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    Oficial de inteligencia cubano dijo, en encuentro con ex presos políticos uruguayos, que su país “no ha cambiado ni un ápice”

    En las cárceles de Beaumont (Texas) y McCreary (Kentucky), al cubano Ramón Labañino lo conocían como el samurái. Aunque en su país el karate era solo permitido para “los compañeros del Ministerio del Interior”, el corpulento chico, fogueado en el barrio habanero La Lisa, se las ingenió para aprender artes marciales. Luego destacó en otros deportes y estudió economía.

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    Cuando tenía 20 años de edad fue reclutado por la Dirección General de Inteligencia (DGI) y le propusieron infiltrarse entre los grupos anticastristas de Miami aprovechando una nueva ola migratoria de cubanos hacia Estados Unidos.

    El joven pasó a llamarse Luis Medina, nacido en Houston, Texas, y criado en Puerto Rico. A pesar de que su historia completa no puede ser contada aún, el martes 5, luego de un encuentro con ex presos políticos uruguayos en la sede de la asociación Crysol, Labañino dijo a Búsqueda que pasó varias vacaciones en Cuba mientras hizo su trabajo clandestino como oficial de la seguridad del Estado en la Florida con la misión de evitar atentados contra su país.

    “Cuenten con los revolucionarios cubanos”, dijo Labañino cuando uno de los asistentes le preguntó si las nuevas relaciones con Estados Unidos, luego del viaje que realizó el mes pasado el presidente Barack Obama a La Habana y su propia liberación significan un cambio en la solidaridad de Cuba con “los pueblos que luchan en América Latina”.

    Labañino respondió que el presidente Raúl Castro “esquivó el abrazo de Obama”. Y agregó: “Eso fue genial, una demostración de rebeldía, no somos amigos”. Luego el oficial dijo: “¿De qué derechos humanos están hablando si tienen en la base de Guantánamo a presos que los están torturando?”.

    El oficial de inteligencia, que estaba acompañado de la embajadora de su país en Uruguay, Mercedes Vicente, y de su esposa, oficial del Ministerio del Interior, sostuvo que “Cuba sigue siendo la misma, no ha cambiado un ápice”, porque “los principios no son negociables”, aunque luego advirtió que “la pelea ahora es por el billete”. “Pueden llegar inversiones de pacotilla y tenemos que ser inteligentes, no queremos un McDonald en cada esquina sino, por ejemplo, una fábrica de tractores”, añadió.

    Otro de los asistentes dijo que haría una pregunta “incómoda”: “En nuestro país muchos dicen que ahora el imperialismo yankee es bueno”.

    El visitante evitó opinar sobre Uruguay, pero dijo que Estados Unidos “decidió cambiar la política porque fracasó, pero el objetivo sigue siendo apoderarse de Cuba” y que su objetivo “sigue siendo dividirnos y aplastar a nuestros pueblos”.

    En el encuentro, en el que recibió de regalo una foto de una de sus hijas tomada por un ex preso político uruguayo cuando estuvo en Cuba, Labañino afirmó que “todavía en América Latina hay revolucionarios conscientes que se la están jugando; estos viejos que están acá son los que siguen luchando”.

    “El capitalismo está en una etapa casi fascista de revolución tecnológica”, dijo, que “tenemos que revisar a los clásicos (del marxismo), que “los TLC no funcionan” y que “hay una contraofensiva de la derecha en la región”. También afirmó que “existe una amnesia colectiva para que los jóvenes no continúen la lucha”.

    En medio de un público compuesto en su mayoría por jubilados, una joven pidió la palabra y agradeció al visitante por “la lección”.

    “Los hombres de Fidel” y García Márquez.

    En 1998, el FBI, la agencia de contrainteligencia estadounidense, detuvo a cinco cubanos, entre ellos Labañino, acusados de ser espías de La Habana.

    “Yo empecé a viajar a Estados Unidos a principio de los años 90. A partir de la caída del campo socialista Cuba quedó sola. Los terroristas de Miami contaban los días en que la revolución cubana se iba” y “al ver que eso no pasaba comenzaron con una ola de atentados, de bombas en hoteles y restaurantes. (…) A nosotros nos envían para infiltrar a los grupos terroristas, reunir la información que permitiera neutralizar los actos terroristas que se iban a cometer en Cuba. De hecho logramos evitar varios”, dijo el viernes 8 en una entrevista en el semanario comunista “El Popular”.

    En su gira de agradecimiento, luego de la liberación que se produjo en diciembre de 2014, contó decenas de veces una anécdota que se habría producido al llegar a la cárcel tejana de Beaumont, conocida como “tierra sangrienta” por los muchos asesinatos que allí se producen.

    “Te voy a poner con el cubano más malo que hay”, le dijo el capitán del presidio, para quebrar su ánimo. El recién llegado se enfrentó a su compatriota, un hombre con aspecto de “guapo de los años 90” que estaba rodeado de dos lugartenientes. Cuando pensó que una pelea era ya inevitable y el samurái se preparaba para ello, para sorpresa del recién llegado, el otro lo recibió con respeto: “Ven acá, chico, si ustedes lo que son es gente valiente. Ustedes son los hombres de Fidel”.

    Según dijo a Búsqueda el abogado cubano americano residente en Washington José Pertierra, no está claro cómo fue que cayeron los cinco agentes que fueron acusados de varios delitos, aunque advirtió que en Estados Unidos “hay una guerra contra el terrorismo à la carte”, porque los cubanos sospechosos de una serie de atentados que en la década de 1990 causaron daños en instalaciones turísticas y la muerte de un turista italiano nunca fueron detenidos.

    En 2005, Fidel Castro hizo público que el escritor colombiano Gabriel García Márquez había realizado gestiones secretas en Washington para entregar una carta suya al entonces presidente William Clinton con la idea de realizar una colaboración antiterrorista entre ambos países.

    En la carta, luego de una mediación en la que tomaron parte los ex presidente James Carter (Estados Unidos) y Carlos Salinas de Gortari (México), Cuba proponía realizar un trabajo conjunto contra el terrorismo entre la inteligencia cubana y el FBI.

    El escritor relató que gracias a la ayuda del ex presidente colombiano César Gaviria, que estaba en Washington, luego de pasar varios días esperando en un hotel, evitando las salidas para que no le quitaran la carta, logró entrevistarse con el asesor de Clinton, Thomas McLarty. “Esta no es una vista oficial”, advirtió el escritor, y luego preguntó al entonces zar antiterrorista Richard Clark: “¿Es posible que el FBI contacte con sus homólogos cubanos para luchar juntos contra el terrorismo?”. Clark la consideró “una buena idea” y McLarty tuvo un cumplido con García Márquez: “Tu misión era muy importante. Lo has hecho muy bien.”

    Sin embargo, según la versión cubana, la información proporcionada por Castro a través de su amigo colombiano, en lugar de ayudar al trabajo conjunto terminó con los cinco agentes detenidos y procesados, aunque la información logró neutralizar la ola de atentados.

    Los “Miami five” pasaron más de 15 años presos, “en los que cada día tienes que decidir si resistes o te rindes” pero, al menos Labañino, no pareció desanimado. La apertura que comenzó Obama terminó con la liberación de los cinco agentes por “clemencia ejecutiva” y de regreso en su país fueron presentados como “héroes antiterroristas” por el gobierno.

    Durante su visita a Uruguay, Labañino participó en un encuentro sindical regional, estuvo en un acto en la embajada de Venezuela, en una charla en la Facultad de Ciencias Sociales y fue recibido por parlamentarios del Frente Amplio.

    El oficial también tuvo un encuentro con el senador José Mujica y su esposa Lucía Topolansky. En la entrevista con “El Popular” dijo que Mujica “fue el primer presidente que abogó por la libertad de los cinco”.

    Mujica también había sido el único que recibió a una delegación de las Damas de Blanco, un grupo de mujeres familiares de disidentes cubanos presos que estaba de gira por el continente. Luego de esa entrevista, en setiembre de 2010, las relaciones con La Habana se enfriaron y el semanario comunista publicó una caricatura del presidente con los pantalones bajos ante Estados Unidos.

    En 2013, Mujica visitó Cuba y en varias oportunidades tomó parte del acercamiento entre Estados Unidos y Cuba y como ex combatiente aportó también al diálogo entre la guerrilla colombiana y el gobierno de ese país.

    Información Nacional
    2016-04-14T00:00:00