frente de 38%. Pero el Frente Amplio viene subiendo mes a mes. La pregunta clave es si esa tendencia de crecimiento de cara al 27 se va a frenar o va a continuar. Si continúa, el Frente va a llegar hasta con cierta ventaja al balotaje; si se frena, quien va a llegar con ventaja es Lacalle Pou, seguramente.

    Otra tendencia es la mayor fragmentación parlamentaria. La fragmentación se mide en lo que es el número efectivo de partidos, no solo importa cuántos partidos entran al Parlamento, sino también la potencia de esos partidos. Trabajando con los escenarios actuales, uno ve que ya está bastante más cerca de cuatro cuando antes estaba mucho más cerca del tres ese número efectivo de partidos.

    'El escenario de balotaje, donde hoy Lacalle Pou tiene cinco puntos más que Martínez, está correspondido con una proyección de voto del Frente de 38%. Pero el Frente Amplio viene subiendo mes a mes. La pregunta clave es si esa tendencia de crecimiento de cara al 27 se va a frenar o va a continuar. Si continúa, el Frente va a llegar hasta con cierta ventaja al balotaje; si se frena, quien va a llegar con ventaja es Lacalle Pou, seguramente'.

    —¿Cuál es la razón?

    —La explicación es la emergencia de Cabildo Abierto. Pero esto se configuraba aun desde el año pasado, previo a Cabildo Abierto. Anteriormente teníamos al Partido de la Gente y al Partido Independiente entre cuatro y cinco puntos de intención de voto, y posibilidades firmes para el PERI y Unidad Popular. Entonces, ya estábamos detectando un núcleo de por lo menos 12 puntos del electorado que no estaban dispuestos a votar a los tres grandes partidos.

    —Si el Frente Amplio vota 38% sería una caída de más de 200.000 votos. ¿Pasó algo tan importante como para que el oficialismo pierda ese caudal de votos?

    —Veremos cuál es el resultado en las urnas. Nosotros sabemos que el Frente en la última elección tuvo un empuje en octubre. Por lo tanto, el 38% está en disputa, puede ser mayor. Y si es mayor, en definitiva eso podía dar la razón de que una caída de 10 puntos sería excesiva o incomprensible. Lo importante, más que el número concreto, es analizar por qué hay una caída, porque muy factiblemente habrá una caída. En ese sentido hay que manejar un par de hipótesis importantes. El factor económico es una de las claves. Ahí hay indicadores muy consistentes: el ciclo 2015-2019 es muy distinto al 2005-2014. Y en realidad, sin importar el signo, todos los gobiernos que han estado sometidos a procesos de contexto internacional similares han pagado un peaje político. Creo que parece haber una correlación importante entre la evolución del precio de los commodities, los indicadores económicos y los cambios en diferentes gobiernos. Muchos de esos cambios fueron de izquierda a derecha, por así decirlo, o de izquierda a centro, porque justamente la llamada era progresista coincidió con un contexto internacional muy excepcional. En Uruguay está planteada la duda de si este cambio de viento va a ser suficiente para llevar a un cambio de gobierno. Puede que no.

    También hay que tener en cuenta el tema de la seguridad, que es el mayor problema según la población. Hay una evaluación muy predominantemente negativa de la población, incluso de un tercio de los que piensan votar al Frente Amplio. Si bien es discutible si la seguridad mueve o no la aguja en términos electorales, ha ayudado a generar un clima de opinión más favorable al cambio que hace cinco años.

    Hay otros fenómenos que no hay que menospreciar y que son giros de corte más valorativo. La sociedad uruguaya cambió mucho en los últimos 15 o 20 años con la evolución de indicadores como la baja de la pobreza y la mejora de la distribución, y eso provocó también cambios valorativos. Por ejemplo: el porcentaje de personas que hoy creen que la cuestión de la pobreza se debe más a una responsabilidad individual que a una insuficiente protección del Estado ha crecido. Desde hace algunos años ha aumentado el porcentaje de personas que creen que un poco de mano firme no le vendría mal al país. Esos son dos valores que están más asociados al bloque opositor que al Frente Amplio.

    —Usted mencionaba que el Frente Amplio crece en las últimas encuestas. ¿A qué lo atribuye?

    —Notamos un acortamiento de la distancia, en algún punto esperable. ¿Qué sucedía? Desde hace mucho tiempo veníamos diciendo que el Frente Amplio estaba teniendo un bajo porcentaje de fidelización; es decir, que gente que lo votó en 2014 no decía que lo iba a votar. Llegó a tener 50% de fidelización. Ahora, ¿esa gente ya había cruzado a la oposición? Buena parte no, por lo menos un 25% no había cruzado. Y lo que estamos viendo es que a lo largo del año, especialmente después de las internas, muchos de esos indecisos que habían votado al Frente en 2014 están volviendo. Incluso es probable que el Frente tuviera alguna amenaza de fuga principalmente al Partido Colorado, que ahora la ha logrado revertir en buena medida. Esos elementos ayudan a explicar el crecimiento del Frente Amplio.

    De todas formas, esta sigue siendo para el Frente Amplio la elección de la retención. El objetivo del Frente Amplio es retener el máximo posible de votos o de votantes del 2014 y sumarle una fortaleza relativa, que son los que se incorporan al padrón electoral ahora y donde el Frente Amplio sigue siendo mayoría. Prácticamente es nula la cantidad de votantes que votaron a la oposición en 2014 y que hoy votarían al Frente Amplio.

    —Usted decía que había 12 puntos que no votaban a los tres partidos tradicionales incluso antes de la existencia de Cabildo Abierto. Pero estaban en otros partidos que no eran tan parecidos a Cabildo Abierto. ¿Es que ahora hay menos fidelidad a los partidos?

    —Hay evidencia de una crisis a la uruguaya del sistema de partidos. Es decir, moderada, gradual. Si tú mirás el Latinobarómetro, la evolución de la confianza en los partidos cayó notoriamente. También hay evidencia de una caída en la identificación con cualquiera de los tres partidos principales. Hoy podría decirse que entre el 55% y el 60% del electorado tiene identificación con esos partidos. Eso te deja un porcentaje interesante que de pronto vota a alguno de estos partidos, pero no con una camiseta puesta, sino como un elector más independiente. En ese 40% tenés también el núcleo que va a votar una opción alternativa a esos tres.

    Uruguay se viene reconfigurando como un sistema de partidos pero también como un sistema de bloques. Se ha producido una identidad bloquista, especialmente al interior de la oposición. Porque el frentista tiene al mismo tiempo una identidad de bloque y una identidad de partido, pero el opositor puede tener una identidad de bloque pero no de partido. Nosotros conocemos electores opositores que tienen muy claro que quieren sacar al Frente del gobierno, pero que podrían circular perfectamente entre cualquiera de las alternativas disponibles. Eso ha hecho cambiar el sistema, porque crea un nuevo tipo de identidad que está menos aferrada a un partido particular y más aferrada sí a una identidad política de oposición más genérica. Creo que ese es un cambio central que el sistema político uruguayo comienza a procesar ya en la década de 1990. Por eso es que la oposición tuvo una alta volatilidad en intención de voto a lo largo de este año, sin que hubiera una gran volatilidad en la relación interbloques. Justamente, es más fácil cambiar de partido dentro de la oposición que saltar la barrera entre oficialismo y oposición.

    'Uruguay se viene reconfigurando como un sistema de partidos pero también como un sistema de bloques. Se ha producido una identidad bloquista, especialmente al interior de la oposición. Porque el frentista tiene al mismo tiempo una identidad de bloque y una identidad de partido, pero el opositor puede tener una identidad de bloque pero no de partido'.

    —Ernesto Talvi fue una gran sorpresa en las internas y parecía que seguiría creciendo. ¿Cómo explica su caída en intención de voto?

    —La gente se centra mucho en preguntar por la caída, pero también hay que preguntar por la subida. La intención de voto que tiene hoy el Partido Colorado no difiere mucho de la de 2014 y su promedio actual no difiere mucho del de los últimos dos años. El fenómeno verdaderamente novedoso es la subida posinternas, no tanto su caída actual. ¿Qué sucedió para que el Partido Colorado alcanzara una intención de voto histórica en los últimos 15 años? Entendemos que fue un momento muy particular, fue una victoria muy contundente sobre Sanguinetti, fue quizás el mejor momento de imagen de Talvi en la opinión pública. De la mano también de un Frente Amplio que todavía no había puesto sus baterías para neutralizarlo como rival de cara al balotaje. Talvi llegó a captar un 11% de electores que habían votado al Frente Amplio en 2014; actualmente ese porcentaje bajó a 4%. Evidentemente, hubo un electorado que sintió sintonía con Talvi, probablemente de centro-izquierda, que después volvió al grupo de los indecisos o directamente al Frente Amplio. Ahí está la confrontación de campaña y la decisión del Frente Amplio de apuntar sus baterías contra Talvi. Otro elemento que pensar es la crisis de Bordaberry, que sin duda causó ruidos internos. Quizás esos ruidos no se sientan de inmediato, pero cuando son importantes, luego se trasladan al electorado. Le pasó al Partido de la Gente y al Partido Independiente. El hecho de salud de Talvi también puede haber influido en una campaña relativamente corta. Y los demás juegan también: ha habido cierto proceso de emigración del ala más de derecha del Partido Colorado hacia Manini. El Partido Nacional tiene una estructura fuerte y es competencia directa. Pero insisto, lo novedoso de la elección no es que el Partido Colorado esté marcando el 12 o 13% de intención de voto, sino que llegó a marcar 19%.

    —Las proyecciones actuales indican que el Partido Nacional va a votar peor que la elección pasada. ¿Por qué?

    —El Partido Nacional es la contracara del Partido Colorado en el sentido de que el Partido Colorado ha sido el más volátil de todos, ha sido un electrocardiograma. El Partido Nacional ha sido muy estable en intención de voto, con un momento de caída y después estabilidad. Ese momento de caída es julio. ¿Por qué cae? Bueno, ahí está Cabildo Abierto, sin duda. Hay como un doble proceso: el Frente Amplio pierde votos a favor del Partido Nacional, el Partido Colorado y de Cabildo Abierto, y en menor medida, a favor de otros partidos. Pero el Partido Colorado y el Partido Nacional pierden a su vez votos hacia Cabildo Abierto. El Frente no se nutre de nadie porque es la elección de la retención.

    No obstante, el Partido Nacional no está tan lejos en la proyección de votar igual que en 2014, puede llegar a votar mejor incluso. Es uno de los elementos en suspenso, de incertidumbre, como lo es también el tercer lugar. Solo separan dos puntos a Cabildo Abierto del Partido Colorado, de ninguna manera podemos afirmar nada.

    —¿Cuánta fidelidad hay en el bloque opositor como para que los líderes decidan apoyar a Lacalle Pou en la segunda vuelta y sus votantes acompañen?

    —Estos son escenarios más teóricos en la medida en que la ciudadanía todavía no sabe cuál será la integración del Parlamento, cómo salen los partidos de la elección. El resultado del 27 de octubre es muy importante. La composición interna de fuerzas adentro del Frente Amplio puede ser un elemento que tanto el oficialismo como la oposición —dependiendo el resultado— manejen como argumento de voto. La composición interna de la oposición puede tener el mismo resultado. ¿Qué pasa si Manini termina tercero? ¿Y si sale cuarto? ¿Es lo mismo para la ciudadanía?

    Ahora, en lo teórico, en los últimos meses que hemos medido escenario de balotaje tenemos una conclusión clara y que va en línea con lo que le sucedió en las últimas elecciones: el Frente tiene buenas probabilidades de sumar votos de oposición en el balotaje. ¿Cuánto? Depende de los factores que mencionaba. ¿Un rango aproximado? Entre cinco y ocho puntos de votos opositores. De eso también depende cómo terminen los partidos más pequeños. Sí sabemos que no todos los votantes del Partido Colorado ni de Cabildo Abierto van a votar a Lacalle Pou. Según nuestra última encuesta, el Frente Amplio ganaría cuatro puntos a través de votantes colorados o de Cabildo. Todavía es un escenario teórico, pero todos los balotajes pasados ha sucedido que el Frente vota bastante mejor que en primera vuelta y el candidato de la oposición no llega a la suma de votos en su momento de blancos y colorados.

    Información Nacional
    2019-10-17T00:00:00