En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
¡Hola !
En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
¡Hola !
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
Primero hay que acostumbrarse a expresiones como “hanguear”, “tígueres”, “panas”, “barbiquiú” o “cuero loco”, y a mucho “fokin” como adjetivo. Eso es lo más divertido de este libro salpicado de spanglish y de mucho sexo a ritmo de bachata. Después viene lo más duro: la realidad de la comunidad dominicana en Estados Unidos, la discriminación, el machismo exacerbado de sus hombres y mujeres, los trabajos insalubres, la situación de las madres que quedaron en la isla con hijos pequeños y esperan inútilmente el regreso de sus maridos de Nueva York o Nueva Jersey. En Así es como la pierdes, el escritor Junot Díaz cuenta estas historias con un humor amargo, porque tienen mucho de su propia vida como inmigrante dominicano en los Estados Unidos.
¡Registrate gratis o inicia sesión!
Accedé a una selección de artículos gratuitos, alertas de noticias y boletines exclusivos de Búsqueda y Galería.
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
Hoy Díaz es un hispano exitoso con una reducida producción literaria que, hasta el momento, se limita a dos libros de cuentos y una novela. Docente de escritura creativa en el Instituto de Tecnología de Massachusetts, en el 2008 obtuvo el premio Pulitzer por su novela “La maravillosa vida breve de Oscar Wao”. Pero sus inicios no fueron fáciles, ni en Santo Domingo, donde nació en 1968, ni en Nueva Jersey, adonde llegó con su familia cuando tenía seis años. En “Los boys”, un libro que recoge los cuentos que escribió en 1996, narró la vida de Yunior, un niño de familia humilde que sobrevive en Santo Domingo con su madre y su hermano, mientras trata de recuperar la figura de su padre, quien se fue a buscar una mejor vida a Estados Unidos y tarda demasiado en regresar. En esos relatos, Díaz se había mostrado como un narrador sobrio y áspero, sin concesiones ni lástima hacia sus personajes.
Con más humor, aunque con la misma crudeza, el escritor vuelve a traer a Yunior como personaje y narrador en la mayoría de los relatos de Así es como la pierdes. En algunos de ellos es un joven profesor que vive en Boston, donde el invierno “es una especie de terrorismo”, y tiene diferentes aventuras sexuales, la mayoría de solo una noche, otras más duraderas. Es que Yunior es un adicto al sexo y no puede ser fiel a ninguna mujer, aunque se enamore de ella. Y así es como la pierde y termina abandonado y deprimido. “Tu papá y tu hermano, los dos eran tremendos sucios. Coño, si tu papá te llevaba con él cuando iba a sus pegaderas de cuernos, te dejaba en el carro mientras se lo metía a sus novias. Y tu hermano era igual, singándose a cuanta muchacha pudiera en la cama al lado de la tuya. Sucísimos, y ahora es oficial: tú eres igual”, reflexiona para sí mismo el personaje.
En otras historias, Yunior es el niño que llegó a Nueva Jersey con su madre y su hermano Rafa. De la calurosa isla dominicana se trasladan a la helada Norteamérica donde el padre, que Yunior recién conoce, los aloja en un apartamento de barrio pobre y allí los mantiene encerrados y sin amigos: “Me había imaginado un padre diferente, un padre que medía más de dos metros de altura y tenía suficiente dinero para comprar el barrio entero, pero este era un papá de tamaño común, con una cara cualquiera”, recuerda.
También aparece el Yunior adolescente, que se enamora de las novias de su hermano y convive con una madre abandonada que transformó su casa en un centro de rezos del Grupo Aleluya. Y también convive con el cáncer de su hermano y todo eso lo va transformando en un ser duro y cínico, que protesta cuando la Policía le pide identificación por su aspecto, incluso en el campus universitario cuando ya es profesor, y le hace chistes de humor negro a su hermano débil por la enfermedad: “No te estás muriendo. Pero si fueras a colgar los tenis, me dejas el carro, ¿OK?”
Si algo tienen estos relatos es variedad de mujeres. Algunas son “jevitas”, las novias que se le presentan a la mamá o con las que se convive un tiempo; otras son “las sucias”, con las que solo se tiene sexo fugaz cuando se está solo, deprimido o frustrado por la vida. Pero a veces Yunior se enamora, y cuando sus amigos se dan cuenta, él reacciona y les dice “Es sólo sexo. (...) Quizá era pérdida o amor u otra palabra que usamos cuando es ya fokin tarde, pero a mis panas no les gustaba el melodrama. Oían esa vaina y me decían que no”.
En uno de los mejores relatos del libro (“Otra vida, otra vez”) aparecen las otras dominicanas, las que trabajan en lavanderías de hospitales norteamericanos, o en pescaderías. Ellas duermen amontonadas en una sola habitación y allí también reciben a sus eventuales amantes. Y para ellas nada es permanente, salvo el invierno helado que deja los pies morados de frío y las ventanas tapadas por la escarcha.
Por las páginas de Así es como la pierdes pasan jóvenes estudiantes, negras dominicanas y “blanquitas” estadounidenses, y también mujeres maduras. Una es “Fly Tetas” y otra es Alma, que tiene “un culazo dominicano que parece existir en una cuarta dimensión más allá de sus jeans”. También está Magda, “bajita de boca grande, tremendas caderas y unos rizos negros en los cuales se te puede desaparecer la mano”, y Miss Lora, la maestra madura de la que se enamora siendo un adolescente cuando se sentía “superfokin solo”. Yunior se entrega con afecto a todas, pero su adicción al sexo y a la infidelidad puede más que sus sentimientos. Y su historia, concentrada en “Guía de amor para infieles”, no es apta para feministas radicales.
Una de las virtudes de este libro es el manejo de la voz narrativa. Si bien el grueso de los relatos están narrados en primera persona, algunos siguen el punto de vista de Yunior o de otros personajes desde un narrador más distante. Y también aparece el propio personaje que se habla a sí mismo, o al Yunior que fue en algún momento, como reprochándose los errores de su vida o tratando de comprenderlos: “Tu novia descubre que le estás pegando cuernos. (...) Se podía haber enterado de una, se podía haber enterado de dos, pero como eres un cuero loco que jamás vació la latica de basura del correo electrónico, ¡se enteró de cincuenta!”.
Como los millones de hispanos que viven en Estados Unidos, Junot Díaz vive una existencia mixturada entre dos mundos. Él escribe en inglés, y hay que destacar el gran trabajo de traducción de Achy Obejas para que los personajes “suenen” con naturalidad y se los sienta como verdaderos hispanos en Norteamérica.
“Cuando llegué a este país perdí el español y de adulto dediqué un gran esfuerzo a intentar recuperarlo. La sensación de pérdida es muy aguda y dolorosa. El inglés siempre ha sido una sombra gigantesca que se cernía sobre el español, pero también es cierto lo contrario. La sombra del español se cierne sobre el inglés”, dijo el escritor en una entrevista con “El País” de Madrid.
Díaz escribe una literatura diferente y muy vital, narrada con buenas imágenes y mucha ironía, que habla sobre diferentes pérdidas. Y a no engañarse por la tapa del libro: los cuentos de Así es como la pierdes tienen la apariencia de pachanga fiestera, pero tratan sobre algo más que el “toto” de las jevitas.
“Así es como la pierdes”, de Junot Díaz. Mondadori, 2013, 207 páginas, $ 390.