Nº 2165 - 10 al 16 de Marzo de 2022
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáMientras el mundo está a punto de estallar en mil pedazos, sensación que quedó de manifiesto hace algunas noches cuando el fuego ruso cayó cerca de la mayor central nuclear europea instalada en Ucrania, los uruguayos miramos con más atención a nuestros temas locales, en especial al debate sobre los 135 artículos de la Ley de Urgente Consideración (LUC) sometidos a referéndum. Es una situación un tanto surrealista, aunque quizás necesaria. Francia, una nación más comprometida con el conflicto bélico, también debe encarar sus elecciones presidenciales en poco tiempo, aunque los sondeos de opinión muestran que los ciudadanos de ese país están más interesados en los peligros de la invasión a Ucrania y las obvias amenazas que ese tipo de conflicto implican que en cualquier otro tema de la agenda electoral. Eso en nuestro país, quizá por la lejanía o por algún otro factor determinante, no pasa.
En estos días el debate sobre la LUC se centró en si el presidente de la República, Luis Lacalle Pou, tiene derecho a defender personalmente la controvertida norma. Aunque parezca mentira, se cuestiona si corresponde que el mandatario justifique su propia gestión de gobierno y una ley que refleja lo que él y sus socios prometieron en la campaña electoral y en otras muchas instancias. Las reacciones de varios voceros de la oposición se pueden llegar a entender por la fuerte popularidad de Lacalle Pou, la mayor registrada a dos años de gobierno desde la restauración democrática. Pero incluso ellos saben que es un sinsentido que carece de fundamento pedirle que se abstenga de participar.
Por otra parte, no hay impedimento legal, como aseguran los expertos. Entendemos además que Lacalle Pou tiene la obligación de explicar sus planes y la manera en que algunos instrumentos como la LUC le pueden permitir ser mucho más eficiente en alcanzar los objetivos trazados. Argumentar, explicar, intentar convencer y evacuar las dudas que puedan surgir en la ciudadanía es una parte importante del trabajo del presidente de la República.
El camino por el que decida hacerlo es otra cuestión, pero no hay dudas de que debe ser lo más cercano posible a la mayoría de los ciudadanos. Conociendo mínimamente al Lacalle Pou, era bastante probable que decidiera asumir él la responsabilidad de quedar como el principal referente de la campaña por el No al protagonizar la cadena nacional para defender la ley cuestionada. Se puede criticar esa acción desde el punto de vista estratégico. Quizá ese no debería ser el mecanismo elegido por tener un retrogusto a imposición y escaso impacto electoral. Pero, vale la pena repetirlo, a través de este camino o de otro siempre es deseable que la principal autoridad política de un país “tome al toro por las guampas”.
En declaraciones al informativo Telemundo de Teledoce, Lacalle Pou dijo que descartó participar en asambleas o actos que puedan ser considerados partidarios. Como él mismo explicó, reconociendo su apasionamiento por el tema, tiene “miedo de cruzar la raya” y entrar en el terreno de la política partidaria. Coincidimos con el presidente en que se tiene que ubicar a otra altura para representar a todos los uruguayos y que haría muy mal en identificarse durante su mandato con una sola bandera. Eso sí daría argumentos sólidos a sus opositores. Pero muy distinto es hacer un discurso en la Asamblea General o hablar por cadena de televisión y radio para defender una norma de su gobierno. Eso sí que le cabe y está dentro de sus deberes.
“Es el proyecto de ley de todo el Poder Ejecutivo —explicó Lacalle Pou—, de toda la coalición de gobierno, y está el gancho mío, está la firma mía”. Pedirle que no defienda su gestión es como pedirle a un técnico de fútbol que no explique por qué juega como juega. Es buena cosa que quien puso “el gancho” no delegue, en algunas ocasiones, su responsabilidad. Esta, sin dudas, es una de ellas.