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    Narcoterrorismo y realismo crudo

    La entrevista que concedió a Búsqueda

    Gabriel García Márquez le dio una entrevista a Búsqueda (Nº 599, 8 de agosto de 1991) cuando el escritor colombiano se mezcló con los presidentes de varios países en la primera Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y Gobierno que se realizó en Guadalajara, México. Con el título de “Creo que soy un escritor costumbrista que trata de contar cómo fue la gente que conocí en este mundo”, Gabo explicó que había participado en este encuentro para transmitir una imagen diferente de Colombia, que en general estaba asociada a las noticias cliché y dramáticas del narcotráfico y los episodios violentos.

    Acerca de cómo se podía buscar una solución al narcotráfico, el escritor dijo que se trataba de algo “muy largo” y “muy complicado” y que la clave estaba en disminuir el consumo. “Pero debo decir que una cosa es el narcoterrorismo y otra cosa es el tráfico de droga. El tráfico de drogas está sustentado no en la producción, no en la comercialización, sino en el consumo: el día que se acaben los consumidores nadie vuelve a sembrar ni nadie vuelve a comercializar porque pierde plata. Entonces el tráfico de drogas hay que atacarlo por allí, por los consumidores. Ahora, el narcoterrorismo sí lo estamos atacando en donde está: vamos a tratar de resolver ese problema en Colombia, porque eso sí podemos resolverlo”.

    García Márquez se refirió además a la desintegración cultural en Latinoamérica, adjudicándola al Descubrimiento, y agregó que esa Cumbre serviría a la “integración” como algo “indispensable”. “Bolívar dio su vida por eso. Sería una maravilla ver que al fin se realiza. Nuestras fronteras son coloniales y yo creo que esas fronteras fueron también para la cultura y en este caso no solo para la cultura, también para la creación artística. (...) Ya sabemos cuál es la solución: que la cultura pase por encima de las fronteras. Y eso es algo que empieza a suceder, además, naturalmente”.

    En esta entrevista del periodista Alfonso Lessa, el colombiano se definió como un “costumbrista” y habló de su prosa como de un “realismo crudo”, corrigiendo la expresión usual de “realismo mágico”. Al referirse a que el boom de la literatura latinoamericana no tuvo relevo, García Márquez opinó: “Ninguna literatura en la historia de la humanidad dura para siempre; los movimientos artísticos no duran para siempre y entonces eso que se llamó el boom de la novela latinoamericana no podía durar para siempre. Pero existió y yo creo que dejó una cosa importante: dejó en las nuevas generaciones la impresión de que sí se puede”. El escritor agregó que también “hizo un daño muy grande”, porque “la nueva generación tiene la tendencia a creer que aquello fue algo que cayó del cielo, que no fue el resultado de un trabajo silencioso, largo, difícil”.

    Explicó la ausencia de relevo en esta corriente literaria en el contexto histórico. “La generación surrealista no tuvo un relevo, la generación perdida de los Estados Unidos no tuvo un relevo. La literatura y el arte en general avanzan por grandes explosiones, no constituyen una corriente fluida y permanente. No hay que preocuparse; yo creo que surgirán otros y otros y otros. Yo he dicho siempre que al escritor no lo mata sino la muerte”, señaló.

    También dijo que era “el único realista que hay en América Latina”, para explicar que sus libros tienen por regla general una punta de contacto con lo real. “Cuando yo hablo con intelectuales que leyeron mis libros, discutimos distintas cosas muy eruditas y muy llenas de sabiduría y de citas. Pero cuando me encuentro en un pueblo una señora que apenas puede leer y ha leído mis libros, me dice: ‘Lástima que no hablaste conmigo, si yo tengo cosas mucho mejores que esas para contarte’. Habla y empieza a contarme cosas absolutamente increíbles”.

    Según García Márquez, en todos sus libros incursionó en lo histórico, como en “El general en su laberinto”, sobre la vida de Simón Bolívar. “Claro que no he incursionado desde un punto de vista documental, pero yo al fin y al cabo creo que soy un costumbrista, un escritor costumbrista con todo lo que eso significó en algún momento de pobre y de devaluado, un escritor costumbrista que trata de contar cómo fue la gente que yo conocí en este mundo”.

    En cuanto a la literatura uruguaya, el colombiano valoró a Onetti y a Felisberto Hernández. “La literatura uruguaya siempre ha estado en punta en América Latina: lo que pasa es que ustedes con toda razón, como todos, quieren que haya mucho más”. En aquella década de los 90 había una especie de “siesta”. “Hemos tenido grandes momentos y probablemente este no sea un gran momento de la literatura latinoamericana, pero ya lo será”, señaló Gabo, que al concluir la entrevista se fue a atender a los lectores que pedían su autógrafo y a las cámaras de TV que aguardaban sus declaraciones.