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Cuando apenas se estaba iniciando el primer gobierno del Frente Amplio, encabezado por Tabaré Vázquez, hace ya casi dos décadas, el entonces senador comunista Eduardo Lorier realizó unas reflexiones que fueron como una fotografía de lo que estaba ocurriendo en aquellos tiempos. Lorier habló de un “gobierno en disputa”, en referencia a que las distintas fuerzas políticas que convivían dentro de la izquierda uruguaya todavía estaban jugando su pulseada para ver cuál de ellas podía imponer sus ideas desde el Poder Ejecutivo.
Hubo varios episodios en esa primera administración frenteamplista, que duró desde 2005 a 2010, en los que quedó en evidencia ese “gobierno en disputa”. A nivel económico, no cabe duda de que quien se impuso fue el entonces ministro de Economía, Danilo Astori, y que logró desplazar cualquier intento experimental en la materia. Fue un período en el que se apostó a los equilibrios macroeconómicos, el mantenimiento de las reglas de juego y especialmente a la inversión privada.
Pero a nivel político Astori perdió batallas importantes, al igual que el presidente Vázquez. Quizá la más significativa fue la del tratado de libre comercio (TLC) con Estados Unidos. La posibilidad de concretar ese TLC estuvo arriba de la mesa casi desde el inicio del primer gobierno frenteamplista. George W. Bush, en ese momento presidente norteamericano, hasta visitó Uruguay y dejó abierta la puerta, pero finalmente se impusieron en la “disputa” los contrarios al “imperialismo norteamericano”. En ese debate tuvo un rol importante el entonces ministro de Ganadería, José Mujica, que inclinó la balanza a favor de los comunistas y algunos socialistas, lo más férreos opositores a Estados Unidos.
El “gobierno en disputa” continuó los siguientes dos períodos del Frente Amplio, primero con Mujica como presidente con el apoyo interno de los comunistas y luego otra vez con Vázquez. Aunque la pulseada se atenuó y con el transcurso de los años se fue diluyendo, nunca se terminó de resolver. El Frente Amplio tuvo que cargar con ese lastre, que fue adquiriendo distintas formas.
Luego de haber perdido el gobierno, se podría pensar que la lección estaba aprendida y que los deseos de volver al poder iban a unificar a las distintas fuerzas de la coalición de izquierda atrás de ese objetivo, dejando por un tiempo las diferencias de lado. Pero no fue así. Al contrario, cuanto más se acercan las próximas elecciones más en evidencia queda que ahora es la oposición la que está “en disputa”. Tanto que eso hasta puede estar construyendo un agujero por donde se escapen los votos que necesitan como para obtener un triunfo electoral.
La disputa en este caso refiere a cómo oponerse a la reforma previsional recientemente aprobada por el oficialismo. Son cambios largamente postergados y necesarios para lograr la viabilidad de todo el sistema, que se acercaba muy rápidamente a su bancarrota. Fue un proyecto largamente discutido, con modificaciones importantes a la propuesta original y en el que participaron las diferentes fuerzas políticas. Pero el Frente Amplio igual optó por oponerse en general, aunque haya votado algunos artículos a favor.
Ahora enfrenta un problema importante. La central sindical PIT-CNT resolvió por mayoría promover una recolección de firmas para aprobar una reforma constitucional que incluya una nueva edad de retiro y la eliminación de las AFAP, vigentes desde 1996 y que incluyen a un porcentaje altísimo de los trabajadores uruguayos.
Es una medida radical, resistida no solo por los sectores frenteamplistas más moderados, sino también por el Movimiento de Participación Popular, entre otros. Pero perdieron en la interna sindical y ahora están buscando la forma de habilitar “libertad de acción” en la interna frenteamplista.
Más allá de eso, pase lo que pase en las futuras decisiones políticas, es un hecho que ahora es la oposición la que está en disputa y que eso genera desconfianza en el electorado de centro, ese que suele definir las elecciones, en un momento crucial. Parece que para algunos dentro del Frente Amplio y de la central sindical es mejor seguir en la oposición. Y no están tan lejos de lograr su objetivo.
