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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEn la agenda de temas que se plantean hoy en Uruguay, varios grupos organizados de mujeres lograron incluir asuntos tan diversos como el aumento de penas para delitos de violencia cuando el agresor es hombre y la agredida es mujer, hasta la obligatoriedad de fijar un porcentaje mínimo de mujeres ocupando bancas parlamentarias, recordándonos también el derecho de tener igual remuneración a igual función laboral, etc.
Todos estos temas —sin excepción— parten de la premisa de que la mujer es un ser sometido por el varón, y todas las reivindicaciones apuntan a corregir esa supuesta situación, queriendo generar o generando en muchos de nosotros (plural de género masculino) un sentimiento de vergüenza, y forzar un “disciplinamiento” de comportamiento y de pensamiento, de acuerdo a lo que las líderes de estos grupos proponen.
En un Estado de derecho moderno como el nuestro, donde todas las garantías constitucionales están vigentes, y existe la más amplia gama de recursos legales para corregir desigualdades, inequidades, comportamientos, faltas o delitos (del tipo que sean), me resisto a bailar la “música” de esta orquesta, sencillamente porque la partitura es falsa.
Es falsa porque la verdadera partitura en nuestra sociedad se toca en clave de política, de economía o de situación social (no importa de qué lado de las trincheras uno esté); es falsa porque los horribles crímenes contra mujeres llevados a cabo por hombres no son más horribles que el resto de los crímenes que lamentablemente sufre la sociedad uruguaya.
Es falsa porque reivindica derechos (que no saben o no quieren practicar) para una elite —8 a 12 mujeres más sentándose en el Parlamento—, pero no asume nunca ninguna obligación compensatoria; al respecto nunca sentí a ninguna parlamentaria pedir que se generen cupos obligatorios de trabajo para mujeres en los bomberos que combaten el fuego, o para los encargados de mantenimiento en los fabulosos molinos eólicos, o tantas otras arriesgadas actividades.
Es falsa, en definitiva, porque nos quiere hacer creer que las aspiraciones “políticas” de algunas son las necesidades de todas y todos.
Luis Fornio
CI 1.442.479-5