N° 1817 - 28 de Mayo al 03 de Junio de 2015
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEl 10 de mayo el socialista Daniel Martínez resultó electo intendente de Montevideo. Pero sin perjuicio de que el cargo de jefe comunal era lo más importante que estaba en juego en la elección, fue el candidato “independiente” del Partido de la Concertación, el empresario Edgardo Novick, la figura emergente del comicio. Obtuvo más de 200.000 votos, 23% del total de votos válidos y 62% de los sufragios del nuevo lema.
Ciertamente el esfuerzo publicitario, que él solventó con sus propios recursos, fue un factor fundamental para suplir la falta de “aparato” y de “cuadros orgánicos”, lo cual quedó de manifiesto la misma noche de la elección.
Quien crea que su muy buena votación hace tres semanas es producto solo de los recursos invertidos, aprecia el fenómeno muy superficialmente.
No habiendo sido un profesional de la política, ni siquiera un activo militante, tampoco ha sido ajeno a ella. En la elección de 1999, siendo ya un empresario exitoso, acompañó —y asesoró publicitariamente— a Jorge Batlle en su quinto y exitoso intento de conquistar la Presidencia. Según lo reconociera el ex presidente Luis A. Lacalle, en la campaña presidencial del 2009 recibió de Novick opiniones, comentarios y consejos.
Una vez constituida la alianza de los partidos tradicionales para disputarle al Frente Amplio el gobierno departamental de Montevideo y tras la negativa del Partido Independiente a sumarse a ella, Novick confió a algunos allegados su interés en ser el tercer candidato de la Concertación.
Luego de las internas del año pasado, el diputado Jorge Gandini anunció que se retiraba de la lucha por la candidatura blanca ante señales del electo candidato presidencial, que quería involucrar al ex presidente de la AUF, Sebastián Bauzá. Ante la negativa de este, en diciembre fue proclamado Álvaro Garcé, el ex comisionado parlamentario de Cárceles y asesor de Lacalle Pou en seguridad pública.
Con los resultados de la elección nacional a la vista, que desalentaban las expectativas de la Concertación —en Montevideo Vázquez superó holgadamente el 50% de los votos—, Novick decidió ir por su postulación. Así lo comunicó en reuniones que mantuvo en diciembre con amigos y políticos colorados. Recibió adhesiones y rechazos. Su anuncio generó nuevas tensiones y problemas en el Partido Colorado, que en octubre había tenido una pobrísima votación en la capital (10,6%).
En la convención departamental colorada de enero, la representación de Vamos Uruguay se exhibió fracturada y asestó un nuevo y duro golpe al liderazgo de Bordaberry. Varios integrantes de Vamos Uruguay, incluyendo a dos de sus legisladores, no solo habilitaron la candidatura de Novick, a la que apoyaron abiertamente, sino que se negaron a acompañar una moción presentada por el ex candidato presidencial de apoyo a Luis Alberto “Ney” Castillo, quien ya había sido formalmente proclamado candidato del partido. Ante tal situación, Castillo consideró que ya no tenía el respaldo institucional del partido y dio un paso al costado. Finalmente, Ricardo Rachetti aceptó el pesado encargo y, casi sin recursos y en unas semanas, hizo lo que pudo. Obtuvo 15.000 votos (1,8% del total de sufragios).
Es obvio que muchos votantes colorados de Montevideo (casi 97.000 en octubre) sufragaron por Novick. Pero no es menos evidente que un número incluso mayor de quienes votaron por candidatos blancos seis meses antes acompañaron al “independiente” de la Concertación y no a Garcé.
Mientras que en octubre los blancos tuvieron en Montevideo 234.000 votos (25,8%), el registro de Garcé fue muy inferior: 101.000 (12,3%).
¿En qué radicó el éxito de Novick, un perfecto desconocido para la inmensa mayoría de los montevideanos solo unos meses antes y carente de estructura política de respaldo?
Es cierto que Novick destinó más recursos en su campaña que lo que dispusieron blancos y colorados. Pero eso solo no explica el desamarre de antiguas preferencias políticas de tantos ciudadanos y el voto a una candidatura identificada con el color verde manzana.
Si bien en los últimos tiempos las encuestas registraban juicios críticos de los montevideanos sobre la gestión del gobierno frentista y de la intendenta Ana Olivera, y algunos analistas asignaban a la oposición posibilidades reales de pelear la elección capitalina, los resultados de los escrutinios de octubre y las desinteligencias e improvisaciones de última hora de blancos y colorados echaron por tierra tales expectativas.
Por otra parte, instalada la idea de que la elección se definía entre los senadores Martínez y Topolansky, se llegó a pensar que muchos votantes de los partidos tradicionales correrían a cerrarle el paso a la candidata del MPP y que, por tanto, la Concertación ni siquiera llegaría a la suma de votos blancos y colorados de octubre.
Pero el claro favoritismo de Martínez favoreció a la emergente candidatura de Novick, que con un discurso sencillo, aplicando sentido común y sin la retórica y los énfasis del político profesional, dijo lo que muchos montevideanos piensan y querían oír. Prometió mejorar los servicios fundamentales a cargo de la Intendencia de Montevideo (limpieza, iluminación, transporte público, mantenimiento de los pavimentos), replantear el relacionamiento con el gremio municipal, reducir la burocracia municipal y administrar cuidadosamente los recursos que aportan los vecinos. Su votación premió su enfoque y su estilo. Pero obedeció también a un par de golpes devueltos oportunamente, y en los términos apropiados, a los intentos de descalificación del ex presidente Mujica y de Topolansky.
Libre de ataduras y máculas partidarias en un tiempo en que las acciones de partidos y políticos está en baja, se benefició también de esta circunstancia y abrió un cauce para canalizar el voto no frentista y la insatisfacción tras 25 años de gobiernos del Frente Amplio. El voto por Novick es, obviamente, una señal hacia los partidos tradicionales —en realidad un nuevo golpe— que estos no deberían pasar por alto.
El apoyo recibido alimenta las especulaciones sobre su proyección política. En las horas posteriores al escrutinio, el candidato dijo que en cinco años volverá a postularse a la Intendencia de Montevideo. En estos días anunció que comenzará a coordinar la acción de los nueve ediles electos por sus listas. Con lo que confirma presencia y continuidad.
Continuidad que depende del futuro de la Concertación, alianza que llegó para quedarse en Montevideo pero que, por la vía de los hechos, se ha abierto paso en varios departamentos del interior.
Hay quienes proyectan el salto de Novick hacia candidaturas nacionales y piensan en una futura postulación presidencial. Difícilmente eso ocurra sin un partido o una estructura política sólida detrás suyo. El paso del tiempo irá dando pautas de si Novick es un fenómeno coyuntural, como muchos creen, o algo más permanente y con proyección de futuro.