Son casi las 11 de la mañana. Enfundado en un jogging azul, Pablo Cabrera, el secretario general de la Federación de Funcionarios de Salud Pública (FFSP), apura los últimos mates y sale de su apartamento en Pocitos. Abajo, a bordo de una camioneta Chevrolet Spin que pertenece al sindicato, lo espera el chofer. Tienen unas cuantas horas de ruta por delante. La primera parada será en la ciudad de Mercedes, en Soriano. Después seguirán por la zona oeste del país. Cabrera, la cara más visible y mediática del sindicato de la salud, está a punto de emprender una minigira para explicarles a sus compañeros del interior lo que está pasando, cómo están las cosas después del temblor que ocasionó el procesamiento sin prisión de Alfredo Silva, representante del gremio en la Administración de Servicios de Salud del Estado (ASSE), y el encarcelamiento de Heber Tejeira, el “Toshiba”, un alto dirigente de la Federación.
Cobro de coimas para apurar trámites, favorecer licitaciones o garantizar paz sindical, presiones a directores de hospitales y empresarios, prepotencia, abuso de funciones: corrupción. Todo esto quedó expuesto por la Justicia y de inmediato se activó una onda expansiva de denuncias que tiene a la FFSP tambaleando en medio de la tormenta.
“Impera una dictadura sindical”, dijo el martes 29 el senador colorado Alfredo Solari en el Parlamento ante la presencia de la ministra de Salud, Susana Muñiz, y las autoridades de ASSE. Y fue aún más lejos. Advirtió similitudes del modus operandi de la Federación con el de los sindicatos peronistas argentinos, en particular con la Confederación General del Trabajo (CGT). “Me preocupa la ‘cegetización’ de parte del sindicalismo uruguayo, una parte minúscula, pero una parte del sindicalismo uruguayo traicionando la mejor tradición del movimiento sindical,que ha hecho de la ética y la honestidad una bandera muy importante. (…) No quiero en mi país una CGT uruguaya, prefiero mil veces el Pit-Cnt del señor D´Elía”, disparó el senador y condenó la “mezcla del poder político con el poder sindical”.
Un sindicato con infraestructura.
La FFSP tiene unos 14.000 afiliados, la cifra varía mes a mes porque siempre hay altas y bajas. Es el sindicato más grande de la Confederación de Organizaciones de Funcionarios del Estado (COFE). Entre sus socios hay auxiliares, enfermeros, nurses, funcionarios de las empresas tercerizadas, administrativos y hasta médicos. Cada afiliado paga el 1,2% de su salario. El promedio de la cuota que se cobra oscila entre $350 y $400. Al sindicato le ingresan cada mes unos U$S 250.000. “Lo que entra, se va todo”, aclara Cabrera. Hay que sostener una infraestructura importante y en crecimiento.
La FFSP tiene en Montevideo y en el interior varias casas sindicales. Una casona en Salto que está en plena reforma porque es monumento histórico departamental; una casa sindical en Paysandú, otra en Fray Bentos y una más en Mercedes. También hay cabañas de recreo y descanso en la Laguna Merín. En Montevideo hay una casa residencial con nueve habitaciones sobre la calle Fernández Crespo. Allí duermen los funcionarios y dirigentes del interior cuando están de paso por Montevideo. La sede central, de tres plantas, está en la calle Arenal Grande. Ahí se hacen los plenarios y ahí funciona una biblioteca que no tiene libros de estudio o capacitación sino que ofrece títulos “estrictamente” para entretenimiento. En la esquina de Chaná y Blanes está la Casa del Estudiante, que atiende a más de 70 jóvenes del interior del país. “Se les da todo. Lo único que traen son los efectos personales y se resuelven la comida. La cocina está hecha a nuevo, hay un lavadero con varios lavarropas, Internet, computadoras, salas de juego, un gimnasio. Además, un equipo multidisciplinario con psicólogo y asistente social para darles respuestas a los botijas todo el año”, destaca Cabrera.
La gran colonia de vacaciones del sindicato está en Punta Ballena. Si alguien amaga a cuestionar la ubicación elegida para el descanso y recreación de la clase obrera de la salud, Cabrera se pone firme. “Es parte de la mediocridad que tenemos, un trabajador tiene que ir al arroyo y no a Punta del Este. Eso es ridículo”. El predio pertenecía al Ministerio de Salud. El presidente José Mujica fue el que terminó firmando la cesión y la colonia se inauguró en 2011. Tiene 10 cabañas para seis personas con todo el equipamiento, parque, cancha de vóleibol, una sala cerrada de entretenimiento, dos piscinas, un espacio para unas 18 carpas con parrilleros, luz, agua. Hay dos quinchos cerrados, uno de ellos acondicionado para hacer reuniones y actividades sindicales. Cabrera no puede precisar el monto de la inversión para reconstruir este lugar. “No están cerrado los números porque se siguen haciendo obras”.
Fuentes vinculadas a la investigación del caso Buena Estrella dijeron a Búsqueda que Alfredo Silva solía “alojarse en la colonia de vacaciones e ir hasta el Conrad a timbear”. También van a la colonia de Punta Ballena niños de escuelas públicas y grupos sociales que trabajan en la pobreza. El coordinador del Pit-Cnt, Fernando Pereira, destaca este aspecto. “La FFSP tomó experiencias notables de cómo brindar los servicios con diferentes colonias de vacaciones y de residencia”.
Además de toda esta infraestructura, la FFSP tiene un departamento jurídico con cinco abogados, uno especializado en violencia y acoso, una especialista en Derecho Administrativo, dos especialistas en crédito laboral y un penalista. Además está el personal de servicio de todas las casas. Solo de aportes patronales al Banco de Previsión Social (BPS) se destinan arriba de los $ 500.000 cada mes. “Hace 10 años tenían unos poco más de 4.000 afiliados y ahora superan los 14.000. Eso es reconocimiento social y prueba de que el sindicato defendió bien los intereses de la barra”, dice Pereira.
Un sindicato fuerte.
Es difícil torcerle el brazo a este gremio. En el 2003, con Alfredo Silva a la cabeza, se mantuvo una huelga durante 53 días. En épocas más recientes, el sindicato ha estado siempre en el ojo de la tormenta por distintos conflictos. En los últimos tres años el gobierno tuvo que apelar dos veces a la declaración de esencialidad de los servicios de salud para ponerles fin a ocupaciones y paros en los hospitales. “Todos los años hay un conflicto fuerte por el incumplimiento por parte del Ejecutivo. Si no tenés ordenada la casa, los conflictos aparecen”, advierte Cabrera.
El año pasado, el hospital psiquiátrico Vilardebó estuvo ocupado por varias semanas. No había casi funcionarios del centro de salud manteniendo la medida, la logística de la FFSP garantizaba la ocupación con trabajadores de otros centros. Cuando se levantó el conflicto, los trabajadores del Vilardebó volvieron a sus puestos bajo una agresiva lluvia de insultos y escupitajos. La imagen de “patoteros” y prepotentes de algunos de los dirigentes es una cruz con la que carga el sindicato. “No me parece la conducta más favorable, pero es parte de una presión, en un contexto donde la gente estaba demasiado contenida y cansada. Y ahí empiezan a aparecer los aspectos más primitivos de la gente, no los comparto pero no los condeno en ese contexto especial”, señala Cabrera sobre este comportamiento puntual en el Vilardebó.
Pero también hay denuncias sobre acciones violentas en la cotidiana. Pablo Ruiz, ex autoridad de la comisión interna del hospital de Las Piedras, le inició un juicio al directivo nacional de la FFSP, Alejandro Laner, un nombre que estuvo en la rueda de los sustitutos de Silva en ASSE. Ruiz denunció “presiones” y “maltratos” de Laner. Dice que estaba “herido” por haber perdido las elecciones para integrar la comisión interna de ese hospital y “en lugar de trabajar en equipo” optó por “el camino de la violencia”. Asegura que le “pegaba” en las esquinas. A Cabrera le llegaron las denuncias. “No pudimos constatar qué fue lo que sucedió. Si dos tipos se encuentran en la calle y se enfrentan, problema de los dos tipos, no metas al sindicato. Al dirigente le puedo decir que tenga determinada conducta pero es un hombre con vida privada, yo que sé si el otro tipo no se metió con la mujer. A mí no me consta el porqué. Te cuestionan todo, una piña de un tipo a otro pasa todos los días, a toda la gente, pasa en la sociedad que se vuelve más violenta. Eso es entrar en la chiquita”.
Cabrera se molesta si se compara su sindicato con la forma de conducirse de los gremios peronistas argentinos, con presiones y cobro de coimas para garantizar paz sindical (comprobadas por la Justicia) y con actitudes patoteriles de demostración de poder. “No tenemos nada que ver, tenemos una forma completamente distinta de cómo operar y trabajar con la gente. La gente habla porque no tiene ni idea, porque escucha de los canales argentinos, no se toman el trabajo de hacer un análisis más profundo. Vos llegás a un lugar, donde demandan respuestas, y te traés lo que la gente piensa. Si eso es operar como patota, no sé qué significa ser patotero”.
Álvaro Villar, director del Hospital Maciel, asegura que hasta ahora ha transitado sus dos años de gestión sin presiones por parte de dirigentes de la FFSP. “Con respecto al poder gremial, lo que esta Dirección ha insistido es en que acá hay decisiones que las toma solo la Dirección y la Gerencia, que no hay un cogobierno. Sí hay reuniones periódicas, nos manifiestan sus posiciones, y nos han ayudado a tomar decisiones correctas”. Con Cabrera, por ejemplo, trabajaron juntos para resolver el tema del ausentismo en el hospital.
Los viáticos y una interna complicada.
El diario “El Observador” informó en su edición del sábado 26 que los once integrantes de la Directiva cobran un sobresueldo que asciende a los $ 1.000 por día, tengan o no actividad gremial. Según el matutino, cada uno de los directivos recibe $30.000 por mes en estos viáticos. Cabrera asegura que esa cifra “no es cierta”.
“Tenemos definido un viático de acuerdo con las actividades, no a la actividad puntual de estoy una hora acá y cobré un viático. Siempre hay alguien que está demandando y yo intento responder a todo el mundo. No pido nada, me eligieron, entonces mínimamente dame las condiciones para que si me voy al interior yo no pague la nafta del coche ni el hotel ni la comida, el viático es eso, no es sobresueldo”, se defiende. “Si hay o no viáticos de alimentación son acusaciones tontuelas”, acota Pereira, el coordinador del Pit-Cnt.
Pero las principales críticas también llegan desde adentro. En la Directiva hay seis cargos para la lista 1886, que se define “plural e independiente de los partidos políticos”, tres para la 70, que es del Partido Comunista (la más crítica de la gestión de la Dirección de la FFSP) y dos para la 1941, afín al Partido Socialista. Cuando saltó el caso Buena Estrella y Alfredo Silva fue procesado, aparecieron carteles en los hospitales celebrando la noticia. “Para los que sueñan con el poder, para los que se acomodan, para los que roban, para los que traicionan, para los que presionan (...) la Justicia es lenta pero llega”, reza un cartel pegado en el Maciel. “Hay gente que está contenta con lo que pasó”, reconoce Cabrera. La lista 70 planteó que se le haga una auditoría externa a la Federación. A fines de este año se hará el congreso nacional y allí se planteará fijar para marzo del 2015 la fecha de elecciones de las nuevas autoridades.
Mientras tanto, la FFSP deberá resolver quién será el sustituto de Silva en ASSE y si este año, como dijo la presidenta del gremio, Beatriz Fajián, se “vivirá de paro en paro”, porque sin la representación social en ASSE, las empresas “no pagarán a tiempo”.