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    Las trampas de la cabeza

    Dime quién soy, documental británico en Netflix

    En 1982, cuando tenía 18 años, Alex Lewis sufrió un accidente de moto y estuvo varios días en coma. Cuando se despertó, no sabía dónde estaba ni qué le había pasado. No reconocía a sus padres. No sabía quién era. A la única persona que identificó de inmediato en la habitación del hospital fue a Marcus, su hermano gemelo. Y a Marcus se aferró desde ese día hasta los 32 años. Durante tres décadas, Alex vivió con una memoria que no era la suya, sino la de su hermano, quien le construyó un pasado aristocrático e idílico a través de relatos y de fotografías.

    Pero la realidad estaba lejos de los veranos felices en la playa y de los juegos al aire libre. En la realidad había un padre estricto que no los dejaba comer en la mesa familiar, una casa enorme y oscura, tan tenebrosa como la madre, que se rodeaba de perros chihuahua y los vestía como si fueran niños. Pero eso era solo un detalle ridículo de la madre, porque en realidad era un ser siniestro.

    Primero murió el padre, después la madre cuando los gemelos tuvieron 32 años. Hasta ese momento habían vivido en la mansión venida a menos en las afueras de Londres, repleta de adornos y con varias habitaciones cerradas. Los jóvenes dormían en un galpón y no tenían llave propia de la casa. Cuando se quedaron solos, empezaron a abrir puertas y cajones. Y entonces aparecieron fotos, cartas y objetos. Por ejemplo, en el altillo de la casa encontraron libros y cuadernos escolares y cientos de regalos de Navidad que nunca habían recibido. Allí encerrada estaba su infancia. Lo peor apareció en una foto que estaba en un cajón bajo llave: los hermanos tienen unos nueve años, están a la orilla del mar y solo se ven sus cuerpos desnudos y sin cabeza porque alguien cortó la imagen por la mitad.

    En Dime quién soy, documental recién estrenado en Netflix (Gran Bretaña, 2019), los hermanos Lewis le cuentan a la cámara, primero por separado y luego juntos, cómo reconstruyeron su historia. El testimonio de Alex es desgarrador porque a partir del encuentro de la foto sin cabezas se quedó sin respuestas para entender su historia, porque su hermano lo abandonó. Entonces, además de un hermano, Alex perdió su identidad. “Estaba solo quizá por primera vez en mi vida: había perdido a mi gemelo”, dice, y cuenta cómo vivió 20 años en una telaraña de recuerdos engañosos que lo llevaron a la depresión y a intentos de suicidio.

    La situación de Marcus no fue menos triste, porque esos 20 años los transitó lleno de culpa por el engaño a su hermano y enfrentado a un pasado que había querido bloquear con “momentos felices, sin nada de mierda”. Marcus le quiso evitar a su gemelo desmemoriado un gran dolor, al mismo tiempo que usó el silencio como una estrategia de sobrevivencia. Él mira a la cámara y dice: “Le daba una foto y su imaginación hacía el resto. Intenté no inventar nada. Solo no decía algunas cosas”. Hasta que un día decidió hablar con Alex y contarle la verdad. Una verdad monstruosa que el espectador del documental también va descubriendo.

    En 2013 los gemelos publicaron el libro Tell Me Who I Am, con la escritora Joanna Hodgkin, que fue un best seller. El libro motivó al director Ed Perkins para buscar a los gemelos y proponerles hacer un documental. Se encontró con los hermanos Lewis ya cincuentones, casados y padres de dos hijos cada uno. Todo podría haber sido terrible en su vida adulta, pero los gemelos se convirtieron en hombres prósperos, dueños de un hotel de lujo en Pemba, una isla de Tanzania.

    ¿Qué puede tener de atractivo un documental que cuenta una historia privada? Una de las razones es que lo dirige Perkins con pulso de thriller y sin intentar hacer una película del libro. Dime quién soy se apoya en los rostros tristes de los gemelos, en su relato entrecortado, en el juego con el claroscuro del ambiente. Porque gran parte de esta historia queda en la sombra. A través de tres capítulos y con fotografías del álbum familiar, el director hace “crecer” a los hermanos, desde sus figuras aparentemente felices de la niñez y adolescencia, hasta los rostros sin sonrisas de la madurez. “No más silencios. No más mentiras. No más secretos. Ya te tengo de nuevo conmigo”, le dice un hermano al otro antes de darse un abrazo.

    Y aunque la historia tiene todos los elementos para abusar de los golpes bajos, Perkins la dirige con sobriedad, incluso con varios vacíos de información que también hablan de la soledad de los protagonistas. La primera pregunta que queda sin contestar es sobre los padres de los gemelos, de quienes no se sabe mucho más de lo que cuenta el relato de Marcus. No se mencionan abuelos en esta historia, ni tíos ni otros familiares que podrían haberlos ayudado en la infancia.

    En Dime quién soy, Perkins está acompañado de Simon Chinn, productor de dos documentales exitosos y de calidad cinematográfica, ambos ganadores de un Oscar: Man on Wire (2008), dirigido por James Marsh, sobre el desafío de un funambulista que caminó sobre un cable entre las Torres Gemelas de Nueva York en 1974, y Searching for Sugar Man (2012), que narra la misteriosa historia del cantante folk Sixto Rodríguez.

    Perkins acaba de ser nominado para el Oscar por su corto documental de 26 minutos Black Sheep, que sigue la vida de Cornelius, un joven negro que se muda con su familia de Londres a Essex luego del asesinato de una niña de diez años, y allí sufre el racismo de la comunidad blanca. El diario The Guardian le dio esta historia a Perkins para que la llevara al documental.

    Con la dupla Perkins-Chinn, Dime quién soy ya ha ganado premios en festivales de cine ingleses. Su historia conmovedora y cruda involucra de una forma especial porque escapa de la tragedia individual y se convierte en una reflexión sobre los secretos familiares y las trampas de la memoria. “Solo una cosa no hay. Es el olvido”, escribió el poeta Jorge Luis Borges. Seguro que los hermanos Lewis llorarían al leerlo.