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    Las restricciones cambiarias de Argentina y el dólar “aplanado”  explicaron varias de las crisis empresariales del año pasado

    Algunas tras una larga agonía y otras por problemas recientes, más de medio centenar de firmas quedaron en situación financiera insostenible el año pasado y entraron en concurso buscando una salida. Varias de estas crisis empresariales tuvieron las mismas causas: las restricciones cambiarias que aplica Argentina, las dificultades para competir ante costos crecientes y un dólar con un precio “aplanado” que favoreció las importaciones.

    En 2013 totalizaron 51 los concursos aprobados por la Justicia (aunque involucran en realidad a un total de 55 sociedades, ya que algunas integran un mismo grupo económico). De esa cifra, 41 fueron acciones voluntarias y 10 promovidas por los acreedores (“necesarios”), según los registros que lleva la Liga de Defensa Comercial (Lideco). El año anterior habían sido 40 las empresas “concursadas”, por lo que el aumento fue de 38%. 

    Ocho de los concursos aprobados en 2013 ampararon a personas físicas y el resto a distintos tipos de sociedades empresariales. Se trata en algunos casos de situaciones de deterioro que se arrastran desde hace tiempo y que terminaron de explotar el año pasado, a pesar de que la actividad económica general en el país siguió expandiéndose. 

    Si bien la cifra de concursos creció respecto a 2012, es baja si se la compara con el pico que se había registrado en 2002 (228 concordatos y moratorias, además de 82 quiebras y liquidaciones), que fue el último año de recesión económica para Uruguay y se combinó además con una crisis bancaria.

    De todos modos es, como la tendencia al incremento de las cuentas corrientes clausuradas, una luz amarilla que se enciende sobre el panorama del sector privado. De hecho, para 2014 los ejecutivos son más cautos y si bien la mitad espera aumentar su producción o las ventas, solo 22% proyecta obtener más ganancias este año y ven en los costos su mayor problema, según reveló la XVIII Encuesta Anual de Evaluación y Perspectivas Empresariales de Búsqueda efectuada en diciembre pasado (ver Nº 1.746).

    En los últimos días tomaron notoriedad los problemas que enfrentan la textil Agolán y la papelera Fanapel, dos fábricas de Juan Lacaze. Preocupado por la decadencia económica que atraviesa esa ciudad coloniense, el presidente José Mujica participó el viernes 10 en una asamblea de trabajadores de Agolán y expresó disposición a dar estímulos tributarios a la radicación de emprendimientos en la zona. También alentó a una  reconversión productiva en Juan Lacaze.

    A su vez, mantuvo una reunión con empleados de Fanapel que lo pusieron al tanto de los ajustes que está adoptando la planta ante la pérdida de negocios, en especial con Argentina. 

    El impacto argentino

    La figura del concurso sustituyó al antiguo régimen de concordatos habilitando un mecanismo más moderno de resolución de los problemas de insolvencia que enfrentan las empresas. La ley 18.387 que lo creó, aprobada en octubre de 2008, establece que la declaración judicial de concurso procede respecto de cualquier deudor que se encuentre en estado de insolvencia para enfrentar sus obligaciones financieras. Tal declaración le impide a los acreedores por créditos a promover contra el deudor procedimientos judiciales para el cobro.

    Entre otros aspectos, el régimen pauta también cómo proceder con la masa de activos de las empresas en concurso, y para la aprobación y ejecución de un convenio de pago.  

    Los expedientes de algunos de los concursos de 2013 que analizó Búsqueda revelan ciertas coincidencias en los orígenes de las crisis empresariales.

    Giorgio Fabbri Moschetti y cuatro sociedades panameñas que están vinculadas se dedican a desarrollar emprendimientos inmobiliarios en Maldonado. Su actividad en este giro empezó en los años noventa.

    A inicios de 2010 el grupo debió iniciar una “urgente reestructuración de su comportamiento empresarial” dado que el funcionamiento de los proyectos comenzados y a desarrollar carecían de “autonomía financiera”. 

    “La insolvencia financiera en la que se encuentra se debe a la rigidez de su integración patrimonial, dado el enlentecimiento” de las ventas de los inmuebles, se explica en la documentación recogida por la Lideco. 

    Fue parte de la “cadena causal de la crisis empresarial” de Fabbri Moschetti y las sociedades vinculadas la “incidencia de la política económica-financiera de la región, desplegada predominantemente por el gobierno argentino a través de las restricciones cambiarias”, agrega.

    Muchos de los acreedores del grupo eran inversores extranjeros. De los expedientes surge que los pagos de un cliente argentino a través de casas de cambio de Buenos Aires y Punta del Este —por U$S 1,7 millones— debían ser reportados al Banco Central del Uruguay como sospechosos de lavado de activos.

    También hubo razones cambiarias regionales en la crisis de Blu Estilo, una fábrica de artículos de poliéster reforzados con fibra de vidrio e importadora de materia prima para producir macetas, cabinas de vigilancia y bañeras, cuyos orígenes se remontan a fines de los años setenta. Desde 1990 también tiene la representación de empresas extranjeras de revestimientos cerámicos y aparatos sanitarios.

    Según los expedientes del concurso, la empresa sufrió el impacto de la crisis de 2002 y la salida de uno de los accionistas. Las dificultades volvieron a aparecer a fines de esa década, cuando otros competidores empezaron a vender productos de Cerámicas Alberdi de Argentina fabricados en Mendoza.

    “Cuando en Brasil el valor del dólar cambió de 1,50 a casi 2 reales por dólar y en Argentina se produjo el mercado paralelo de divisas (“dólar blue”) todo cambió”, relató la empresa. Y agrega: “El proceso de cambio de fuente de suministro” por uno brasileño más competitivo “se demoró mucho en el tiempo. Esto nos hizo no poder cubrir los gastos fijos (...) llevando a la descapitalización” de la firma.

    Feracor es una sociedad constituida en 2006 por la Corporación Nacional para el Desarrollo a la que le transfirió los inmuebles, instalaciones, maquinaria, vehículos y otros activos que hasta entonces pertenecían a Bodegas y Viñedos Bella Unión (Calvinor). Un año después la empresa fue comprada por un grupo de inversores y en 2010 enfrentó un “período de grandes dificultades para cumplir con sus obligaciones corrientes”. Entonces otorgó un “boleto de reserva” de las acciones y nombró a un nuevo directorio. 

    El deterioro “se agravó” a raíz de una granizada que en la zafra 2012/2013 afectó la totalidad de la uva propia y de terceros de la zona de influencia de la bodega. 

    Además de esa “catástrofe climática”, en la documentación judicial se identificaron otros factores como origen de la crisis de la empresa. Primero, que pertenece a un sector “fuertemente afectado” por las importaciones competitivas, y la caída de precios y rentabilidad.

    Vessena, cuyo giro es la fabricación y venta de cosméticos, productos de tocador y limpieza, arrastra problemas de la debacle económica de 2002. Aquella crisis “golpeó fuertemente la situación patrimonial y la capacidad de financiamiento” de la firma; eso le impidió obtener crédito de los bancos. Dicha dificultad la sorteó con adelantos de dinero a cuenta de un distribuidor, lo que le permitió reducir su endeudamiento.

    Pero los problemas siguieron por la “caída de la cotización del dólar en los últimos años”, un “hecho notorio que la hizo perder competitividad debido al importante incremento de los costos internos (servicios, tarifas, salariales) imposibles de acompasar con aumentos de precios”, surge de su gestión concursal. “En cambio —agrega— todas las multinacionales que operan en Uruguay importan desde sus fábricas de Argentina y Brasil, donde además las ventajas de escala le permiten bajar los costos y se benefician por una cotización de la moneda muy ventajosa”.

    Pero otro factor desestabilizó a Vessena: en 2013 encaminó una negociación para su venta a una sociedad cuyo socio mayoritario era un grupo peruano —que llegó a participar en decisiones productivas y comerciales de la empresa uruguaya— pero finalmente desistió de concretar la operación. Durante ese proceso hubo “incertidumbre” y “desmotivación” del personal, y la fábrica entró en una situación que le “imposibilita los pagos”.

    La fábrica de cartón corrugado Urukor también tuvo problemas derivados de la relación cambiaria y la competencia con productos importados, además de dificultades para obtener financiamiento y adquirir insumos. “Claramente, el tipo de cambio achatado ha favorecido al importador uruguayo y, concomitantemente, el cambio de Argentina ha favorecido al exportador de ese país”, explica en la documentación.

    Urukor vende sus productos en dólares y paga las tarifas de electricidad, combustibles y sueldos en pesos. 

    Esta fábrica tiene cerca de un centenar de empleados y en un “capítulo especial” que explica sus complicaciones financieras alude precisamente a los costos salariales. “Medidas sindicales generaron grandes daños a la empresa”, afirma. Y lo que se acordó en los Consejos de Salarios “terminó agravando aún más la situación financiara y crediticia de Urukor”.

    Otras causas

    Odatec, una empresa del giro informático nacida en 1992, sufrió una caída de 80% en sus ventas y una interrupción en la cadena de pagos como consecuencia de la crisis económica de 2002. En 2009 su dueño adquirió la cadena de fotografía Fotex Kodak que funcionaban en algunos centros comerciales, pero no logró consolidar el negocio a pesar de las inversiones en locales, en tecnología y en publicidad, para lo cual contrajo deudas bancarias. 

    En la documentación relativa a su concurso se indica que la Dirección General Impositiva detectó una deuda de la empresa adquirida por Odatec, que derivó en un embargo de la administración tributaria ya que “todas las gestiones por llegar a un acuerdo resultaron infructuosas”. Esa acción derivó en un corte del crédito bancario para la empresa y dificultades con sus proveedores. El paso siguiente fue el cierre de algunos locales y el envío al “seguro de paro” de 15 empleados, pero ese ajuste no logró nivelar los números por lo que debió recurrir al concurso.

    En el caso de la Imprenta Matutina, las dificultades financieras parecen asociadas a la gestión. En esa empresa había “ciertos gastos que se denotan muy relevantes y, tal vez, no imprescindibles”, por ejemplo en servicios contratados, combustibles y honorarios profesionales.

    Otras firmas relativamente conocidas que terminaron amparándose en concursos durante el año que acaba de terminar fueron la cooperativa de emergencia móvil Ucar y la casa de electrodomésticos que opera con el nombre de fantasía Play & Rec (Clanil).

    En la lista de concursos del año también figura un caso que puede provocar nostalgia a algunos. La sociedad colectiva  Estradas & Cía. entró en concurso “necesario” en 2013 por insolvencia —aunque en realidad hace años se encuentra inactiva— y, de hecho, el único activo con el que cuenta es un local en situación “semirruinosa” donde explotaba su hotel de alta rotatividad.