A principios de abril, Lucía tenía hora con el oftalmólogo que el año pasado le hizo una intervención quirúrgica en la retina. En el control se iba a evaluar la recuperación y medir la presión de su vista. Sin embargo, días antes de la consulta, recibió el llamado de una funcionaria que le dijo que, por protocolo Covid, se había suspendido la atención presencial. Solo podía hablar con el especialista por teléfono. Ella entendió la situación y contestó que prefería esperar. El día en que Uruguay registró 0 casos por coronavirus, el 7 de junio, llamó a la mutualista para solicitar una nueva consulta. Y le respondieron que no había fecha disponible. Enojada, pidió hora con cualquier oftalmólogo para tener consulta presencial, pero le contestaron que tampoco era posible. El médico atendió a Lucía en setiembre, casi un año después de la intervención. Pero Ramiro y Luciano no corrieron con la misma suerte.
Hace tres semanas, Ramiro llamó a una institución de salud pública para agendar un turno con un dermatólogo porque tenía un lunar en el brazo “bastante feo”. Notó que se le había agrandado y necesitaba el control anual que le recomendó el último especialista al que vio. Pero le dijeron que no tenían lugar y que la demora de dos meses y medio se debía al Covid. La misma respuesta le dieron a Carla, el jueves pasado, cuando pidió hora para que un pediatra viera a su hijo Ramiro, de 10 años, en otra mutualista privada. Al niño le cuesta concentrarse en la escuela, tiene miedo de contagiar de Covid a su abuelo y se orina en la cama. A diferencia de Ramiro, Carla es médica, conoce el reglamento y le dijo a la mutualista que era inaceptable. “No se está pudiendo cumplir con la norma. Si no es urgente, no podemos darte hora para este año. Si querés, volvé a intentar mañana y capaz tenés suerte”, le contestaron.
Si bien son diferentes, en estos tres casos no se cumplió con la legislación que indica que el usuario debe recibir atención médica de un especialista en un plazo máximo de un mes. Por ley se establece que el plazo para tener una cirugía general es de dos días y en el caso de consultas médicas y quirúrgicas, como cardiología, oncología, geriatría y oftalmología, se cuenta con un mes.
Entre el 13 de marzo y la primera quincena de noviembre, el Ministerio de Salud Pública (MSP) recibió 123 denuncias de pacientes por problemas con la atención médica. El relevamiento, al que accedió Búsqueda, indica que las quejas fueron por demora en la coordinación de consultas médicas generales y con especialistas y dificultades en el acceso a la coordinación de estudios y procedimientos quirúrgicos. La mitad se registró entre agosto y noviembre.
Fuentes del MSP dijeron a Búsqueda que no pueden comparar la información con los datos de 2019 porque en ese momento las quejas por incumplimiento se realizaban de forma presencial y no saben dónde están archivadas.
“Tener hora con un especialista debería ser inherente al sistema, pero las dificultades se potenciaron con la pandemia. Si vas a la emergencia o con un internista, tenés hora relativamente rápido, pero si ese médico te manda estudios y los estudios tienen un diagnóstico complejo empieza un peregrinaje tremendo. Es raro que el tiempo, como dice la norma, sea menor a un mes. Entre que tenés la sospecha del diagnóstico e iniciás un tratamiento pueden pasar cuatro o cinco meses. Siempre depende de la institución, claro”, dijo Sandra Toledo, integrante de la Asociación de Pacientes del Uruguay, que nuclea a 25 organizaciones de usuarios que trabajan con distintas patologías. “Es un problema que estaba y el Covid lo evidenció”, agregó.
Una mujer llamó días atrás a su mutualista para pedir hora con un ginecólogo y, además de darle hora para el año que viene, le repitieron el mismo discurso: el problema administrativo se generó por el Covid.
Sin embargo, las resoluciones aprobadas por el MSP durante la pandemia se han adaptado al momento que vivía el país y, en estos casos, parece una “excusa”, dijo una fuente sanitaria.
El camino
En marzo, el MSP recomendó la interrupción de policlínicas presenciales, procedimientos quirúrgicos y estudios diagnósticos para evitar el avance de la pandemia. Se establecieron los protocolos y se preparó al personal médico. La atención estaba (y está) en el cuidado ante los posibles contagios y la saturación de las camas disponibles, algo que hasta la fecha no ocurrió.
Dos meses más tarde, la cartera publicó una ordenanza para que las instituciones regresaran progresivamente a realizar procedimientos quirúrgicos y estudios diagnósticos intervencionistas. Y en junio, el director general de Salud Pública, Miguel Asqueta, y el director de la Junta Nacional de Salud (Junasa), José Luis González Machado, firmaron una resolución para aumentar la disponibilidad de atención en consultorios, la ocupación en salas de espera y la cantidad de personas compatible si se cumple con el distanciamiento de un metro.
“Los protocolos deben actualizarse todo el tiempo”, dijo Giselle Colman, obstetra e integrante de la organización Gestar derechos. “Más que los retrasos en las consultas, lo que nosotros vimos fue que durante la emergencia sanitaria hubo muchas instituciones donde se separó a la madre del bebé y no se cumplió con la ley de acompañamiento. Lo que esto mostró es que en verdad no estamos tan bien en derechos y a la mínima se vulneran, justamente, en mujeres y niños”, agregó.
“Lo más triste es que tus derechos de usuario dependen del servicio del centro de salud donde te van a atender. No puede ser que dependiendo del día de guardia a la que tú llegues vaya a cambiar cómo te atienden”, opinó.
Fuentes del mutualismo y de la salud pública consultadas por Búsqueda dijeron que la atención puede haberse visto afectada porque los esfuerzos se centraron en el control de la pandemia. También señalaron que se están “poniendo al día” y que se están dando nuevos turnos para las horas disponibles. La preocupación también se escucha en el MSP, donde son conscientes de los atrasos y piden que la ciudadanía denuncie.
Agenda inteligente.
El Sindicato Médico del Uruguay (SMU) plantea que existen “ciertas” esperas en la realización de estudios y demoras en controles médicos. Coinciden con que los protocolos por Covid influyeron en el fenómeno, pero aseguran que el problema es la “poca coordinación” en la agenda. “Nos consta que hay mala gestión y a veces se demora más de lo debido”, dijo a Búsqueda el representante del SMU en la Junasa, Federico Preve.
La organización de profesionales médicos entiende que la falta de coordinación de la agenda es una falla “estructural del sistema”. “El problema es que hay una deficiencia porque no se tiene un sistema de agenda inteligente. Hay un ausentismo que no se compensa, entonces hay una persona que de repente se la hace esperar mucho tiempo y, sin embargo, quedan lugares libres en la consulta”, dijo Preve.
En plena discusión por el Consejo de Salarios, el SMU señaló que hay instituciones donde no están cumpliendo con el acuerdo en la atención de cuatro pacientes por hora que se estableció en la Comisión de Calidad Asistencial en 2019. Han recibido denuncias de doctores que se quejan por el aumento en la cantidad de consultas y las limitantes que aparecen por el poco tiempo de atención. Así, dicen que es “casi imposible” fortalecer la relación entre el médico y el paciente.
Por eso, proponen cambiar la coordinación en la agenda y “mejorar” la atención asistencial. “Se tendría que hacer un manejo de la agenda donde los huecos por ausentismo, que en algunos lugares es del 30%, se vayan llenando con otros usuarios y se use la autoagenda para que no dependa exclusivamente de lo administrativo”, indicó Preve.
“Es que no puede ser que te atiendan en 10 minutos, no te puedan ni mirar a los ojos”, comentó Toledo.
En este sentido, Preve considera que hay un problema de “gestión” de las empresas que justifican el ausentismo y las contradictorias colas de esperas. “Se juntan distintos factores. Está la mala administración, la necesidad en algunos casos de contratar más horas y médicos y la disponibilidad del doctor de cabecera en la propia institución. Si trabajaran en un solo lugar, si fueran todos los días, tendrían más acceso al mismo médico. Ahí mejora la calidad, porque él te conoce, sabe quién sos y qué te vio mal”, señaló. “Cuando prima más el sistema financiero que la atención, pasan estas cosas”.