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    Las “objeciones de conciencia” ante la despenalización del aborto (IV)

    Según ha publicado este semanario, el MSP a través del Dr. Briozzo, pretende exigir que la objeción de conciencia para no participar en abortos sea “justificada” basándose en aspectos filosóficos o religiosos.

    Se puede abortar sin expresar justificación alguna (alcanza con cumplir la formalidad de acudir a un equipo multidisciplinario y esperar cinco días), pero un médico ginecólogo debe “justificarse” para no realizar el aborto. Unos son libres (sin más límite que su decisión); otros deben someter su libertad y su conciencia al dictamen del Ministerio de Salud Pública.

    Las acciones privadas de las personas que no afecten al orden público ni perjudiquen a un tercero están exentas de la autoridad de los magistrados (art. 10 Constitución nacional). Quien aborta, perjudica a un tercero (el concebido); quien no lo hace, no. Quien aborta, afecta el orden público, que se fundamenta en el respeto de los iguales derechos de todos los seres humanos; quien no lo hace, no. ¿A quién hay que exigir que “justifique” su decisión?

    Son los legisladores quienes debieron justificar la decisión de sancionar una ley por la que se convierte en derecho lo que es un delito, por el solo hecho de que sea decidido con premeditación. En todos los delitos, esto es considerado un agravante. En este, es título para el nacimiento de un derecho.

    Son los legisladores quienes debieron justificar por qué, si el concebido es un ser humano (con su ADN que lo identifica como un individuo de la especie humana), no debe ser “protegido en el goce de su vida” (art. 7 de la Constitución).

    ¿Acaso el Dr. Briozzo no reconoce esa evidencia científica? ¿Por qué, entonces, exigir una justificación religiosa o filosófica? ¿No alcanza con la objeción derivada de la ciencia que profesa el médico?

    Mientras el ser humano siga siendo un ser vivo, la medicina procurará la vida de ese ser, que es su paciente. No en vano el juramento hipocrático (siglo V a.C.) establece: “Jamás daré a nadie medicamento mortal, por mucho que me soliciten, ni tomaré iniciativa alguna de este tipo; tampoco administraré abortivo a mujer alguna”.

    El aborto no es algo nuevo. La medicina, tampoco. Pero la ciencia ha avanzado: a esta altura del siglo XXI no es posible desconocer que, en las primeras doce semanas de gravidez, el concebido es un individuo vivo de la especie humana.

    La justificación que pretende el MSP está dada por la ciencia: alcanza con la “objeción de ciencia”.

    No se puede violentar la conciencia, empleando la autoridad que da el cargo público para intentar cambiar el pensamiento íntimo del médico objetor de conciencia. No se puede violentar la conciencia… ni la ciencia.

    Diego Velasco Suárez

    CI 3.683.909-5