Nº 2236 - 3 al 9 de Agosto de 2023
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEl mercado uruguayo de cannabis actualmente se divide en un mercado legal (conformado por quienes acceden al cannabis por las vías que establece la Ley 19.172), un mercado ilegal (que ha sufrido cambios y disminuido su tamaño por la regulación del cannabis, pero sigue existiendo), y un nuevo mercado gris (en el cual se comercializa cannabis producido legalmente, pero distribuido por medios ilegales o no previstos por la ley). Estudiar y entender cómo funciona este mercado gris es uno de los objetivos de un proyecto financiado por la ANII en el que estamos trabajando con Lorena Repetto, Eliana Álvarez, Belén Sotto, Joaquín Alonso, Beau Kilmer, Mafalda Pardal y Laura Atuesta.
Es algo obvio decir que para que exista un mercado gris, tiene que existir un mercado legal. Los mercados grises, definidos como “la compra y venta de bienes que son legales pero que se comercializan a través de canales ilegales”, han aparecido en todas las circunscripciones territoriales donde se produjo una legalización o regulación del mercado de cannabis. Existe evidencia de mercados grises en diferentes estados de Estados Unidos donde el cannabis es legal, así como en provincias de Canadá. En Uruguay, las estrictas regulaciones del modelo que tenemos, como por ejemplo, el registro obligatorio, los límites a la cantidad de cannabis al que se puede acceder por vías legales, la imposibilidad de comprar legalmente otros productos derivados del cannabis además de las flores, entre otras, favorecen que los usuarios opten por usar cannabis legalmente producido, pero a través de alguna vía “gris” de acceso.
Si bien tenemos una definición general de lo que es un mercado gris, la literatura sobre mercados grises no es concluyente sobre sus límites y cómo opera, e incluye un espectro muy amplio de posibilidades. Puede incluir al autocultivador de cannabis que vende sus excedentes entre sus amigos para cubrir sus costos de producción, y también al autocultivador o club social de cannabis que produce para vender en el circuito ilegal, ya sea a consumidores no registrados, un dealer o una red de tráfico. Cada una de estas situaciones es distinta e impacta de forma diferente en la implementación de la política pública y los objetivos que busca alcanzar. Por esta razón, en el proyecto buscamos generar una tipología de mercados grises que nos permita entender los diferentes matices y sus implicancias.
La tipología que creamos parte de dos variables. Por un lado, el destino final del cannabis: si se dirige al usuario final o al circuito ilícito. Por otro lado, si la distribución implica una ganancia económica, en la cual también hay dos opciones: con o sin fines de lucro. El cruce de ambas variables genera cuatro tipos de mercados grises a los que denominamos: gris claro, gris standard, gris sombra y gris oscuro.
El mercado gris claro es el más cercano a la legalidad: el cannabis se produce legalmente y se distribuye ilegalmente pero no para obtener ganancias, sino para abastecer a pequeños grupos de consumidores cercanos al distribuidor. Si hay dinero de por medio, suele utilizarse para cubrir los gastos de cultivo o para costearse la membresía de un club. El destinatario de este cannabis es, en general, alguien de las redes de contactos personales de quien lo distribuye. En el caso de los clubes, puede estar promovido por la propia regulación, ya que 40 gramos al mes de cannabis de alta potencia podrían ser demasiado para una sola persona, lo que funciona como incentivo para membresías compartidas. Aquí encontramos también a quienes comparten su excedente de cannabis adquirido en farmacias, o aquellos que se registran en farmacias por su núcleo social o familiar.
El mercado gris standard está conformado por las situaciones en que el cannabis producido legalmente se distribuye ilegalmente con fines de lucro, pero no hacia el circuito ilegal sino directamente hacia usuarios. En este mercado encontramos clubes que venden excedentes (o sobreproducción) a personas no registradas y autocultivadores que venden su cosecha con fines de lucro fuera de su red personal.
El mercado gris sombra implica cercanía a los circuitos del narcotráfico, pero sin fines de lucro. En este tipo de mercado gris encontramos, por ejemplo, cannabis robado a los clubes o autocultivadores que se redirige al mercado ilegal. No hay una motivación de obtener ganancias, sino que es un “desvío” no intencionado del mercado legal al circuito ilegal.
Por último, el mercado gris oscuro es el que está pegado al mercado ilegal tradicional. Se conforma por el cannabis producido por un actor legal pero distribuido ilegalmente a través de contactos —directos o no— con oferentes tradicionales del mercado ilegal, para obtener el mayor beneficio posible. Los productores legales de cannabis pasan a formar parte de las cadenas del narcotráfico, al ser sus proveedores directos. En este caso, la producción se realiza bajo una licencia legal otorgada por una institución administrativa o legal, y se distribuye tanto dentro como fuera de las fronteras nacionales.
Queda por conocer el tamaño de cada uno de estos tipos (es la siguiente etapa del proyecto), pero esta tipología muestra la diversidad que existe dentro del mercado gris de cannabis y cómo los diferentes tipos tienen distintas implicancias para los objetivos de la política pública. El mercado gris claro está muy asociado con el típico consumo social y compartido del cannabis, y no está vinculado al circuito de la ilegalidad, por lo tanto puede considerarse inofensivo para la implementación de la política. Por el contrario, el mercado gris oscuro, que está pegado al mercado ilegal tradicional, sí implica contacto con redes criminales y, por lo tanto, es una amenaza para la política pública. De la misma manera que uno de los objetivos de la regulación del cannabis es eliminar o, al menos, disminuir el mercado ilegal de cannabis, también debería ser disminuir el mercado gris, aunque lo fundamental es disminuir los tonos más oscuros de este mercado. La fiscalización es siempre un camino para lograrlo, pero otro camino es aumentar los incentivos para que los usuarios se pasen al mercado legal o permanezcan totalmente en la legalidad. Para ello, es fundamental conocer las razones que hacen que los consumidores de cannabis permanezcan en el mercado ilegal y mercado gris, ya sea como forma única de acceso o complementaria al acceso legal. La evidencia parece indicar que el registro obligatorio, la prohibición de venderles cannabis a los turistas (sobre la cual ya existe un proyecto en diputados desde el 2022), así como la restricción que impide a los usuarios adquirir cannabis por más de una vía legal operan como obstáculos de la ampliación del mercado legal. A 10 años de vigencia del modelo uruguayo, el desafío consiste en evaluar los elementos de la regulación que requieren revisión y ajustes.