Por momentos se hace difícil asociar el cuerpo y el relato. Este hombre veterano, de voz suave, extremadamente delgado y de pelo lacio y blanco, parece estar lleno de energía.
“Soy el máximo desarrollador turístico de Uruguay en la historia” afirma el empresario, que está decepcionado porque cierta gente de poder en Uruguay no le da valor
Por momentos se hace difícil asociar el cuerpo y el relato. Este hombre veterano, de voz suave, extremadamente delgado y de pelo lacio y blanco, parece estar lleno de energía.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáJuan Carlos López Mena está cerca de cumplir los 76 y su empresa Buquebus llegará a los 40 el próximo febrero. Como cuando recién empezaba y junto con su familia eran casi toda la tripulación del barco que cruzaba el Río de la Plata, el empresario sigue trabajando desde temprano de mañana hasta tarde en la noche.
Planea seguir haciéndolo mientras “la pasión esté viva” y no tiene previsto perderla pronto. Como muestra, asegura que tiene préstamos aprobados para seguir pagando hasta los 96.
Con ese dinero quiere concretar dos proyectos que harán crecer a Buquebus “dos o tres veces más” en los próximos años. El primero, que ya está en marcha, es un nuevo edificio en su terminal de Buenos Aires y costará unos US$ 50 millones. El segundo es el buque a gas —similar pero mejor que el Francisco— que se empezará a construir en Australia, costará unos US$ 120 millones y en dos años comenzará a navegar entre Buenos Aires y Colonia.
Esas dos inversiones hacen que el proyecto para construir una nueva terminal en Montevideo en la zona del Dique Maúa, que fue objeto de polémica en las últimas semanas en el Parlamento, no sea un tema urgente para el empresario, aunque le sigue interesando.
“El empresario es un tipo muy enamorado. Yo tengo amor por esto. El amor es el que te hace superar todo”, dice entusiasmado por el futuro.
—Empezó a trabajar a los 13 años en una fábrica de camisas, pero tuvo la posibilidad de entrar a un banco. Aunque el del banco parecía mejor trabajo, su madre le dijo que fuera a la fábrica porque algún día podía ser suya y el banco nunca iba a ser suyo. ¿Por qué cree que le veía una fibra de empresario?
—Cuando tenía ocho o nueve años tenía un tío gallego que manejaba muy bien las huertas. En Buenos Aires había muchos baldíos y mi tío tenía una manzana en Villa del Parque en la que empezó a plantar verduras para comer ellos. Le dije que si quería le vendía verduras en la feria. Entonces, le pedí a un vecino un carrito de madera, lo rasqueteé, lo lijé, lo pinté. Todo eso lo veía mi madre. “¿Y este qué va a hacer?”. Y bueno, empecé a vender. Mi tío me preparaba zapallitos y otros productos. Yo los lavaba y los lustraba, y forraba los estantes del carrito con papeles de colores que usaba para construir barriletes. En aquel momento los verduleros tenían las verduras con toda la tierra. En mi carrito había cola. Descubrí el marketing aplicado a un negocio en el que no había marketing.
Yo era un hombrecito chiquito. Iba solo a la feria. Mi padre era funcionario del Ministerio de Obras Públicas. Éramos de clase media baja. Mi padre iba en bicicleta al trabajo, cobraba y le daba el sueldo a mi madre que era la que administraba. Una vez mi padre le dijo a mi madre que quería arreglar la casa. Ella le preguntó cuánto podía costar. Eran entre 14 o 15 mil pesos. Mi padre pensaba sacar una hipoteca pero mi madre dijo que no. Nos dijo “vengan”. Fuimos al dormitorio, abrió un ropero y entre las sábanas sacó un sobre y le dijo: “Acá tenés los 14 mil pesos”. Era súper administradora. Mi abuela decía que había que ahorrar la mitad de lo que se ganaba. Se puede nacer pobre y salir adelante. El tema es la educación que te den. Yo hice escuela y liceo público. Eran buenísimos.
—¿Con la educación pública de hoy se puede lograr algo así?
—No somos todos iguales. No me puedo comparar con el que creó la computación. Hay gente que nace muy inteligente. Bueno, hay gente que nace empresaria. No hay universidad en el mundo que dé el título de empresario. El empresario es un emprendedor. Se imagina cosas y lucha hasta morir. Si tiene que arriesgar el 100% lo arriesga. Es un inconsciente.
—¿Se siente identificado con esa descripción? ¿Es un inconsciente?
—Soy el nato emprendedor. Acá está tan desprestigiado el nombre empresario… Un tipo hace una estafa y dicen “el empresario estafó”. ¡Pero no es un empresario! Es como un hombre que se disfraza de médico y hace una mala operación. Ese tipo fingió algo que no era para cometer una estafa. Eso no es un empresario. El empresario es un tipo de ética, de honor, paga puntualmente todos sus créditos, si no, no podés hacer esto. Si cumplís con los bancos tienen un concepto de vos muy bueno y así podés aspirar a que te presten un millón, después cinco, después 15, después 20. Es un tipo muy transparente el empresario, si no, no tiene créditos y sin créditos no se puede crecer.
—¿Cómo es un día de trabajo suyo? ¿Está todo el día metido en asuntos de sus empresas?
—Me despierto muy temprano y generalmente me duermo tarde. Vos tenés tu pasión de periodista, yo tengo la pasión de hacer cosas. Mientras la pasión esté viva no importa la edad. La pasión es crear cosas. Si yo no fuera emprendedor no pediría los préstamos que ya tengo adjudicados. ¡Tengo para pagar los próximos 20 años y voy a cumplir 76 años! Es decir, ¡hasta los 96 años voy a estar pagando préstamos!
—¿Alguna vez pensó o alguien le propuso meterse en política?
—No. Yo soy emprendedor. Los emprendedores somos lo que necesitan los políticos. Somos los que hacemos progresar, creamos fuentes de trabajo. El barco que voy a traer va a tener a unas 500 personas en Australia trabajando durante dos años y medio. Acá en 60 días vas a ver trabajando a 200 personas en la obra del edificio. Y los proveedores… Tenemos 3.000 proveedores entre Uruguay y Argentina. No perdería un segundo de vida en la política.
—¿Qué opinión tiene del fenómeno de que varios empresarios se estén volcando a la política, como Mauricio Macri o Donald Trump?
—Me parece positivo en la medida en que hagan las cosas bien. No que haya empresarios en la política, eso no importa. Macri empezó con Boca e hizo un gran trabajo. Después fue gobernador de Buenos Aires, estuvo dos períodos en los que hizo muchas obras. Por algo ganó las elecciones. Ahora van a hacer dos años que está, y mal no está gobernando. Argentina empezó a crecer.
—¿Por qué cree que los empresarios se están volcando a la política?
—Macri ya no es empresario. Hace un montón de años que está en política.
—Pero hay varios más. Trump, en Uruguay está Edgardo Novick.
—No es un tema que me interese hablar porque para hablar algo hay que pensar y saber algo. Yo de política sé votar nada más, y mi voto es independiente, libre. La gente está cambiando, están cambiando los parámetros. Creo que ahora cualquier joven busca que lo gobierne gente eficiente porque quieren vivir mejor. Entonces, ya las banderas políticas se están perdiendo en el mundo. La gente vota gestiones, que haya buenas gestiones.
—Hace un rato hablaba de la mala reputación de los empresarios...
—El periodismo tiene la culpa, mezcla al empresario con un estafador. El empresario es ético, si se funde se funde. Se queda en la lona. Por eso el riesgo de un emprendedor es muy grande. Yo soy de ese estilo. Mi coche está a nombre de la empresa. Todas mis propiedades están a nombre de la empresa.
—¿Su casa también?
—Sí, todo. Y cuando firmo, firmo por todo. Soy garante de todo.
—¿Si se funde entonces se queda en la calle?
—Si me fundo tengo que ir a Búsqueda y pedir un puesto para barrer.
—¿Considera que fue una mala decisión empresarial haber aceptado participar de una posible salida al cierre de Pluna?
—No, eso fue todo un invento en el que estuvo metido Búsqueda. Fue uno de los protagonistas y tengo pruebas. Es todo una historia inventada de la que no quiero hablar. Preguntale a la Justicia quién soy yo en ese caso.
—¿Se está refiriendo al caso del aval del Banco República con el que Cosmo se presentó a la subasta? Fueron el exministro de Economía, Fernando Lorenzo, el expresidente del BROU, Fernando Calloia, y algunos funcionarios del banco quienes en la Justicia sostuvieron que usted tuvo un rol protagónico. Incluso llegaron a decir que había intervenido en el contenido del aval por teléfono.
—Todo es un invento y la prueba está en la Justicia. ¿Cuántas veces me citó? Una sola y como testigo. Me pidieron disculpas. Yo estoy a la orden de la Justicia, por supuesto. Desde que terminó ese tema yo sigo invirtiendo, tomando empleados y progresando. Fue todo un invento. Lo que pasa es que los periodistas en vez de ir a leer el dictamen judicial o mis declaraciones inventan cualquier historia.
—Lo que sucede es que en el expediente, por ejemplo, también hay declaraciones de Calloia que afirman que usted le dijo que evaluaba acogerse a la figura de testigo arrepentido porque le había mentido a todo el mundo.
—Te digo una cosa, yo estoy acá con vos para hablar del futuro. Para hablar de mentiras no estoy. La verdad que no estoy. Si no, cortamos acá.
—En este repaso de su trayectoria como empresario parece un momento importante del que hablar…
—No, no. Fue una anécdota tonta. A mí no me afectó para nada.
—¿Fue uno de los momentos más tensos que le tocó vivir como empresario?
—No, para nada. Los que somos emprendedores no le tenemos miedo a los fantasmas. Sabemos que existe la envidia. ¿Sabés lo que decía Aristóteles? “Desgraciado aquel hombre que no es envidiado”. Si no sos envidiado es porque no hiciste nada.
—¿Siente que su imagen se vio afectada?
—No, para nada. El que cree y se aprovecha de eso es porque es un ruin. Una persona de bien nunca corta leña del árbol caído. Y quien cree que el árbol está caído está equivocado. Yo nunca progresé tanto como en estos últimos años y lo que tengo proyectado y en vías de ejecución… Hoy lo que se ve de Buquebus es la punta del iceberg. En dos o tres años puede ser dos o tres veces más grande. ¿Te parece que una empresa que vende casi 180.000 camas por año a un país como Uruguay, que crea miles y miles de puestos de trabajo en terceras empresas…? Yo soy el mayor desarrollador turístico que tiene Uruguay en la historia. Todo esto que voy a invertir acá es para llevar gente a Uruguay. Estoy invirtiendo US$ 50 millones en la terminal. Todo para que vaya la gente a Uruguay. ¿A vos te parece que una persona así puede estar en pelotudeces, en menudencias, en chismes? Si estuviese en esas cosas no estaría sentado acá, sería un jubilado, un exfuncionario.
—Le hago dos preguntas más sobre el episodio de Pluna…
—Estás preguntando por cosas que se murieron, ocupate del futuro.
—Este hombre por el que le voy a preguntar sigue vivo. En el libro de Fernando Amado usted decía que José Mujica…
—¿En el libro de quién? No lo conozco.
—De Fernando Amado, el político del Partido Colorado que escribió el libro El club de los millones. Lo que decía usted era que Mujica prometía cosas que después no cumplía. ¿Qué incumplimiento tuvo con usted?
—No tengo nada que opinar. Si opino algo le puedo hacer un daño a Buquebus.
—No se bajó todavía de la candidatura para 2019.
—Aparte, Mujica escribió un libro (se refiere al libro Una oveja negra al poder)...
—Lo escribieron Andrés Danza y Ernesto Tulvobitz.
—No lo leí, me lo comentaron. Ahí Mujica dice que si hubiese varios López Mena el país sería mejor. Lo dice Mujica. Es lo que dice un presidente de mí. Si le preguntan a Tabaré, Lacalle o Sanguinetti podrían decir lo mismo, porque yo nunca le pedí favor a ningún partido político. Yo no le debo favores a ningún político. Al contrario, siempre que me pidieron ayuda se las di pensando en Uruguay.
—¿El episodio de Pluna te llevó a desconfiar más de la clase política?
—No, para nada. Son fallas humanas que siempre hay. Trabajo desde los 13 años y desde los 19 y medio tengo empresa, nunca tuve ni una convocatoria, ni una quiebra… Soy todavía inmaculado. Eso no es producto de la casualidad. Preguntale al Banco República, al Banco de Galicia. Tengo cuentas hace 50 años. Sigo siendo cliente y todo diez puntos. Conmigo el Banco República ganó fortunas. El Santander, el Itaú… Y tengo los intereses más bajos que se dan en Uruguay. Por algo me hacen los intereses más bajos, porque soy confiable y pagador. Así que, ¿qué me puede hacer si Calloia u otras personas dicen algo? Es problema de ellos. Yo con el Banco República sigo trabajando sin problemas.
—Habla muy seguido sobre la ética empresaria...
—Hoy el honor está bastardeado, pero para mí es lo más importante. Lo más valioso que tiene una persona es el honor, no el dinero, ni los bienes, ni las empresas. Al honor no le da valor el periodista. Cuando reproduce una difamación, por error o por lo que sea, está lesionando el honor de una persona. Y el periodista alegremente te lesiona el honor. Antes no se hacía eso. Antes los que escribían en los diarios eran grandes intelectuales que tenían sentido del honor.
—Terminaban en duelos.
—Ahora hubiese matado a varios (bromea). Hoy el honor no te lo contabiliza nadie. Se ha perdido el honor en tu patrimonio y es el patrimonio más importante de una persona.
—Retomando el oficio de empresario, ¿cuáles serían los preceptos de esa ética empresaria?
—Cumplir estrictamente lo que se promete y lo que se firma. Y si mañana hay un problema económico en la región y al empresario le va mal, tendrá que vender todo lo que tiene y pagarle a todos. Nosotros cuidamos tanto al cliente que viaja en Buquebus como al proveedor. Somos la única compañía en Uruguay que consigue créditos del exterior a tasas de 3,5%. Ni Uruguay consigue créditos a esa tasa. Por algo es. Y son todas entidades superfuertes y de primer nivel. A eso no le dan valor. En Uruguay no le dan valor a nada. La verdad es esa.
—¿Está decepcionado con Uruguay?
—No, no. Estoy decepcionado con determinada gente de poder en Uruguay. No tienen el más mínimo sentido de nada ni le dan importancia a una persona que trabajó 60 años denodadamente. No le dan importancia.
—Le he escuchado decir que el empresario no tiene que pedir nada a los políticos y estar al servicio. Otra de las cosas que incluye en esa ética empresaria es que el empresario tiene que desear ser el primero, tiene que tener instinto de competencia. ¿Cómo se relacionan esas dos condiciones?
—Es un equilibrio que pueden hacer los que saben mucho. No es para cualquiera. Por ejemplo, soy el primero en el mundo que puso un buque a gas y con su propia planta de gas licuado. ¿Qué otra empresa en el mundo? Ninguna. Sin embargo, los políticos no dan bola, no les interesa que contamines el 80% menos. Te cobran lo mismo, te aumentan los impuestos igual… Acá uno hace las cosas porque tiene principios, porque a mí hacer este barco a gasoil me costaría entre US$ 30 y US$ 40 millones menos. Bueno, eso es parte de la ética.
—¿La línea La Habana-Miami en qué está?
—En nada. Se perdió eso. No me planteo más hacer cosas que dependan de la política. Cuando (Barack) Obama promovió el acercamiento me invitaron otra vez, estuve con el ministro de Inversiones de Cuba, gente de Washington. Fijate si lo hubiera hecho, ahora vino Trump y están por cortar relaciones de vuelta. Si una empresa se mete en eso que es político no sabés a dónde vas a parar. Construí la terminal en Key West (Miami) la doné a la ciudad. Gasté diez millones de dólares. Ahora ni que me lo pidan de rodillas voy.
—¿Hay algún candidato que le entusiasme para las próximas elecciones?
—No. No he pensado en eso. Y si yo elijo un candidato, pobrecito, le hago perder votos. No le haría ningún favor.