Más ayuda de parte de la Fed

Más ayuda de parte de la Fed

La columna de Michele Santo

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Nº 2082 - 30 de Julio al 5 de Agosto de 2020

Entre tanta noticia negativa que ha traído la pandemia del Covid-19, en las últimas semanas parecen haber comenzado ciertas tendencias en los mercados financieros internacionales que, de continuar, podrían derramar algunos impactos positivos sobre Uruguay en el corto plazo.

En primer lugar, las tasas de interés en Estados Unidos (EE.UU.) han acentuado su tendencia a la baja tanto en términos nominales como sobre todo reales. Así, las tasas sobre los Bonos del Tesoro americano ajustados por inflación —equivalentes a nuestros bonos en unidades indexadas a la inflación— se están ubicando en niveles negativos de 115, 96, 51, y 42 puntos básicos en los plazos de 5, 10, 20 y 30 años, lo que suponen un récord histórico. La idea prevaleciente en el mercado es que, ante la débil e incierta recuperación que viene mostrando la economía estadounidense, la Fed no tendrá más remedio que ir a una política del estilo que la que viene aplicando desde hace años el Banco de Japón, de controlar el rendimiento de los bonos a largo plazo (lo que se conoce como “yield curve control”) para llevar las tasas a niveles cercanos a cero, como forma de ayudar a financiar el creciente déficit fiscal y el servicio de la deuda pública, y revivir la demanda de crédito y ayudar a mejorar por esa vía el nivel de actividad.

En este contexto, en las últimas semanas varios voceros de la Fed indicaron que están inclinados a mantener las tasas de corto plazo en niveles de 0% hasta tanto la inflación alcance y supere durante algún tiempo el nivel de 2% —su objetivo—. Eso refuerza la creencia de que estamos en las puertas de varios años con tasas de interés reales negativas como escenario base.

De hecho, esa es la idea que volvió a transmitir la Fed al cierre de su reunión de política monetaria que terminó ayer, miércoles 29. En efecto, de manera unánime el comité votó por mantener la tasa de fondos federales en un rango de 0% a 0,25% y señaló que se mantendrá en dicho nivel hasta tanto tenga “confianza en que la economía ha superado los eventos recientes y se encuentra camino a alcanzar los objetivos de pleno empleo y estabilidad de precios”.

La profundización de la caída de las tasas de interés reales en EE.UU. junto con un flujo de noticias económicas relativamente mejores en Europa y el resto del mundo llevaron a que el precio del dólar profundizara en las últimas semanas la tendencia bajista, llegando a cotizarse a mínimos en los últimos dos años en promedio frente a una canasta de monedas. Eso es muy positivo para los mercados emergentes, especialmente para aquellos países que tienen altos niveles de deuda en dóalres, ya que directa e indirectamente la desvalorización del “billete verde” ayuda tanto a aliviar el servicio de dicha deuda como a quitar presión para la desvalorización de las monedas locales.

Otro efecto positivo de la desvalorización del dólar es que tiende a mejorar los precios de las materias primas, más allá de los factores de oferta y demanda particulares que afectan a cada uno de los mercados específicos. Si bien la situación de crecimiento de la economía mundial —y de China en particular— es hoy totalmente diferente a la que se dio en la década del boom de precios que terminó en 2012-2013, al menos la desvalorización del dólar y el repunte que se espera del crecimiento de China y de la economía mundial en general para el año que viene deberían servir para apuntalar un leve crecimiento de los precios de los commodities. Esta también es una buena noticia para Uruguay y la región en general.

En definitiva, el panorama más probable a nivel de la evolución previsible de las tasas de interés y del dólar en los mercados internacionales, así como de los precios de las materias primas, luce alentador para nuestro país en los próximos trimestres.

Para aprovechar este cambio favorable, se vuelve impostergable tomar todas las medidas necesarias para bajar el “costo país” y mejorar la competitividad y rentabilidad de los sectores productivos en general y de los exportadores en particular de manera estructural. Esto supone varias acciones: el Presupuesto quinquenal de gastos debe ser superaustero; la anunciada reforma del sistema previsional debería ser un ejemplo de realismo y basarse en consideraciones estrictamente actuariales para lograr un sistema sustentable financieramente en el tiempo; se debe evitar la tentación de dejar caer el tipo de cambio por la mejora en las condiciones financieras externas; la política salarial debería llevar a que los salarios reflejen el valor de la productividad marginal del trabajo en cada sector; los costos de los combustibles, energía y comunicaciones deberían ubicarse en niveles similares a los de nuestros principales competidores; se debería aprovechar el financiamiento externo abundante y barato para generar un aumento sustancial de la inversión en infraestructura que disminuya los costos de transporte y logística, y se debería acelerar la búsqueda de acuerdos comerciales que faciliten el acceso de nuestros productos en más mercados.