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    Mejora de los ingresos debilitó combate impositivo al tabaco

    El Banco Mundial sugiere subir al menos 20% al año la carga del Imesi para reducir la asequibilidad de los cigarrillos

    Por su sensibilidad como oncólogo, Tabaré Vázquez promovió en sus dos mandatos una fuerte lucha antitabaco que incluyó medidas prohibicionistas y una suba de los impuestos que hizo más caro fumar. Pero la estrategia de cargar con más tributos tuvo “éxito” solo en algunos períodos. De hecho, una evaluación realizada por un programa para el control del tabaco del Banco Mundial (BM) recomendó aplicar mayores aumentos tributarios, en especial al tabaco para armar cigarrillos.

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    El documento repasa las distintas medidas que formaron parte de la campaña y cita, a modo de balance, que la prevalencia del consumo de tabaco disminuyó “significativamente”, de 25% en 2009 a 21,6% en 2017. El punto de partida era un mercado total de 4.163.702.000 cigarrillos (lícitos más los provenientes del contrabando y los armados a mano) en 2003; durante el período 2005-2011 el consumo por persona de más de 15 años se redujo a una tasa anual de 4,3%.

    Como una peculiaridad del mercado local, el informe, fechado en junio, señala un alto consumo de los cigarrillos armados a mano, si bien también bajó su prevalencia (32,8% en 2009 a 27,6% en 2017).

    A partir de datos de la Dirección General Impositiva, el BM estima que la cantidad de cigarrillos vendidos disminuyó casi todos los años hasta 2010, luego hubo un pequeño repunte, y volvió a bajar entre 2015 y 2018. También se redujo la venta de paquetes de tabaco (18% entre 2009 y 2016).

    Agrega otro dato sobre cómo incidió la política antitabaco en la producción nacional: Philip Morris, que había incursionado en 1979, cerró su planta en 2011 y concentró la fabricación en Argentina; ahora tiene 9% del negocio. Monte Paz es la única operativa, y su participación en el negocio pasó de 70% en la década de los 2000 a 90% en 2017. Las marcas de British American Tobacco, hoy importadas desde Argentina, representaban ese año 0,7% de las ventas totales.

    Impuestos

    La política fiscal contra el tabaco tuvo éxito “solo por dos períodos”, en 2009-2010 y en 2015-2017, cuando los aumentos del Impuesto Específico Interno (Imesi) “fueron lo suficientemente grandes” como para reducir la asequibilidad del tabaco y lograr tanto la disminución de su consumo como un aumento de la recaudación real (descontada la inflación), evalúa el BM.

    Diez años atrás, en julio de 2009, las tasas del Imesi se unificaron en 70%, pero la base impositiva para el tabaco para armar —teniendo en cuenta el precio establecido por el Poder Ejecutivo para el cálculo del impuesto— se mantuvo “sustancialmente más baja que la de los cigarrillos, lo que también se tradujo en un precio al público menor”.

    En 2005-2006 el aumento de la tasa impositiva fue “bastante moderado”, pero luego subió tres veces en casi 32 meses para los cigarrillos (julio de 2007, julio de 2009 y febrero de 2010). Después, durante 58 meses no hubo subas en el Imesi. En diciembre de 2014 aumentó 8,2% para los cigarrillos y 7,6% para el tabaco, mientras que la inflación fue 8,3%. Entre 2015 y 2019 que elevaron las alícuotas tanto para cigarrillos como para el tabaco en 76%. Según el documento, la recaudación por el Imesi a ese último producto no aumentó en términos reales.

    La participación del Imesi y el Impuesto al Valor Agregado en el precio del cigarrillo se incrementó de 65,8% en 2010 a 72,3% en 2010. Sin embargo, agrega el informe, entre 2015 y 2018 la industria tabacalera elevó los precios 83% (con una inflación de 27% en esos años), por lo que el peso de esos tributos fue alrededor de 66%. Descontados los impuestos, los cigarrillos en Uruguay eran 142% más caros que en Argentina, 108% que en Brasil y 258% que en Chile.

    Directrices de la Organización Mundial de la Salud aconsejan, al aumentar los impuestos sobre el tabaco, tener en cuenta los cambios en los ingresos de la población para hacer menos asequible su consumo. En ese sentido, el estudio del BM señala que la asequibilidad de los cigarrillos en Uruguay se redujo desde 1998 y, especialmente, con el primer aumento de tributos en 2005; sin embargo, esa tendencia se frenó e incluso se revirtió (hasta 2015-2017), mientras el poder adquisitivo de las personas mejoraba.

    Hubo dos períodos (2009-2010 y 2015-2017) en que la política de impuestos al tabaco fue “realmente de ‘ganar-ganar’”, ya que el consumo disminuyó y los ingresos por impuestos al tabaco aumentaron, debido al incrememento en las tasas del Imesi, resume.

    Como otra característica de esos años destaca la política seguida por la industria del tabaco, que aumentó su parte del precio por encima de la inflación para mantener las ganancias en un mercado en declive. El impacto de los impuestos sobre las ventas también se vio afectado por los cambios en los ingresos de la población, “lo que demuestra la importancia de garantizar que los aumentos de impuestos sean lo suficientemente altos como para reducir la asequibilidad de los productos de tabaco”.

    El análisis del BM termina con algunas recomendaciones que, señala, podrían fortalecer la política de control del tabaco en Uruguay. La tasa de aumento anual del tributo podría ser de al menos 20%, sostiene, y agrega que si fuera ese el porcentaje para los cigarrillos, podría elevarse 40% en el caso del tabaco para armar.

    Apunta que los cambios en los volúmenes de contrabando de cigarrillos en Uruguay casi no han tenido relación con la política fiscal: el incremento del mercado ilegal estimado fue “muy moderado” durante los años de aumentos de impuestos (2009-2010 y 2015-2017). Si bien el contrabando “es un problema, no debe sobreestimarse y utilizarse como argumento en contra de nuevos aumentos de impuestos especiales”.