Honrar a los muertos es parte de la condición humana. Llámese cerrito de indios, mausoleo, incluso tumba del soldado desconocido.
Honrar a los muertos es parte de la condición humana. Llámese cerrito de indios, mausoleo, incluso tumba del soldado desconocido.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEn la cultura de masas un velatorio puede ser un espectáculo, transmitido por televisión simultánea —como las exequias de Chávez o el papa Juan Pablo II—, acompañado por torrentes de imágenes de archivo con el difunto en situaciones emblemáticas.
El otro día murió el último de los últimos. El autor del último gol que le dio a Uruguay su último campeonato del mundo.
Tapa de diarios, solemnidad en el Palacio Legislativo. Periodistas y espectadores conmovidos y embelesados en la contemplación de las viejas imágenes en blanco y negro, en la repetición de las escenas de Maracaná.
Se mencionan palabras muy sonoras: historia, héroe, hazaña, hito, honra. Muchas haches. Hasta los columnistas políticos hablan de que aquello fue una actitud que bien nos vendría tener a los que ahora estamos en la cancha del mundo. ¡Se niega que el Maracanazo haya sumergido a Uruguay en una modorra, en un dejarse ir flotando en viejas glorias!
Simultáneamente, al otro lado del río, otros miles lloran la muerte de 85 personas que no murieron a los 88 años en su cama. El mismo día que Uruguay solo tenía memoria para Maracaná y el entrañable Ghiggia, muchos argentinos se preguntaban ¿cómo?, ¿quién?, ¿por qué?
Hace 21 años, cientos de kilos de explosivos reventaron la AMIA. Quien podía dar las respuestas fue impúdicamente asesinado.
Los hermanos uruguayos no pensaron este viernes en los hermanos argentinos.
Pensaron en Maracaná, en la gloria celeste. Pero al lado, Argentina aún chorrea sangre. Charcos, aquí y allá.
Tal vez se cumplió a rajatabla el mandato los de afuera son de palo. (Nunca tendré claro cuán hermanos o cuán parientes lejanos somos los uruguayos y los argentinos).
El atentado a la AMIA fue el mayor ataque terrorista en Sudamérica. Se fraguó desde Montevideo, según las investigaciones.
Pero da la impresión que al uruguayo le importara poco. No se mete en esos asuntos. Como que no nos conciernen. Allá ellos. Miremos a otro lado.
Empero, una ola de odio criollo despertaron los Kirchner cuando ambos no dejaban en paz a Fray Bentos y sus papeleras. El nacionalismo floreció y aquí sí los orientales los acusaron de corruptos, advenedizos, venales: la voz de la calle estaba indignada. ¿Cómo se van a meter con lo que hacemos en nuestra propia casa?
Luego las aguas oscuras del Río de la Plata volvieron a su lugar. Hoy los orientales miran a Cristina Fernández con su ajuar nutrido y a La Cámpora dando saltitos del mismo modo que miran a Tinelli. Son los parientes ricos de la familia. Los lindos.
Pero la masacre de la AMIA sigue impune y es raro que los uruguayos se tomen un tiempo para pensar en ello.
A veces se realizan marchas contra países o gobiernos. Pero nunca vi 18 de Julio con carteles exigiendo una respuesta: AMIA, ¿QUIÉN FUE?
Tampoco un mísero graffiti en la casa de la calle Rivera donde según denuncias un grupo de iraníes planearon el atentado.