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La encuesta de Cifra de mediados de julio, cuyo trabajo de campo terminó el domingo pasado, sigue mostrando un panorama electoral básicamente estable. Los detalles, sin embargo, cambian en la dirección prevista en la nota de Búsqueda del 13 de junio ppdo., que examinaba los resultados de la encuesta anterior: ahora se observa un retorno hacia dos “mitades políticas” de peso similar. La intención de voto al Frente Amplio (43%) sigue superando a la de los demás partidos con representación parlamentaria, sumados (41%), pero ahora sólo por dos puntos porcentuales. En la encuesta de junio la ventaja a favor del FA era cinco puntos porcentuales. Es probable que este retorno a una situación más pareja refleje que el muy buen momento de Vázquez y Mujica a principios de junio “ya pasó”, y todo estaría volviendo a una normalidad menos favorable al partido de gobierno. Queda por ver si la conflictividad sindical (y los problemas específicos de la educación) de estos días se hará sentir más vigorosamente en las intenciones de voto. La conclusión provisoria sigue siendo la misma: una campaña electoral por ahora estable en lo esencial, con variaciones de corto plazo relativamente pequeñas que resultan de la evolución de los acontecimientos. Las variaciones, aunque modestas, ocurren en un marco de relativa paridad de las dos mitades políticas del país, y por eso sus posibles consecuencias (el gobierno arriba, empate, o la oposición arriba) son mucho más dramáticas que el tamaño de los cambios en sí mismos.
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La intención de voto nacional para octubre de 2014 a mediados de julio.
Los resultados de la pregunta de intención de voto por partido “si las elecciones fueran el próximo domingo”, sin mencionar los nombres de los partidos (ni de sus eventuales candidatos) son: Frente Amplio, 43%; Partido Nacional, 25%; Partido Colorado, 14%, y Partido Independiente, 2%. El resto, 15%, no responde, o dice que votaría en blanco, o indica otro voto, sin llegar al 0,5% del electorado (Cuadro 1).
Aunque el FA sigue siendo el partido que más retiene sus votos de 2009 (Cuadro 2), también sigue perdiendo hacia los demás partidos unos pocos votos más que los que gana entre ellos. Esto ocurre porque aunque los demás partidos retienen menos, los votos que pierden “intercambiándolos” entre sí son más numerosos que los que pierden hacia el partido de gobierno. Dicho de otra manera, hay más corrimientos electorales adentro de la mitad opositora que entre las dos mitades. Como ya se observó, en ese corrimiento de votos entre las dos mitades hoy el FA pierde algo más de lo que gana. Lo que le permite mantener su posición es el comportamiento electoral de los nuevos votantes, los jóvenes que no podían votar en 2009 porque no estaban habilitados. Esta es una minoría no desdeñable (en esta encuesta, más del 7% de los votantes), y el FA está consiguiendo prácticamente la mitad de sus votos (49%). Entre estos nuevos votantes los demás partidos, juntos, cosechan solo un 24% (apenas la mitad que el oficialismo).
Los cambios en las últimas seis semanas.
Entre las dos últimas encuestas la intención de voto hacia el partido de gobierno cayó dos puntos porcentuales (de 45 a 43%). Teniendo en cuenta los cambios del paisaje político ocurridos entre comienzos de junio y mediados de julio esto parece por lo menos razonable; incluso se podría argumentar que en realidad es poco, que se podría haber esperado un cambio mayor.
Al menos una parte de la oposición no estaba en buena situación para beneficiarse de las dificultades oficialistas. Las intenciones de voto hacia el Partido Colorado, probablemente como consecuencia de las diferencias internas afloradas en las últimas semanas, también cayeron un punto porcentual (de 15 a 14%). Como la intención de voto espontánea hacia el Partido Independiente sigue estable, alrededor del 2% (es posible que siga aproximadamente así hasta la definición formal de su candidatura presidencial), el único que se podía beneficiar era el Partido Nacional, que efectivamente mejoró su intención de voto en dos puntos porcentuales (de 23 a 25%).
La variación en el número de las demás respuestas (los indecisos y los que votarían en blanco o a otros partidos) es muy pequeña: desde principios de junio aumentó apenas 1 pp., de 15 a 16%. Pero este porcentaje está aumentando lentamente desde abril, tal vez indicando pequeñas “olas” de signo contrario: entre abril y junio el oficialismo mejora, pero menos que lo que pierde la oposición; entre junio y julio la oposición mejora, pero menos que lo que pierde el oficialismo. Esto es consistente con comportamientos agregados “razonables” entre los votantes: en un país tan camisetero como Uruguay, cuando los votantes cambian su voto (especialmente entre las dos mitades), tienden a pasar por un punto intermedio de indecisión y expectativa.
Las asimetrías de la campaña electoral.
Antes de las elecciones nacionales de octubre de 2014 es necesario pasar por las internas, pero al menos por ahora los tres partidos mayores se encaminan hacia las internas en condiciones muy diferentes. Toda la información y los análisis disponibles hasta el momento (de las encuestas profesionales, de los observadores) indican que hoy la única interna competitiva es la del Partido Nacional, a cuya candidatura presidencial aspiran cuatro precandidatos (Abreu, Lacalle Pou, Larrañaga, Saravia). Para los blancos esto tiene ventajas y también inconvenientes. La ventaja obvia es que atrae mucha más atención (y visibilidad) en el público y en los medios de comunicación: el partido “está en el candelero”. El problema es que la competencia genuina, por más guante blanco que se intente usar, genera algunas irritaciones. Es posible que esta tensión entre pros y contras continúe hasta las internas. Sin embargo: si la campaña interna evoluciona en forma aceptablemente amistosa, y si el partido responde adecuadamente al resultado de las internas, la tensión previa puede tener un efecto casi automático favorable a los blancos justo al comenzar los cuatro meses finales de la campaña previa a octubre, ahora con toda la cancha (y los candidatos) bien definidos.
Las internas del Frente Amplio y del Partido Colorado no son competitivas por razones similares. En el caso de los colorados, Bordaberry es percibido como el salvador de su partido en su hora tal vez más difícil, y toda la información profesional disponible indica que al menos hasta el momento su liderazgo en la interna es muy fuerte. Parece poco probable que este escenario cambie, salvo que el propio Bordaberry decida retirarse de la competencia. En algún momento de las discusiones recientes dentro de su partido Bordaberry llegó a sugerir que en ciertas condiciones eso podía llegar a ocurrir, pero hasta el momento observadores y comentaristas no parecen pensar seriamente en un desenlace de este tipo.
En el caso del Frente Amplio la posición de Vázquez es comparable a la de Bordaberry en su partido. Toda la información disponible indica que si Vázquez lo desea la candidatura presidencial será suya, con o sin competencia interna. Aunque todos los observadores creen que Vázquez será finalmente el candidato presidencial del FA, el ex presidente se ha dado a sí mismo plazo hasta octubre para anunciar si será o no candidato (o precandidato). Su decisión dependerá “de la biología” (i.e, de su salud, que según él mismo está muy bien), y sobre todo de las definiciones y expectativas del FA ante un posible tercer gobierno. En todo caso, como Bordaberry entre los colorados, en el estado actual de la opinión la decisión final sobre su eventual candidatura deberá tomarla él mismo.