Sr. Director:
Sr. Director:
Accedé a una selección de artículos gratuitos, alertas de noticias y boletines exclusivos de Búsqueda y Galería.
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEl portal de M-24 acaba de informar que OSE y el Consorcio de Aguas de Montevideo presentaron, ante el Ministerio de Ambiente, una investigación que señala la ocurrencia de cianobacterias en períodos calurosos en el lugar donde tomará agua el proyecto Neptuno. ¿Quién debía informar al respecto? Obviamente, el Ministerio de Ambiente a OSE y no al revés. Y es que esa secretaría de Estado hace largo rato que está siendo omisa en la observancia de lo dispuesto en el art. 47 de la Constitución y del principio precautorio consagrado en la Declaración de Río de 1992.
Conforme al principio precautorio, la autoridad competente frente a posibles impactos negativos en el medio ambiente puede tomar medidas prohibitivas a ese emprendimiento o actividad, por simples indicios, sin necesidad de requerir certeza. Pero es claro que para tomar esas medidas, previamente, tiene que conocer los indicios necesarios y, luego, es deber efectuar el análisis de ese eventual impacto negativo. Lamentablemente, la gestión del Ministerio de Ambiente se caracteriza por una conducta omisa, en particular, frente a dos emprendimientos que pueden estar conectados por el riesgo de impacto ambiental que implican.
El primero tiene que ver con las cianobacterias y el proyecto Neptuno, donde OSE le informa a ese ministerio, cuando debería ser al revés; y el segundo refiere a los emisores de aguas cloacales e industriales de Buenos Aires, es decir, al que colecta las aguas de la cuencas de Matanzas y Riachuelo que refiere a 4 millones y medio de personas y miles de industrias de Buenos Aires, que comenzará a operar próximamente y que va a volcar diariamente al Río de la Plata 2.300.000 metros cúbicos de esas aguas y el de Berasategui, que arrojará 2.800.000 metros cúbicos por día a ese curso fluvial.
Con el embajador Carlos Orlando iniciamos, hace 4 años, una prédica dirigida a crear conciencia del riesgo ambiental que esta clase de emprendimientos tiene y a lograr que se requiriese, a una consultora internacional, un estudio dirigido a establecer si el sistema de tratamiento y filtrado de esas aguas es eficiente o que, por el contrario, como sostienen eminentes científicos, como el catedrático de Ecología y Ambiente de la Facultad de Ciencias de la Udelar Dr. Daniel Panario no elimina elementos químicos como el nitrógeno y el fósforo, que son el caldo de cultivo de las cianobacterias.
Con el embajador Carlos Orlando mantuvimos, oportunamente, una reunión con el ministro de Ambiente de la época, Lic. Adrián Peña, y el suscrito lo hizo, poco tiempo después que asumiera, con el actual ministro, contador Robert Bouvier Torterolo. Ambos mostraron disposición a atender nuestro planteo de contratar una consultora independiente para determinar si las críticas de científicos, como el Dr. Panario y el Dr. Guerrero de Argentina, al sistema de filtrado en esa plantas de tratamiento era eficaz o no, pero esas palabras se las llevó el viento, el mismo viento que es posible traslade las cianobacterias de los efluentes de esos emisores de aguas cloacales a nuestras costas en un futuro próximo.
No debería sorprendernos cuando el Ministerio de Ambiente debe de enterarse por OSE del riesgo ambiental que existe, por el desarrollo de cianobacterias que pueden afectar la operativa del proyecto Neptuno y no al revés. ¿Qué se puede esperar de esa secretaría de Estado?
Dr. Edison González Lapeyre