Nº 2230 - 22 al 28 de Junio de 2023
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáPor cada dólar invertido en combustibles fósiles en 2023 se esperan US$ 1,7 en energía limpia. Hace cinco años, esta proporción era de uno a uno, según el estudio anual de inversiones de la Agencia Internacional de Energía (AIE)1. La inversión en energía limpia se empieza a despegar.
En abril escribí una columna recordando que tres cuartos del consumo energético actual todavía es en forma de combustibles fósiles. Es decir, la mayoría de la infraestructura y la oferta en el sector energético mundial está asociada a hidrocarburos. Pero los datos de inversión nos dan una señal positiva a futuro: muestran que la mayoría de la nueva formación de capital fijo, los activos que se construyen para suplir el aumento de la demanda y para sustituir oferta existente, es en energías limpias —donde América Latina puede ser un jugador importante—.
Se espera que la inversión en energía en 2023 sea de US$ 2.800 millones, más de 5% por encima del valor (récord) de 2022, o cerca de un quinto más que el monto de 2019 (último valor prepandemia). La inversión en sectores limpios —conjunto que reúne, según la definición de la AIE, la generación de fuentes renovables y nuclear, las baterías y el almacenamiento, las redes eléctricas, las mejoras de eficiencia energética y la electrificación del transporte— representa un poquito más que tres quintos del total. El resto es inversión en combustibles fósiles, sectores que en 2015 todavía representaban una porción mayor a las inversiones limpias.
La energía renovable representa la mayoría de la inversión en energía limpia y la energía solar es el sector estrella. La AIE estima que se invertirán casi 1.000 millones de dólares por día en solar fotovoltaica en 2023, igualando la inversión esperada en producción de petróleo. Hace 10 años la inversión en producción de petróleo era 70% mayor y cinco veces la inversión en solar fotovoltaica. Los números se están invirtiendo.
Pero el crecimiento es muy dispar. La historia anterior es, ante todo, una historia de las economías desarrolladas y China, el gigante asiático, todavía invierte mucho en combustibles fósiles, incluido el carbón, pero también está a la cabeza en energías limpias. China es el país que más ha aumentado su inversión en energía limpia (en términos absolutos) en los últimos años. Le siguen la Unión Europea y Estados Unidos. Por ejemplo, China sumó más de 100 GW de capacidad solar fotovoltaica solo en 2022, casi 70% por encima de 2021 y un monto igual a la capacidad instalada total de Alemania, España y Francia juntas, a pesar de la inflación y los problemas de la cadena de suministro.
Los altos precios de energía en 2022 afectaron a muchos, principalmente, consumidores, pero hubo ganadores. La industria del petróleo y el gas registró ingresos récord en 2022, por encima de los ingresos del último gran ciclo de precios altos de crudo en 2011-2014. ¿Y a dónde se destinó ese dinero? Menos de la mitad del flujo de caja disponible fue a nuevas inversiones en el sector, la mayoría fue a pagar dividendos, recomprar acciones y repagar deuda.
Los planes de estas empresas indican que el gasto en exploración y producción aumentará un poco en 2023, ubicándose en niveles prepandemia, pero la suba estará concentrada en unas pocas empresas estatales de petróleo, sobre todo en el Medio Oriente. Las grandes empresas privadas de petróleo y gas no auguran grandes subidas de inversión en hidrocarburos y a la vez han desinflado sus ambiciones climáticas. La incertidumbre sobre la demanda de largo plazo está todavía latente, así como la presión de algunos inversores y accionistas de enfocarse más en sectores de bajas emisiones.
Pasando raya, las cifras de inversión nos muestran que la oferta se está transformando. Cambiar el statu quo no es fácil, pero hay optimistas. Algunos sectores, como el solar, tienen una enorme aceleración que —de continuar así— nos ubicaría en 2030 en el nivel que esa tecnología requiere en un escenario donde la temperatura global no aumenta por encima de 1,5 grados (con respecto a la temperatura global promedio antes de la Revolución Industrial). Mantener esa aceleración no será fácil, y muchos sectores de energía limpia están lejos de esa performance, pero los números muestran que esta está en auge. Pero deberá continuar así no solo para cumplir metas climáticas, sino también para equilibrar el hecho de que la inversión en petróleo y gas no ha repuntado mucho y ese “hueco” en la oferta debe cubrirse de otra forma. De lo contrario, es receta para tarde o temprano tener volatilidad y precios altos nuevamente.
Y en este rompecabezas América Latina tiene una gran oportunidad. La región tiene la mitad de las reservas de litio del mundo y 40% de las reservas de cobre. El primero es un componente clave de los vehículos eléctricos y las redes eléctricas y el segundo está presente en gran medida en todo el abanico de las tecnologías limpias: molinos de viento, paneles solares y autos eléctricos. Dos de cada 10 reservas de zinc (insumo de turbinas) y níquel (insumo de turbinas y vehículos eléctricos) del mundo están en América Latina. Chile es el país con mayores reservas y producción de cobre y litio, pero otros países como Perú también tienen importantes reservas de cobre, zinc y otros materiales. Brasil tiene zinc, cobre y plata, componente importante de los paneles solares. Argentina también espera inversiones en litio.
América Latina empieza la partida con muy buenas cartas, pero habrá que ver cómo las juega. Habrá que ver si tiene la capacitación suficiente para desarrollar estas nuevas tecnologías, si invierte en innovación y desarrollo, si cultiva la competencia y si evita que los beneficios terminen en pocas manos. Basta ver el caso de PDVSA en Venezuela para confirmar que los recursos no son suficientes para el crecimiento.
Uruguay no tiene esta dotación de minerales, pero tiene institucionalidad y menor riesgo país, al menos entre los de la región. Puede ser parte del juego, y los planes de exportar hidrógeno, como la Hoja de Ruta de Hidrógeno Verde, son un primer paso. Puede todavía parecer una ilusión lejana, pero así también sucedía con la energía solar, cuando hace una docena de años quien escribe empezaba a vender paneles solares en Uruguay.
(1) World Energy Investment 2023, IEA. La autora de esta columna es coautora del informe, pero sus opiniones en esta columna son personales.