Lo nuevo en discos

Una buena noticia. Once años después de su edición original por Perro Andaluz, se reeditó el primer disco de Buceo Invisible, grupo de alta inspiración con una pata en la canción de autor y otra en el pop-rock. Música para niños tristes fue una rotunda sorpresa que cosechó un cúmulo muy poco habitual de elogios y puso en órbita a un colectivo que en sus “muestras” viste las canciones con poesía y artes visuales. La angustia, la incertidumbre y la tristeza se convierten en belleza en temas como Domingo, con su riff limpio y simple, una de las mejores canciones —junto a Pandemonios, de Cabrera— sobre este momento tan particular que es el atardecer dominical. Comitoína simple y Libélulas son otras buenas pruebas de cómo se puede convertir la amargura en luz. Y son el recuerdo de Álvaro Bassi, el cantante del grupo que murió en un accidente ocurrido en México, entre la grabación y la edición del disco. Irreal respira aire espeso y electrificado por guitarras que tejen una atmósfera densa y calma a la vez. Tu risa es una balada pop narrada por violas afiladas, con una melodía y versos dignos del Darno: “Todo es tu risa y no hay el tiempo”. Sobre suaves colchones de cuerdas, en El sueño de Goliat, Diego Presa revela su voz de barítono luminosa, melancólica y conmovedora, una de las mejores de la música uruguaya en el nuevo siglo. Este es un disco de enorme coherencia entre letras y músicas, y por eso perduró. Algunos aventuraron que esta poderosa bomba emotiva sería un mojón en la música nacional, y no se equivocaron. Y por eso ha vuelto. La reedición aporta tres bienvenidos bonus tracks: un demo acústico de Domingo, una reciente toma en vivo de Comitoína y la versión primigenia de Mariposas amarillas, grabada por Bassi en México.

Autor: Joaquín Sabina

Luego de ponerlo al borde del abismo durante años y de estar a punto de quitarle la voz, el tiempo parece hacer las paces con el viejo de Úbeda. “Superviviente, sí, maldita sea,/ nunca me cansaré de celebrarlo/si me tocó bailar con la más fea,/ viví para cantarlo”, dice en Lágrimas de mármol. Es tan autorreferencial y tan “esto ya lo viví” como siempre: “Ni ángel con alas negras,/ ni profeta del vicio,/ ni el Dylan español,/ ni vendedor de humo,/ ni juglar del asfalto,/ ni rojo de salón”. En el mismo acto poético en que lo niega todo, lo rubrica en modo testamentario. “La leyenda del suicida,/ y la del bala perdida,/ la del santo beodo,/ si me cuentas mi vida,/ lo niego todo”.Al fin y al cabo, escribir mirándose al espejo es un plato de la casa. Y si las canciones son buenas, un poco de soberbia no cae tan mal. Pues resulta que así escriben los buenos viejos rockeros: “Nos matábamos de ganas de vivir/ sobreactuando el vodevil de la bohemia,/ no dormir era más dulce que soñar/ y envejecer con dignidad, una blasfemia”. El ojo agudo y la mano maestra siguen ahí, como en Leningrado, clásica balada sabiniana capaz de hacer temblar la perita a más de un sesentón: “Tú con tu boina,/ yo con barba, viva el Che,/ recién conversos a la fe del hombre nuevo;/ no había caído el Muro de Berlín/ ni reventado el polvorín de Sarajevo,/ porque la revolución tenía/ un talón de Aquiles al portador”. El manchego lo negará todo en el Centenario en diciembre, y las entradas se ponen en venta el 22 de junio.

Título: El hogar de los distintos (Bizarro)

Autor: Walter Bordoni

Hay un hilo entre Dino, El Darno, Tabaré Rivero, Galemire y este señor. No por casualidad formó con ellos Los Kafkarudos, y en este disco hay una música póstuma del Gale.El octavo álbum de Walter Bordoni, en su clásica matriz pop-rock electroacústica a lo R.E.M., lo afianza como uno de los songwritters mejor inspirados de la música uruguaya. La mano experta en este terreno del productor Alejandro Ferradás saca el mejor brillo posible de estas once historias con lírica de gran valía: la mirada (auto)crítica sobre la inclusión, la diversidad, la tolerancia y la corrección de los discursos; la trágica procesión de apátridas por el Mediterráneo, una bella escena otoñal de una pareja de ancianos o un entrañable retrato de Buster Keaton: “El hombrecito triste de la cara de palo,/ acróbata colgando en la cuerda del olvido,/ entre el vino del desprecio y las mieles del amor”.

Título: Séptimo día, no descansaré (Sony)

Autor: Soda Stereo

Hace diez años el Cirque Du Soleil estrenaba Love, basado en la obra Beatle, y revolucionaba el concepto de banda sonora con la consigna de barajar y dar de nuevo en el estudio. Ahora, el emporio circense hizo lo mismo con Soda Stereo, banda en la que está basado el espectáculo estrenado en marzo en Buenos Aires y que llegará en 2018 a Montevideo. “El comienzo fue un big bang y fue caliente”, canta Cerati a capela desde ultratumba en la apertura del disco, y da pie al riff de guitarra, heroico y superactual. Esta obra se sostiene en la remezcla de las grabaciones originales, separadas en pistas, para crear nuevas versiones que se nutren de tomas en vivo, out-takes de estudio (registros descartados) y mash-ups, combinación armónica o rítmica de dos temas para generar uno nuevo. Charly Alberti y Zeta Bosio, los restantes miembros del trío dirigieron esta enorme intervención sonora desde las cintas originales, que demandó más de un año. Abundan los guiños y sorpresas, como la intro de Zoom, que suena apenas sugerida sobre el final del temazo que abre el disco, la ráfaga de guitarra de Persiana americana, los efectos en Hombre al agua o el inicio contenido en De música ligera. Gran oportunidad para viejos soderos y para neófitos de redescubrir la obra de uno de los pilares del rock en español.

Título: Menguengo (Perro Andaluz)

Autor: Eduardo Mauris

Hace un cuarto de siglo que este refinado guitarrista es rostro habitual en las salas, boliches y festivales, siempre en bandas ajenas. Y ahora es otro más que asoma la cabeza desde la cueva del anonimato, en la que viven tantos talentosos obreros sonoros. Grabado y mezclado en el estudio Mastodonte, de Gastón Ackermann, alterna jazz-fusión instrumental con atajos hacia la balada, nítidas huellas de la “música universal” hermetiana o gismontiana, y géneros puros, como el candombe que le da nombre y lo inicia. Es muy sugerente cómo su voz y las de María Bentancur y Rodolfo Vidal se ensamblan con esta sólida base instrumental. Por su salud auditiva, préstele el tímpano.

Título: The Time Verses (Criss Cross)

Autor: David Binney

Son pocos los jazzeros que saben ensamblar la electrónica con el be bop, que no es lo mismo que hacer fusión. El saxofonista alto y gran compositor David Binney siempre sorprende: cada disco suyo es diferente. Sus solos comienzan amablemente y pueden terminar en una alucinada intoxicación. Lo acompañan Jacob Sacks en piano, Eivind Opsvik en contrabajo y Dan Weiss en batería, además de la voz de Jen Shyu y el saxo alto de Shai Golan. Hay temas que son pinceladas y otros, una pequeña historia.

Título: Fantasma fiel (Epsa-Sony)

Autor: Leonel Gasso

No aparece todos los días un bandoneonista joven que interprete a próceres como Homero Expósito (Vete de mí) o Pedro Ferreyra (Biricuyamba), a íconos del rock como Spinetta (Seguir viviendo sin tu amor) y Fito Páez (Un vestido y un amor). Pero este, además, se anima con mayoría de piezas propias. Tango, candombe, milonga y pasajes improvisados de clara impronta jazzera se unen en este disco grabado en Carmelo, en el estudio de José Reinoso, pianista y productor del álbum. Completan el cuadro dos experientes sesionistas como Nino Restuccia (contrabajo) y César Durañona (batería). Este músico floridense, radicado en Buenos Aires donde se formó con maestros como Néstor Marconi y Raúl Garello, demuestra ser un compositor, instrumentista y arreglador de fuste. Y aunque el tango cantado no le llegue ni a las rodillas a un buen pasaje instrumental, el hombre se defiende en el micrófono.

Título: Goths (Merge Records)

Autor: The Mountain Goats

Con este proyecto Junto a Peter Hughes en bajo, el músico y escritor John Darnielle pasó de improvisar con una guitarra acústica y grabar de forma rudimentaria, a pulir profesionalmente sus sonidos, lograr la admiración de titanes como Lou Reed, ganarse una parcela en el Olimpo del indie y consolidarse como “el mejor narrador/cuentacuentos del rock”. Rain in Soho abre y le confiere el tono al disco, décimo sexto de la influyente banda, que esta vez prácticamente prescinde de guitarras. Bajo, percusión, sintetizadores y vientos le confieren forma y contenido a Goths, compuesto de 12 canciones (16 en la edición deluxe). No es álbum de música gótica sino de la experiencia de percibir el mundo desde esta subcultura. Envolvente y melancólico, Goths es muy diferente a otros discos de TMG. No engancha de una: es necesario dejarlo sonar, volver a canciones como Shelved, Abandoned Flesh y Wear Black, para descubrir que ya forman parte de uno.