Nos fuimos estrellando

escribe Pablo Staricco 
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Un oroboro sofocante, inescapable y de una cotidianeidad inquietante. Eso es lo que el cineasta argentino Néstor Mazzini materializó en la forma de un drama con tintes de suspenso bajo el título de 36 horas. César Troncoso, uno de los intérpretes más reconocibles del audiovisual nacional, es el condenado a ocupar el centro de un agobio alrededor del periplo de un hombre incapaz de encontrar un vía de escape. De sus errores, de sus falencias y, supongamos, de un destino eventualmente funesto, no parece haber salida. La serpiente lo rodea y no permite la distinción de su cola y sus colmillos. Persiste, nada más, la asfixia.

Finalizada en 2019 pero estrenada este año, con exhibiciones en Cinemateca (que también la programó en su último festival) y en el complejo Life 21, 36 horas es de esas películas que no se puede afirmar que se disfrutan. Se vive, de la mano de un estupendo protagónico de Troncoso, con angustia.

La historia de Pedro, el personaje personificado por el actor uruguayo, es la de alguien que no solo viene corriendo de atrás la carrera, sino que se enfrenta a obstáculos que son una consecuencia directa de los actos de su pasado. Líder de una productora audiovisual que atraviesa un momento económico inestable, con ingresos pautados que no llegan a tiempo para responder una montaña de deudas en las que el productor ha sumergido a la empresa, Pedro reside en las sombras de su déficit. Ha pedido dinero a prestamistas. También ha pedido dinero a prestamistas para intentar pagarles a otros prestamistas. La pirámide solo parece crecer en una base de créditos a figuras cada vez más desconfiables. ¿Y el billete? El billete no aparece.

Hasta el comienzo de la obra hay que suponer que Pedro tenía algo que comienza a agotarse desde la primera escena: tiempo. Mazzini se propone un ejercicio dramático a contrarreloj para narrar un período de suma tensión en la vida del protagonista, a medida que empieza a cranear cómo liberarse del laberinto en el que se encuentra.

Enmarcada en una jornada extenuante en la vida del productor, a medida que las puertas de una solución posible comienzan a cerrarse, 36 horas es también la historia de una familia en crisis. Padre de una niña, Pedro trabaja junto a su esposa, Érica (Andrea Carballo), con quien se encuentran separados desde hace un par de años. Los límites entre las decisiones laborales y las negociaciones en la crianza de su hija son casi que imperceptibles a medida que su contraparte comienza a ser atraída por el torbellino de errores creado por quien supo ser la otra mitad de un proyecto amoroso que ahora está en ruinas.

El haber ambientado el relato de la caída de Pedro en un rubro como la producción audiovisual es un acierto. Desde un primer y aparentemente no relevante infortunio en el marco de una reunión laboral, Mazzini adelanta que en su mecanismo narrativo los límites entre lo personal y lo profesional no existen. Si Pedro pierde, lo pierde todo. De la misma forma, el diseño de producción apunta al retrato de escenarios completamente inocuos. No hay nada imaginativo o siquiera bello en la oficina o apartamentos que estos personajes habitan, lo que exacerba aún más la sensación de proximidad que uno puede tener con esta historia realista y, más importante aún, humana.

En su libro Oficio de alto riesgo: un recorrido por la vida y obra de César Troncoso (Estuario Editora, 2020), el periodista y crítico de cine Diego Faraone adelantaba lo siguiente sobre este protagónico del actor uruguayo: “Seguramente, el personaje con mayor densidad emocional que le ha tocado en suerte a César, que le permitió desempeñarse con mayor vuelo interpretativo, despertando sensaciones encontradas en la audiencia (...) Se trata de otro de los puntos altos en la trayectoria de César”.

Faraone no se equivocaba en su adelanto sobre la labor del intérprete uruguayo. Se suele decir que un actor carga una película en sus hombros, pero una acción más atinada para describir el caso de Troncoso en 36 horas es la de envolver. Troncoso ocupa cada una de sus escenas como Pedro con una naturalidad más que familiar a lo largo de su carrera pero es Mazzini quien atinadamente repara en los pequeños gestos que completan la labor del actor. Hay titubeos en el diálogo, pequeños temblequeos en los dedos y, sobre todo, una creciente sensación de sofocación y disociación con el mundo que construyó para destruir. Hay pocas cualidades redentoras en Pedro (se lo muestra como un padre apegado, pero también se le reprocha un desentendimiento en cuestiones más exigentes en su paternidad) y sin embargo el actor es capaz de crear una empatía ineludible por el personaje.

Con un constante impulso por encerrar a su protagonista con las paredes de su propio caos, Mazzini también se topa con algún que otro callejón sin salida. A un primer acto bien logrado le siguen algunas escenas menos memorables, en las que la búsqueda de Pedro se traslada a ciertos ciclos reiterativos para los desarrollos de los personajes. Es cierto, de todas formas, que esa naturaleza también responde a los mecanismos de evasión y anhelos por el socorro que personas como el protagonista deben hacer para salir de una encrucijada financiera, ya sea mediante la construcción de una mentira tras otra o la desesperación y el pedido, reiterado, de un auxilio milagroso.

36 horas es consistente, de todas formas, en su promesa. Si hay escenas o reflejos de Pedro que llaman la atención por una violencia exacerbada, vale considerarlas como parte de una apuesta, sin precedentes al menos en el cine rioplatense, en la que Mazzini y Troncoso se encuentran sumergidos. 36 horas es la primera entrega de una serie de tres películas que el director y guionista argentino ha bautizado como la Trilogía del Autoengaño y que se estrenará en los años entrantes. La próxima parada será la de una road movie, titulada En el bosque, que explorará la relación entre el personaje de Pedro y su hija una vez que las consecuencias de 36 horas comienzan a materializarse. Hay también planeada una película final con el último de los actos brutales alrededor del protagonista. Por lo pronto, quienes vean la película de Mazzini, podrán determinar si este personaje ha tenido o no suficiente. Si lo merece, esa es otra discusión.

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2022-01-19T23:25:00