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    Los mandos de la Armada iniciaron el proceso de cambio de su antiguo esquema de organización, que le ha generado “divisiones”

    El somalí Mohamed Abdi Hassan, alias el Bocaza, era hasta que lo apresaron en octubre uno de los piratas más temidos del mundo. Se le atribuye haber participado o ideado secuestros de barcos en aguas internacionales en los que mantenía a los tripulantes cautivos en condiciones inhumanas. La aparición de piratas modernos, sin sables pero con armas automáticas y barcos veloces, es un ejemplo de los nuevos desafíos que enfrentan las marinas de todo el mundo y que dejan en un segundo plano su histórico rol militar.

    Durante una entrevista con Búsqueda el comandante en jefe, Ricardo Giambruno, y el jefe del Estado Mayor, Daniel Menini, opinaron que la Armada uruguaya no escapa a esa realidad y por eso necesita cambios “trascendentes” y que “rompen paradigmas”.

    “El rol de la Armada, si bien el principal apunta a lo militar, a la defensa, en épocas en que las crisis no se visualizan en el horizonte con claridad, las tareas secundarias comienzan a tener un rol importantísimo”, explicó Menini.

    Una de las transformaciones que impulsa Giambruno es crear un Cuerpo de Comando que nuclee lo que hasta ahora son el Cuerpo General, el Cuerpo de Administración, el Cuerpo de Ingenieros y Máquinas y el Cuerpo de Prefectura. “La Armada es una sola” y necesita que los oficiales que egresan de la Escuela Naval puedan cumplir “varias tareas”, sostuvo el comandante en jefe.

    A las autoridades de la Armada les preocupa la falta de aspirantes a oficial y los problemas de recursos materiales, una combinación que deja a la institución con “capacidades limitadas” para cumplir sus tareas.

    Pero además, las modificaciones generan resistencias en la Armada, admite Giambruno, y las atribuye a que es difícil “cambiar la mentalidad” en una institución militar. “Hay varias gentes que creen que de pronto sus expectativas son cambiadas, que sus reglas de juego son cambiadas cuando llegaron a determinada jerarquía”, añadió.

    En mayo de 2012 Giambruno asumió en sustitución de Alberto Caramés, quien era indagado en la causa sobre actos de corrupción que ya habían provocado el procesamiento de varios oficiales de la Armada, entre ellos el excomandante en jefe Juan Fernández Maggio.

    Según Giambruno, a partir de esos incidentes la Armada mejoró sus sistemas de compras con el objetivo de evitar que se repitan, aunque todavía no logró levantar la moral de la fuerza.

    Lo que sigue es una síntesis de la entrevista.

    En el Plan General 2014 de la Armada usted afirma que debe haber cambios en la institución. ¿Por qué son necesarios esos cambios?

    Ricardo Giambruno—Como toda organización, la Armada se va aggiornando con el paso del tiempo. Nosotros tenemos una organización que responde a los años 1930, con una estructura que respondía a una realidad diferente a la que hoy tenemos. La estructura de cuerpos cumplió una tarea en su tiempo, pero hoy tener diferencias en quién puede ascender y quién no, quién puede desarrollar ciertas tareas y quién no, nos ha generado problemas y nos ha generado divisiones. Necesito tener disponibles oficiales para prestar servicios en una gran gama de tareas que van desde balizamiento, reparación de motores, guardias en buques, guardias en Prefectura. Mi idea es que todo el espectro de gente que ingresa a la Marina pueda realizar varias tareas. La Armada es una sola.

    No puede ser que en segundo año de la Escuela Naval uno elija una cosa en función de lo que le dicen y que pase el resto de su desempeño en la Armada sin tener ningún vaso comunicante como para decir ‘puedo desempeñar otra tarea’.

    Daniel Menini—La evolución de la institución es una necesidad imperiosa para adaptarla a los nuevos tiempos. Hoy en día el ámbito marítimo ha tenido un crecimiento exponencial en todos los órdenes y la institución debe acompañar ese incremento, porque es la Armada la que se encarga de fiscalizar las actividades que se desarrollan en el mar: tráfico, explotación de recursos itícolas y la futura explotación de recursos minerales. El rol de la Armada, si bien el principal apunta a lo militar, a la defensa, en épocas en que las crisis no se visualizan en el horizonte con claridad, las tareas secundarias comienzan a tener un rol importantísimo. Entonces, el buscar unificar los cuerpos de la institución lo que pretende es mayor flexibilidad en el uso de los recursos humanos, sin perder de vista la importancia de cada uno de los roles que cumple la institución.

    ¿Necesitan mejorar el uso de recursos humanos porque hay problemas de reclutamiento?

    RG—Evidentemente tenemos algún tema de reclutamiento, que está mejorando hoy en día. El horizonte del país es enorme, hay una oferta de trabajo muy importante. Deberíamos tener 30 oficiales que se reciban por generación, en las últimas generaciones recibimos 15, 14. Y aparte divididos en cuerpos. La última vez que estuve en la Escuela Naval hubo cinco egresos de Cuerpo General, cuatro de Prefectura y cinco de Máquinas. Si alguien cree que con 15 personas vamos a poder cubrir todas las vacantes que tenemos, bueno... Entonces, la idea es que durante los cuatro años de Escuela Naval se cree un guardia marina que pueda cumplir con varias tareas, y a medida que va avanzando en su carrera hace cursos, va creando su patrón de la carrera. Estamos tratando de que todos puedan llegar a los cargos de jerarquía. Hoy solo puede ascender quien tiene la especialidad Cuerpo General, los demás no ascienden. Creo que eso no es aceptable.

    ¿A qué atribuye que haya resistencias internas que generan los cambios que plantea?

    RG—Esto es una organización muy militar, muy jerarquizada y los cambios generan resistencias. Cambiar la mentalidad genera resistencias.

    DM— Sobre todo cambios que son trascendentes, porque estamos hablando de cambios que rompen muchos paradigmas y que van al fondo de la institución.

    En un momento se habló de pasar la Prefectura al Ministerio del Interior. ¿Qué opina al respecto?

    DM—En un país con los recursos escasos que tiene este, sería un lujo demasiado costoso tener dos instituciones que se vuelquen a tener la fiscalización y el control sobre un mismo ámbito.

    RG—Yo oficialmente nunca vi eso, sí escuché comentarios. El presupuesto del país es muy acotado, es un error dividirlo para hacer la misma cosa en el mar cuando en el mundo la mayoría utiliza de mejor manera posible la Armada para realizar esa tarea.

    En Prefectura es donde los cambios parecen haber generado más resistencias. ¿A qué lo atribuye?

    RG—No creo que sea solo en Prefectura. Hay varias gentes que creen que de pronto sus expectativas son cambiadas, que sus reglas de juego son cambiadas cuando llegaron a determinada jerarquía, no solo en Prefectura, sino también en Cuerpo General, Máquina. Hoy el prefecto es un capitán de navío y ascenderlo a contraalmirante implicaría que en los próximos 6 años hay compañeros de él que no van a llegar. Eso ha generado ciertas resistencias, porque elegir a determinadas personas implica que otras no van a llegar.

    Usted plantea que crecen las tareas para la Armada, pero la tasa de reemplazo de oficiales parece no cubrirse...

    RG—En la última Rendición de Cuentas se estableció que podemos complementar los egresos de la Escuela con la posibilidad de incorporar como cuerpo auxiliar hasta una cantidad aproximada de 30 personas. No es solo un problema de la Armada, lo mirás en otras fuerzas y es muy parecido. Competir con la industria privada es complicado porque ofrecen mucho mejores sueldos. Todos los días veo gente yéndose a la industria privada.

    Es evidente que la mayor cantidad de misiones implica mayores medios materiales, buques, etcétera. ¿Cuál es el estado de esos medios materiales en la actualidad?

    RG—Nuestra flota tiene en promedio 47 años de antigüedad. Las fragatas francesas son del año 62. Yo fui a buscar la primera de ellas en 1988, y de esas tres originales no queda ninguna en servicio. Quedan las dos portuguesas, que son de la misma clase, pero que vinieron en 2008. Ahora estamos pensando en conseguir embarcaciones de menor tonelaje que las actuales, con helicóptero, con 40 hombres de tripulación. Pensamos en otro tipo de cosas, barcos multipropósito, no barcos de guerra, sino para enfrentar casos de contaminación, pesca ilegal, incendios, una cantidad de cosas que nos permitan estar y hacer un control efectivo de lo que sucede en el mar.

    DM—Hoy en promedio tenemos en nuestras costas, o sea en río Uruguay, Río de la Plata y frente marítimo, en todo momento, entre 300 y 350 buques. Y esos son los que nosotros vemos, porque ellos cooperan y quieren que los veamos. Nosotros no tenemos en la actualidad la capacidad de detectar a quienes no se quieren dejar ver. Por eso aspiramos a tener buques que no son de especificación militar, sino que tienen características militares pero otras que no lo son y al mismo tiempo una cadena de radares que nos permita la detección costera de todos los buques, incluidos aquellos que por razones obvias no quieren que se note su presencia en nuestras aguas. Tres patrulleros de alta mar con sus helicópteros y una cadena de radares desde Nueva Palmira hasta Santa Teresa.

    ¿Son probables esas adquisiciones? Hace mucho tiempo que se habla de ellas.

    RG—La cadena de radares yo creo que estamos bastante más avanzados para poder concretarla. En cuanto a los patrulleros estamos buscando alternativas. No solamente tiene que ser comprar. Puede ser comprar y también construir, por ejemplo, lo que implica trabajo e inversión en Uruguay, transferencia de tecnología. Hay varias ofertas y la Armada le ha entregado al Ministerio una valoración de cada una y de qué es lo que se considera mejor. También estamos tratando de aprovechar un convenio de cooperación con Brasil, que construye unos muy buenos guardacostas y estamos tratando de sumarnos a ese esfuerzo.

    Mientras eso no se concreta, las capacidades de la Armada...

    RG—...son limitadas. Son limitadas. Tratamos de hacer lo que podemos con los medios que tenemos.

    En todo caso, la hipótesis bélica no parece estar presente.

    RG—Lo dijo el ministro. Los enemigos ya no tienen banderas, pabellones, hoy en el mundo hay piratería...

    DM—El futuro va a marcar que los recursos van a ser motivo de conflicto y eso no nos puede tomar distraídos. Si bien yo mencioné que en el horizonte cercano no hay crisis y que es eso hace que las tareas secundarias cobren mayor dimensión, no quise decir que no existe la posibilidad de que ello ocurra. Siendo realistas buscamos un tipo de buque que nos permita atender esta realidad de hoy pero sin renunciar jamás a la posibilidad de adquirir medios que en el futuro nos permitan garantizar la defensa de nuestra soberanía.

    RG—Yo le entregué al ministro una ley de Brasil donde Petrobras le entrega un porcentaje de las regalías petroleras en Brasil a la Armada porque necesita desarrollarse y custodiar lo que se está haciendo. Yo no pretendo parecerme a Brasil, no pido el 10% ni el 20%, no hablé de números, pero sí digo que si Uruguay está hablando de instalar plataformas en el mar, toda la organización debe sostener a lo que está atrás. Si no tenés los buques y los helicópteros para enfrentar una emergencia, apagar un incendio, transportar un herido, los seguros se encarecen mucho. Y estamos hablando de que para hacerlo hay que trasladarse a 180 millas de la costa y volver. Se requieren helicópteros y barcos de mucha autonomía y porte.

    ¿El nivel político entiende sus demandas?

    RG—Absolutamente.

    ¿No se siente el costo político de explicarle a la sociedad un gasto de decenas de millones de dólares como ese?

    RG—Yo lo he hablado con el ministro de Defensa Nacional, y uno lo ve en cada una de sus declaraciones en las que habla sobre todo lo que es la Armada y todos sus desafíos, no hay ninguna duda de que tiene muy claro que hay que potenciar...

    ¿Entienden que los casos de corrupción que involucraron a la Armada tiempo atrás pueden estar incidiendo de forma negativa en su capacidad de negociación o de reclamo de este tipo de inversiones ante el poder político?

    RG—Sé cuáles fueron los hechos, los vivimos, asumimos nuestra responsabilidad, pero creo que no es así. Siempre ha costado mucho convencer de cuáles son las necesidades. Soy muy optimista. ¿Que falta una decisión? Sí, pero estamos en una año muy especial por las elecciones y creo que a corto plazo va a haber definiciones. Lo que pasó en la Armada fue una eclosión, es algo que aún no hemos terminado de resolver, pero esa gente ya no está más, la Justicia ha procesado el tema, y no creo que sea ese el problema.

    DM—Estamos en otro camino, muchas de las reestructuras apuntan a esto.

    RG—Nos llevó un tiempo muy largo el lograr funcionar como deberíamos funcionar, a trabajar de nuevo como deberíamos trabajar. No era fácil pero hoy lo estamos logrando: ejecutamos todo auditado, cambiamos según lo que nos dicen las auditorías, estamos evaluando cambios en los sistemas de compras...

    DM—Hay que ser sinceros: la credibilidad se pierde rápidamente y se recupera trabajosamente. Estamos en eso. No sabemos si esto nos condiciona, pero es lógico suponer que en parte puede ser. Lo único que tenemos para hacer es seguir mejorando y trabajar.

    ¿La moral de la fuerza se ha recuperado luego de ese golpe?

    RG—Todavía nos quedan asignaturas pendientes que estamos trabajando. La moral no solo implica determinado tipo de adiestramiento, también es hacerlos que se sientan parte de la Armada. Este año pretendemos destinar un dinero muy importante en cambiar la presencia, comprar uniformes, que la Armada se sienta toda igual, vestida de la misma manera desde el último marinero hasta el primer oficial. Cambiarle la cara. Y la clave es, todos los días, dar el ejemplo.