En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
¡Hola !
En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
¡Hola !
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
Hay pocas postales más características de Uruguay que la imagen del tambero en un campo del interior. El país tiene una fuerte tradición láctea que se refleja en su podio como un exportador de productos lácteos por excelencia. Hay más de 20.000 personas que se dedican al trabajo en los tambos y en la industria, que está presente en más de 60 mercados. La leche, el yogurt y el queso son alimentos básicos en la rutina de los uruguayos. Probablemente, la mayoría recuerde las tostadas con manteca de su infancia o el vaso de café con leche en el desayuno.
¡Registrate gratis o inicia sesión!
Accedé a una selección de artículos gratuitos, alertas de noticias y boletines exclusivos de Búsqueda y Galería.
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
Sin embargo, la industria está “sufriendo” por los cambios en el perfil de los consumidores, que buscan productos con menos cantidad de grasa y reclaman por etiquetas nutricionales más limpias.
Además, la tendencia hacia los alimentos plant based (basados en plantas) sacude los mercados de Europa, Estados Unidos y Oceanía y se hace un lugar en las góndolas uruguayas con productos como la leche de almendras, la de coco y el queso vegano. “Es un cambio que afecta a la industria láctea. Pero tiene como aspecto positivo que, cuando llegan tecnologías disruptivas, te fuerzan a reaccionar. Cuando llegó Uber a Uruguay no había una sola app de taxis y ahora hay más de una”, opina Federico Harte, profesor asociado del Departamento de Ciencias de Alimentos de la Universidad estatal de Pensilvania e integrante del equipo docente de la Licenciatura en Ciencia y Tecnología de Lácteos de la Universidad Tecnológica del Uruguay (Utec).
Frente a las demandas de los consumidores, la industria láctea está “obligada” a mejorar los procedimientos de cada producto y a reinventar una imagen que, en los últimos años, cambió. Así lo ve el investigador, químico y coordinador de esta carrera en la Utec, Tomás López. “Contra la diversidad no se puede hacer mucho y es verdad que la leche de almendras, por ejemplo, también tiene nutrientes que aportan. Pero no es lo mismo que tomar leche de vaca o bebidas fermentadas lácteas. Hay que insistir en los beneficios de estos productos”, dice López a Búsqueda.
“Hay que apostar a las mejoras en el etiquetado limpio y a la aplicación correcta de procesos. Que sufran lo menos posible en la cadena, que los nutrientes sigan activos y se utilicen ingredientes de buena calidad”, agrega.
Cambios.
Según los últimos datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, hay cerca de 6.000 millones de personas que consumen productos lácteos. Para que cada uno tenga a su alcance un vaso de leche, yogurt o manteca, se estima que 50 millones de hogares se dedican a la producción de leche. “La industria láctea sigue y va a seguir, pero ha habido un cambio, Ahora, en las reuniones de los centros de investigadores lácteos se habla de que tiene que haber una adopción de nuevas tecnologías. Es probable que esto no hubiera ocurrido si no aparecía la tendencia de consumo en plant based y el interés de las personas por el etiquetado”, asegura Harte a Búsqueda.
Entre los consumidores, hay un aumento en el pedido de productos lácteos con menos grasas, calorías y más variantes. “Uruguay tiene una tradición enorme de productos lácteos de alta calidad. La oferta es buena, pero sí se puede trabajar mucho en limpiar las etiquetas e intentar remover los almidones. Es cierto que hay una ecuación económica que hay que respetar; si es más barato y el consumidor no quiere pasar por eso, ya está”, agrega el experto.
En este sentido, dice, hay una corriente “enorme” de consumidores en el mundo que buscan bebidas con un alto contenido de proteínas. “Para esto, hay investigadores que estudian el ambiente, cómo tratarlo, hacer que el producto mantenga los nutrientes, pero se mejore”, señala Harte.
En Uruguay ya se están desarrollando esas nuevas líneas de investigación. Además de trabajar con pequeños productores en asesoría y estudios a baja escala, hay equipos de distintas instituciones, como la Universidad de la República (Udelar) y el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria, que analizan cómo se puede mejorar la calidad de los productos y sus procesos.
En la Universidad Tecnológica, por ejemplo, hay un grupo que estudia cómo conseguir una espuma densa y duradera para usar en una cerveza o en un capuchino. En estos casos, se suele optar por emulsionantes y agentes de espumado para lograr la consistencia. “Y es un cambio importante. El consumidor quiere que su abuela mire las etiquetas y reconozca los ingredientes. Hay un montón que no son nocivos, pero que no los quiero. Se necesita vender una leche en polvo que puedas usar en el capuchino y que no tenga nada más”, dice Harte.
En colaboraciones interinstitucionales también se trabaja en cómo mejorar la calidad de los productos lácteos para no perjudicar su aroma ni su gusto. Junto con un equipo de la Facultad de Química de la Udelar, la Utec estudió cómo cambiaba la leche de cabra según su alimentación. Se probó con una ración y se observó el resultado.
Más tarde, los investigadores de la Utec siguieron estudiando y se centraron en los efectos del congelamiento del producto. En Uruguay es común que los productores guarden la leche de cabra en el congelador debido a que en el año hay picos de producción. “No hay muchos estudios para que ellos puedan ver qué pasa en esos meses. Nosotros queremos darles una respuesta; que sepan cuánto pueden aguantar y cómo se debe descongelar”, dice López. “Hay que investigar para darles herramientas a ellos, a los productores artesanales, a las empresas y a la industria. Es importante que los consumidores sepan que están ante un producto bueno y lo elijan”, agrega.
Así, se puede mejorar la competencia frente a consumidores más atentos y alimentos que basan su estrategia de marketing en las diferencias de los productos lácteos. “Es un poco irónico”, concuerdan los expertos. La leche de almendras y la de coco, por ejemplo, se colocan en los supermercados junto a las bebidas lácteas fermentadas y yogures como si fuesen productos alternativos o semejantes. “Es una estrategia casi engañosa: por un lado, decís que la leche de vaca es mala, pero, por el otro, la ponés al lado porque el consumidor la asocia con un alimento que es bueno, que hace bien”, dice López. “Es importante cambiar para mejorar e investigar para dar soluciones. Y sí, los lácteos son buenos”, concluye Harte.