Nº 2271 - 11 al 17 de Abril de 2024
Nº 2271 - 11 al 17 de Abril de 2024
Accedé a una selección de artículos gratuitos, alertas de noticias y boletines exclusivos de Búsqueda y Galería.
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáLa realidad, por muchos motivos, es imposible de predecir. La subjetividad o arbitrariedad de un líder poderoso puede cambiarlo todo. En lo ambiental el clima es caótico y no podemos saber qué productividad tendrá la economía que funciona a cielo abierto. Por otra parte, nuestra percepción es limitada y no logra captar la infinidad de datos que emergen día tras día. Tal vez algún día una inteligencia artificial general podrá superar esa limitación humana.
La hipótesis de un mecanismo de captación de toda la información y lograr la capacidad de predecir es un hito de la teoría científica, la hipótesis de “el Demonio de Laplace”. En 1814, el físico llegó a la conclusión de que si una entidad contase con la información total, algo que supiera con exactitud la posición, composición, movimiento de todos y cada uno de los átomos, podría proyectar con exactitud el futuro del universo.
La teoría evolutiva de Darwin generó resistencia entre filósofos respetables porque contradecía la idea de Laplace. Hay una aleatoriedad irreductible. Al introducir el azar como fuente de variación impredecible de las mutaciones genéticas dentro de la teoría. Esa inagotable fuente de variación capaz de generar especies nuevas, derivadas de individuos, cada uno con sus variantes diferenciadoras. No podemos predecir las mutaciones, ni las características de los virus futuros.
De lo anterior no deriva que nada pueda predecirse. Cientos de predicciones firmes nos acompañan. Veremos el sol después de esta noche, envejeceremos, luego de nacer tendremos una curva de crecimiento en forma de S o sigmoide, seamos humanos, vacunos o pastos.
Tenemos tendencias que nos evitan la incertidumbre total, tenemos factores impredecibles.
Si la biología o el clima son solo apenas medianamente predecibles, tanto más para la economía y sus variables clave. La encuesta de expectativas del Banco Central hace años que recoge proyecciones que luego quedan por encima de la realidad del dólar.
Dado que por estas y muchas otras razones las predicciones son frágiles, suele trabajarse con escenarios posibles, coherentes, bajo diferentes circunstancias. Ya que nunca llegaremos a la predicción exacta, podemos al menos evaluar los escenarios posibles y evitar sorpresas.
La fortaleza del peso uruguayo tiene también distintos escenarios por delante, tras cuatro años en los que le ha ganado al Índice de Precios al Consumo (IPC), y una trayectoria más prolongada, de ya casi 20 años de fortaleza. Cíclicamente ha ocurrido que tras 20 años de fortalecimiento del peso llega una fase devaluatoria. Ocurrió así en 1982 y en 2002. Actualmente, tras 20 años de fortalecimiento de la moneda ¿qué sucederá?
Podríamos considerar que tenemos tres y solo tres escenarios por delante. Que el dólar suba como en los ciclos anteriores, significativamente más que la inflación, es decir que el desbalance se reduzca; o que se mantenga; o que el desbalance actual aún se profundice. Eso desde un punto de vista meramente matemático es incuestionable. Podemos como siguiente paso asignar probabilidades a cada uno de los tres escenarios. O aún simplificarlos, o bien la pérdida de competitividad monetaria se corrige, o no lo hace.
Le propongo al lector que mire el futuro a uno y a cinco años. El dólar en abril de 2025 puede estar hipotéticamente en $ 39 y el atraso del dólar profundizarse, en $ 42 corrigiendo levemente o de $ 50 para arriba, corrigiendo los desfasajes generados previamente.
Si ocurre una depreciación fuerte, el agro no tiene urgencia en diferenciarse. Tiene que apuntar al volumen de producción. Por supuesto habrá productores que vocacionalmente diferencien el producto, pero en los resultados económicos el vender más kilos tendrá mucho peso.
En ese escenario los exportadores se sacan esa mochila y caminarán ágiles, muy probablemente.
Pero es importante evaluar cuál es la estrategia del agro si el escenario que predomina es el de un atraso cambiario sostenido y sostenible. Supongamos que Uruguay mantien una inflación de país desarrollado, de 3%, y el dólar sube en esa misma proporción de 3% por año, por varios años más. Más allá de juicios de valor, para un ministro de Economía y para buena parte de la población es un escenario atractivo.
Allí para el agro se instala en el mediano plazo una lógica de alta exigencia. Muchos productores consideran que si el atraso cambiario no se revierte no es viable continuar. Pero otros, por más escala o más rebeldía, por más vocación o por el compromiso de continuar la evolución de una empresa que iniciaron sus antepasados, optarán por continuar y en la medida de lo posible adaptarse y seguir creciendo.
Algunos de los lineamientos estratégicos para un escenario en el que Uruguay se vuelve estructuralmente adverso en lo cambiario tienen a nuestro entender los siguientes lineamientos.
El primero es la producción de precisión. El cimiento de la competitividad debe ser una ciencia muy sólida detrás, que llegue a la práctica: ganadería y agricultura de precisión. Así compiten en Oceanía, con otras sociedades y otras macroeconomías, pero con ciencia descollante atrás. Genética de precisión, inteligencia artificial, internet de las cosas, fotointerpretación, planificación en base a resultados alcanzables que luego se logran. Tecnologías de automatización que bajen costos salariales.
El segundo punto es el agua. En un agro de márgenes exiguos, un traspié productivo puede ser fatal y los veranos serán inexorablemente cada vez más peligrosos. Vamos rumbo a un cuarto años de Niña en la próxima primavera o verano, de los últimos cinco.
El manejo del agua será un factor crucial. Aquellos productores que no entiendan la gravedad de la situación climática y la subestimen no tomando medidas de adaptación les pasará como a todo lo que en la evoloución no ha logrado adaptarse a los cambios del entorno. Se convierten en recuerdos.
Y la adaptación empieza por suelos sanos. Sobre los que se agrega una política de aguas, de sombra, en ganadería de parcelas.
El tercer factor es la eficiencia contable y de mercados, o evitar gastos por impericia contable, monitorear periódicamente la marcha de la empresa, austeridad en los costos por un lado. Las contabilidades prolijas se hacen imprescindibles, y de ser posible realizadas por profesionales de la contabilidad que conozcan detalladamente el negocio agropecuario. Optimizar las ventas, capturar los mejores momentos en la compra-venta.
La productividad se puede medir en kilos por hectárea corregidos por insumos. Pero también por precio por tonelada obtenido. Así como hay un costo de oportunidad hay un precio de oportunidad al que debemos estar atentos. Si produzco 10 Rolex por mes soy más productivo que si produzco 10 relojes de marca no reconocida. En un país caro los productos indiferenciados se vuelven inviables.
El cuarto aspecto es el agregado de valor. Entender la crisis climática y biodiversidad permite comprender que es lo que más se va a valorar en el futuro. Si la biodiversidad es cada vez más escasa su valor irá en aumento. El carbono en el suelo, en las raíces de un pastizal o en los árboles será cada vez más valorado. Lo escaso se valoriza, lo que ayuda a solucionar un problema grave también. Es además una estrategia sinérgica con la de la acumulación de agua.
Un quinto punto a destacar es la calidad de vida y legado. El esfuerzo de llevar adelante una empresa tiene que ser recompensado, cuanto más mejor. Pero además de la recompensa monetaria a la que apuntan los cuatro aspectos anteriores, hay otra recompensa muy valiosa, tal vez la más valiosa. Se llama calidad de vida en el campo. Relevamiento generacional, sensación de hacer lo que está bien. La biodiversidad cumple muchas funciones globales, pero cumple otras a nivel personal, individual y empresarial. El placer de ver cada vez más aves en el entorno es uno.
Pero tal vez lo más valioso o satisfactorio es ver niños felices en un campo, la familia del productor, los hijos de un trabajador o trabajadora que juegan, pescan, recorren sin peligro y observando el paisaje más bello. El éxito definitivo de una empresa es su persistencia en el tiempo y eso requiere relevos. El relevo generacional es más fácil cuando las generaciones nuevas han disfrutado de la empresa desde su niñez.
Uruguay puede ser estructuralmente caro, por su capacidad diferencial de captar inversiones. Aún así puede valer la pena seguir en una actividad agropecuaria que tenga márgenes, pero además una calidad de vida y un disfrute diferencial a otras actividades.
Quizás en algunos años una devaluación estalle o China vuelva a pagar platanales por las materias primas o el clima se vuelva benévolo como por arte de magia. Pero si esos escenarios no se dan, conviene tener una estrategia a mano. Entendemos que estos son cinco pilares fundamentales de esa estrategia.