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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáHace un par de semanas envié a ese semanario una carta en la que me ocupaba de un tema interesante y preocupante. Interesante para mí, en tiempo de mi reciente jubilación, es el tema portuario. Preocupante es ser testigo ciudadano de acciones u omisiones de la Administración que acarrean sin dudas perjuicios de proporciones al país.
Cualquier lector más o menos distraído habrá leído los diarios en los últimos días; ahora más al alcance universal pues se puede acceder a ellos desde prácticamente cualquier celular, sin pasar por el canillita y el precio que ello implica.
Lo cierto es que la disputa entre dos empresas del puerto ha sido noticia casi a diario, y el vacilante accionar de la Administración Nacional de Puertos (ANP) en el medio ha completado el cuadro.
Como es sabido, la empresa belga Katoen Natie, concesionaria desde 2001 de la terminal especializada de contendores acusa a la chilena Montecon de ocupar sin procesos concursales previos, con una magra inversión y ante la pasividad de la ANP, pedidos portuarios que necesariamente deben ser adjudicados mediante modalidad competitiva. De hecho, es recordado el episodio de la descalificación de la firma chilena de un proceso licitatorio en 2008 destinado a adjudicar tres espacios para operativa con contadores. El tejemaneje de dos ofertas en un mismo sobre que fue alterado por un profesional de una firma competidora bastó para desencarrilar la licitación que con el tiempo fue declarada desierta. Sin embargo, Montecon hasta hoy opera en muelles públicos sin mayores consecuencias. Recientemente la chispa se encendió ante el hecho de que pese a haber perdido una nueva licitación continúa presentando servicios de tomas eléctricas a contenedores refrigerados.
Por su parte, los chilenos acusan a la empresa belga de montar una campaña de prensa que busca presionar a las autoridades. Y van más allá: como surge oposición a la instalación por su parte de estructuras de tomas eléctricas para contenedores, llamadas pasarelas, idean ponerles ruedas para que, al ser móviles, puedan eludir posibles prohibiciones. Toda una genialidad.
A todo esto la administración portuaria, a pesar de ser socia de Keoten Natie en la Terminal Cuenca del Plata (TCP), ha tenido un comportamiento que se repite: cede ante avances “de hecho” de Montecon, lo que provoca reacción de la TCP y enmienda la plana cuando las quejas suben los decibeles. Estas marchas y contramarchas podrían ser anecdóticas si el puerto no fuera una vidriera que se ve desde la posición de hipotéticos inversores extranjeros, esos a los que Vázquez ha salido a buscar con magro resultado. Es que el hecho de que una empresa que ha realizado una multimillonaria inversión en el Puerto de Montevideo bajo determinadas reglas de juego se queje amargamente de la deslealtad del Estado uruguayo como socio y que califique los vínculos entre la ANP y otra empresa como “olor a corrupción” es grave.
¿Es esa la forma de promocionar la seriedad de nuestro país en el exterior? En el club de inversores internacionales las noticias corren rápido. Eso deberían saberlo las autoridades portuarias y hasta el mismísimo presidente de la República.
Andrés Iraizoz