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    Los arriendos de campos

    Sr. Director:

    Costos del campo. Es prácticamente imposible pedir coherencia y sensatez cuando los políticos, sindicalistas, gremialistas y en general los que defienden un statu quo hablan de situaciones y números. Me refiero en particular a los dichos del senador Mujica y de la vicepresidente Topolansky, entre otros, que han comentado que les llama la atención que nadie hable sobre el costo de los arriendos de campos, que fueron de unos 600 millones de dólares el año pasado, y critiquen la carga tributaria que para el campo fue de 280 millones. Dicho así parece fácil y lógico determinar dónde está el problema. Pero, analicemos un poco estas cifras. A los aportes del campo hay que sumarles el sobrecosto en el precio de los combustibles, que algunos han calculado en unos 300 millones de dólares durante el año pasado, con el fin de rescatar de la quiebra a Ancap. Los valores de los arriendos están gravados con 10,5% por el IRPF, o sea que de la cifra mencionada, 63 millones los percibe el Estado en forma directa. Luego el arrendador debe incluir en sus costos la contribución inmobiliaria, que con el incremento del valor de la tierra representa una suma importante, el impuesto a Primaria (en los casos que corresponda) y el impuesto al patrimonio por la posesión de estos bienes. Estos impuestos que debe afrontar el dueño de la tierra obviamente los traslada al precio del arriendo, así que el que los termina pagando es el productor. Ahora, luego de este simple planteo, veamos cómo quedan las cifras mencionadas. El campo paga 280 millones en forma directa, más de 300 por sobreprecios y unos 200 por el traslado de los impuestos al poseedor de la tierra, lo que representa unos 800 millones que van a las arcas del Estado. Con respecto a los 600 de los arriendos, si les quitamos la participación del fisco, les queda en forma neta a los arrendadores unos 400 millones. El agro, en general en todos sus sectores, es tomador de precios, no los genera. La actividad es usuaria intensiva del transporte (camiones), utiliza servicios de talleres mecánicos, herrerías, carpinterías, metalúrgicas, ferreterías, barracas, veterinarias, profesionales (veterinarios, ingenieros agrónomos, contadores, ingenieros en general), etc., etc. Todos estos servicios y prestadores fijan sus precios trasladando sus cargas impositivas a sus costos, por lo que en definitiva la carga fiscal de todos los mencionados termina trasladada a los precios que paga el campo. Lo que produce el campo en general son commodities, no fija los precios de cereales, carne, leche, arroz, incluso los de frutas y verduras tienen el techo de los valores de estos mismos productos importados. Si a la cadena se le aplican altos impuestos y ajustes fiscales periódicos, sumado a sobreprecios de tarifas públicas, todo esto termina en el costo del campo, que no lo puede trasladar a precios. Si a esta realidad le sumamos el reconocido y aceptado atraso cambiario, empezaremos a entender cuál es el planteo de los autoconvocados. Los números mencionados seguramente no se ajusten estrictamente a los reales, pero el análisis que planteo contiene consideraciones que corresponden. En conclusión, el manejo arbitrario y panfletario de números no ayuda a la búsqueda de las necesarias reformas, o al menos de concordar en el camino que hay que transitar para llegar a estas. En mayor o menor medida nos hemos convertido en soberbios e irónicos defensores de posiciones ideológicas, sin capacidad para analizar y entender, y así será difícil encontrar soluciones.   

    Daniel H. Báez

    CI 1.465.895-4