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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáNo cabe duda de que la sub-20 ha sido todo un fenómeno en la vida de un país que, como toda comunidad política, necesita de episodios, de gestas, de triunfos que convoquen a todos sin distinción política ni discriminación alguna.
El football, en nuestro caso y en el de muchos otros países latinoamericanos, es uno de los deportes que convoca a la mayoría de los ciudadanos. Así, pues, lo ocurrido con la sub-20 fue uno de esos fenómenos de masa que invita a la ciudadanía a festejar juntos, a salir a la calle, a cantar y abrazarse entre todos.
No son solo la política argentina o la brasileña, o la de tantos otros países de la región, las que se ven atravesadas por la ideología, en cuanto mecanismo que pretende explicar la realidad a las masas en forma dogmática, sin crítica, funcionando por consignas y lemas, a la vez que generando, de esa forma, una (o varias) “grietas” que terminan por fraccionar incluso la nacionalidad de la población de un país cuyos ciudadanos no tienen mucho más en común que pisar la tierra de un mapa geográfico. Fanatismos vueltos grietas conceptuales que llegan a hacer del otro un enemigo, banalizando el sentido de ciudadanía, respeto por la Constitución y amor a la patria.
Los partidos políticos procuran ser, en las democracias plenas, medios capaces de conjugar modalidades de formas y colores que ilustran las identidades y las diferencias grupales y partidarias, sin perder por ello ninguno de ellos la fidelidad a la Constitución en cuanto cerno de la unidad nacional.
Desconocemos si Sebastián Bauzá como secretario nacional del deporte hila fino como para contemplar este tipo de cosas a la hora de tomar sus decisiones. Creemos, sin embargo, que debiera ser así, ya que por algo existe una Secretaría Nacional del Deporte que tiene su debido lugar en el organigrama político del Estado uruguayo.
Nada tiene que hacer el hecho de que Marcelo Bielsa sea de nacionalidad argentina. Habrá a quien le guste y habrá a quien no. Su idoneidad en lo deportivo está fuera de discusión y no existe razón ni fundamento para que su nacionalidad sea un impedimento para ser el DT de Uruguay. Otra cosa es que las decisiones paradeportivas, como lo es, a nuestro juicio, la elección hecha por Bielsa para seleccionar a los sparrings para entrenar a la selección uruguaya, sean delegaciones de países de gobiernos no democráticos ni elegidos en elecciones libres y en los que no se respetan los DD. HH., como es el caso tanto de Cuba como de Nicaragua. Faltó que se hubiera sumado a Venezuela para conformar la terna.
En definitiva, más bien parecería que fue Alberto Fernández, más que Sebastián Bauzá, quien dio instrucciones a Bielsa para elegir los sparrings de la selección uruguaya. Nada le debemos, que nosotros sepamos, ni a Cuba ni a Nicaragua. Tampoco sabemos si la FIFA tiene atributos para avalar o para impedir la selección de los sparrings.
Sea como fuere, bueno estaría que Bielsa, más allá de su apodo de Loco, en lo político y extradeportivo tuviera la cordura y sensatez para asesorarse con gente cuerda, conocedora de la realidad uruguaya. Porque no es solo ganar un partido de lo que se trata. Porque está bien tener un Loco que nos dirija como DT y que los sparrings queden tendidos en la cancha. Pero cuidado que no sirva para abrir una grieta más y que haga que, mientras unos ganan en la cancha, sus contrincantes lo hagan en la tribuna.
Lic. Alejandro Bonasso Lenguas