—Sí, generalmente Maldonado siempre tiene un buen nivel salarial. También a nivel gerencial, en empresas privadas. Fue una decisión de la Junta Departamental y hace años que viene manteniendo la misma línea y supongo que lo que hacen es ajustar por el IPC.
—¿Supone una presión extra tener un sueldo más alto que el presidente?
—No, es un puesto de trabajo muy fuerte, que requiere demasiadas horas y no todas las horas que uno le puede dedicar son las suficientes. Es un trabajo muy intenso.
—Pero los demás intendentes pueden decir lo mismo, y hay diferencias muy grandes entre lo que cobran unos y otros.
—Nunca fue motivo de discusión esto en el Congreso de Intendentes.
—¿Se puede llegar a plantear una revisión de su salario, en este clima de enfriamiento de la economía?
—Lo resuelve la Junta Departamental, no es instrumento del intendente. En la crisis de 2002 planteé una reducción del sueldo del intendente y me la negaron en la Junta.
—Su antecesor, Oscar de los Santos, donó parte de su sueldo para un centro educativo en Maldonado. ¿Usted piensa hacer lo mismo?
—Lo hice durante mi gobierno también para un montón de obras sociales.
—¿Lo va a hacer ahora?
—Seguramente vamos a tratar de hacer lo mismo.
—¿Qué balance hace de la campaña que lo llevó nuevamente a ser intendente de Maldonado?
—Estoy muy conforme con la campaña. Hicimos casi 500 reuniones en casas de familia y a partir de ahí tuvimos un diagnóstico muy certero de Maldonado. Fuimos pasando las etapas como debía ser. Percibíamos desde hace varios meses que podíamos ganar el departamento, sabía lo que la gente estaba pensando y que podía haber mucho voto sorpresa. Le dijimos a la gente de Maldonado lo que había que decirle y el gobierno anterior había prometido mucho pero fracasó. Eso lo percibimos entre la gente.
—¿Cuáles eran los temas en los que se advertía disconformidad entre la gente?
—El común denominador en todas las reuniones era el tema de la seguridad. Ahí planteamos una inversión pública de arriba de los 10 millones de dólares. El segundo tema eran las dificultades de trabajo que había en Maldonado, que las veíamos venir, y que no se hablaba de ellas. Un problema que había que plantear, reconocer, para buscar soluciones. Un tema grueso era el tránsito, que en Maldonado se había desmadrado. Y el otro tema era el Maldonado solidario, que la gente estaba extrañando una Intendencia que estuviera del lado de la gente en el día a día, y que recordaba años de crisis como las que hubo en Maldonado, con una Intendencia del Partido Nacional —en aquel momento me tocó a mí— al lado de la gente, ayudando. Esos fueron los temas principales, que los pusimos en el programa de gobierno. Fue el resumen de nuestra experiencia de trabajo casa por casa durante muchos meses.
—Usted planteó una inversión millonaria para mejorar la seguridad. ¿De dónde va a obtener los recursos?
—Son entre 15 y 20 millones de dólares. Es un claro ejemplo de que se puede llevar adelante con participación público-privada. Entendemos que por ese camino es el más viable. Si no será la propia Intendencia quien lo encare, porque es algo en que nos va la vida.
—¿Cómo se está manejando la etapa de transición? ¿Con qué Intendencia se encontró después de dos períodos de gobierno del Frente Amplio?
—Nos encontramos con algo que sabíamos iba a pasar. Estamos con una Intendencia desfinanciada, no sabemos cuál es el tamaño del agujero. Pero en la transición hay buen diálogo, a tal punto que la semana pasada se aprobó un crédito para que los que asumimos tengamos para que la Intendencia siga funcionando. Y estoy hablando de 50 millones de dólares. No nos alcanza. Porque creemos que la cuenta esta más arriba, pero facilita la transición. Porque hay que seguir barriendo las calles, juntando la basura, pagando los sueldos.
—¿Por qué sospechaba que la Intendencia iba a estar desfinanciada?
—Y porque los tres candidatos del Frente Amplio hablaban de déficit. Unos decían que eran 50 millones, otros 80, y otros de más. Era un tema de cuantificar el monto. La otra sorpresa que nos encontramos, aunque también la preveíamos, es que hay un desorden, una desorganización total.
—¿En qué cuestiones, por ejemplo?
—Hay cuadrillas desarmadas, no hay controles. Hay falta de control en todo lo que es el área de obra, de higiene y limpieza, hay muchas empresas contratadas pero no hay quién las controle. Muchas empresas tercerizadas, no sabemos cuántas, pero ya lo vamos a saber… Y sin controles. Por eso vamos a hacer una auditoría de números y procedimientos.
—¿Hay registros de los procesos de licitación?
—No tenemos todo el detalle. Recién en la etapa de transición hemos tenido acceso a la parte más gruesa, pero hay tres comisiones trabajando: una en obras y planeamiento, otra en el área social, y otra en el área económica. No nos gusta opinar hasta que no conozcamos a fondo. Sí vamos a hacer una auditoría apenas ingresemos, para tratar de darle transparencia. Una de las importancias de la alternancia en el poder es rendir cuentas. Es básico en una democracia.
—El ex intendente Oscar de los Santos realizó denuncias en su contra por enriquecimiento ilícito cuando usted dejaba el cargo y él asumía. ¿Cómo es la relación en este período de transición?
—Hemos tenido algún encuentro en el Parlamento, pero no más que eso. Cuando estábamos en plena confrontación con De los Santos, en más de una oportunidad estuve reunido por temas que eran comunes en Maldonado. Nunca me negué a ello. Ahora, convengamos que no tengo afinidad con una persona que mintió y difamó. No tengo muchas ganas, pero cuando me toque tener trato con él por razones de gobierno, lo haré. En esta campaña volvieron a reflotar las viejas difamaciones, y fue dura en ese sentido. La gente sabe lo que pasó, y lo interesante es que eso fue un gol en contra. Cuando se dieron cuenta en el Frente Amplio de que podía ganar empezaron a mentir, y nosotros no le contestamos. Cada día que me pegaban más, cada día crecíamos. Las causas de las que hablaban estaban archivadas por la Justicia.
—Usted dice que ya observó “desprolijidades” en el manejo de los dineros públicos, ¿puede llegar a hacer una denuncia a la Justicia por estos motivos al ex intendente?
—Por supuesto. Si hay que hacer una denuncia la vamos a hacer. Es la obligación. Pero tenemos que estudiar bien, no podemos inventar. No hay revanchismos. Pero hay que rendir cuentas. Cómo recibimos el gobierno, en qué condiciones. La auditoría es de las primeras acciones que vamos a hacer.
—¿Cree que el hecho de asumir con una Intendencia desfinanciada, implica que deberá enfrentar los mismos problemas que surgieron en Salto, donde se avisó que no había plata para pagar salarios y hubo una huelga?
—Creo que no. Más allá de que vamos a encontrar un agujero más grande que el de Salto. El gran tema es motivar a los funcionarios hacia adentro. Están desmotivados. Hay que hacer que se pongan las pilas. Nosotros actualmente ya dimos unas señales muy interesantes. Hay 10 o 15 cargos de dirección en los que nos hemos apoyado en funcionarios de carrera y eso ha generado una onda interna muy diferente. La gente vio el desorden del funcionamiento. Había una organización que no tenía resultados. Se sentían acusados por el vecino, de que eran unos vagos.
—¿Y cómo se hace para motivar a los funcionarios?
—Primero que nada respetando al funcionario. Que nadie sea perseguido por lo que piensa, porque acá hubo mucha situación de persecución laboral, y de acoso. Hubo situaciones al límite, horrorosas. Ese fue un tema que fue muy discutido en Maldonado y que influyó en la elección. Así como yo perdí una elección por la rebaja salarial, en este caso pesó la relación interna con el funcionario municipal.
—El jerarca de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto Pedro Apezteguía dijo que muchos intendentes blancos tenían “pereza fiscal” y que eso era un obstáculo para recaudar más. ¿Hay margen para subir los impuestos en Maldonado?
—Maldonado no necesita más impuestos. Creo que es al revés, que hay que exonerar en algunas instancias para facilitar la inversión y darle consistencia al departamento. Hoy lo que precisamos es una reformulación hacia dentro del propio municipio. Esas son señales que generan crecimientos y ayudan a mejorar los ingresos. Ya se está a un límite de capacidad de aplicar impuestos. Cuando uno se pasa de rosca ya no hay más de dónde sacar.
—¿En dónde aplicaría esas exoneraciones de las que habla?
—Por ejemplo, nosotros exonerábamos las patentes de las motos. Aunque parezca una pavada es una herramienta de trabajo. Y para la gente que la usa fue importante. Vamos a volver a exonerarla de la mano del buen comportamiento de los motociclistas. Hay que ayudar, pero bajo determinadas condiciones. Tenemos que generar exoneraciones en la construcción y mayores descuentos a los buenos pagadores. Son cosas que llevamos a cabo en algún momento y que dio muy buen resultado. A los hoteleros, por ejemplo, les exonerábamos de impuestos si abrían todo el año. Hay cosas que van generando más desarrollo, como saber aplicar descuentos en ese sentido.
—¿Cómo está el sector de la construcción en Maldonado?
–Viene a la baja. Hay muchos miles de puestos de trabajo faltantes, muchos en seguro de paro. Estamos fuera de precio, es un gran problema. Va a haber que ayudar con alguna exoneración ahí.
—Un modelo que se repetía mucho era el de permitir excepciones de construcciones en determinados lugares que en teoría no estaban habilitados. ¿Se va a repetir eso?
—Hubo unas cuantas construcciones así y algunas tal vez enmarcadas dentro de un plan más amplio urbanístico que de pronto no es compartible. Se va a estudiar técnicamente cada una de ellas. Discrepamos con algunas de las propuestas hechas. De hecho hay edificios donde no se permitían y hoy están. Y no los vamos a demoler. Algunos incluso que nosotros le habíamos negado permiso, se hicieron después. Lo importante es que se continuó con un estilo de construcción que estaba aceptado en Maldonado, y en ese sentido hubo un avance importante en la inversión privada, que generó mucho puestos de trabajo para el departamento. Sin hacer daño en el medioambiente. Hay que cuidar los recursos naturales de Maldonado y la costa del departamento, y tratar de ordenarlo. Sabemos que los cambios de gobierno no implican que se empiece un nuevo gobierno a partir de uno. Hay cosas que hay que tomarlas como vienen y seguir.
—Usted asume la Intendencia por segunda vez. ¿Cuáles aspectos mantendrá y cuáles cambiará respecto a su primera gestión?
—La primera es que fue una gestión en la que se hicieron muchas cosas, pero yo comuniqué muy mal.
—¿Le faltó marketing?
—Me faltó marketing y me faltó plata para eso. Sin duda. Hice tantas cosas que no las pude comunicar. La gente, recién cuando se fue enterando, las fue valorando.
—¿Por ejemplo?
—Montañas de cosas. Camionetas de Maldonado llevando y trayendo enfermos desde Montevideo. Todos los días había dos o tres camionetas. Después estaban los ómnibus y camionetas de apoyo a los escolares y los liceales del interior del país. Recorrían la campaña. Para que no perdieran la relación con la familia y pudieran continuar sus estudios los pasábamos a buscar por los establecimientos. El boleto estudiantil fue un invento de Maldonado y no se comunicó lo suficiente. Al propio fernandino le faltó saber eso. No había recursos para nada. Por otro lado me quedó otra cosa: estuve en un gobierno muy complicado, porque la crisis (del principio del 2000) fue terrible. Eso me apretó en el quinto piso y salí menos de lo que tenía que salir, que es mi fuerte. Yo me llevo muy bien con el contacto mano a mano.