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Para Isaac Alfie, el resultado fiscal estructural es una medida a mirar con “precauciones”
“Más allá de definiciones que surgen de novelerías propias de estos tiempos, en realidad todo déficit fiscal es déficit fiscal”, sostiene por su parte el economista Javier de Haedo
Al mirar las cuentas fiscales, las autoridades del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) ponen el foco en el resultado estructural, es decir quitando las partidas afectadas por la fase expansiva o recesiva del ciclo económico, así como por aquellas derivadas de circunstancias extraordinarias, como por ejemplo una pandemia o una sequía. Pero algunos economistas ven ese dato como complementario, y entienden que lo relevante, al final, es el número fiscal efectivo o corriente —históricamente, un déficit— informado mes a mes por el propio MEF. Entre ellos está Isaac Alfie, quien en diciembre dejó el máximo cargo en la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP).
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Consultado sobre la gestión fiscal del gobierno que integró, el jueves 15 en el programa Fácil desviarse de FM Del Sol, el ex jerarca dijo que el resultado negativo del sector público el año pasado se ubicó en el equivalente a 3,6% del Producto Interno Bruto (PIB), cuando al finalizar la última administración del Frente Amplio fue de 4,4%. “El déficit global (...), porque al final hay que pagarlo todo. Yo siempre miro el global; (el estructural) es una buena medida, uno la puede tomar…, hay que tomarla, pero hay que tomarla con ciertas precauciones en su medición, por las metodologías”, puntualizó el ahora integrante de los equipos del precandidato colorado Gabriel Gurméndez.
Alfie rechazó que se “esté saliendo de madre fiscalmente” y relativizó el deterioro en las finanzas públicas ocurrido desde fines de 2022. Mencionó como “atenuantes”, los peores números de los entes en su conjunto debido a la sequía —que produjo mayores costos de generación de energía a UTE y generó más costos a OSE—, aunque reiteró que a lo largo del período lograron una mejora en su gestión y bajaron las tarifas. También por la parada de la refinería de petróleo de Ancap para su mantenimiento. Además, dijo que incidió la pérdida de recaudación por el gasto realizado por uruguayos en Argentina, un fenómeno que “fue permanente” y “se fue profundizando a lo largo del año”.
Aludiendo a cuestionamientos de dirigentes y técnicos del Frente Amplio, el ex director de la OPP respecto de la deuda pública en relación al PIB aseguró: “no creo que ese número sea muy distinto al que teníamos antes” y, si aumentó, fue por los gastos adicionales que provocó la pandemia y ese mayor déficit fiscal. “Nadie dijo que no iba a haber déficit, sino que iba a bajar” en el transcurso del período, alegó.
También destacó el “volumen de inversión en infraestructura” que provoca un aumento de las erogaciones. “Sí, lo hay, pero no es tan fuerte, porque hay nuevos contratos” con privados que —según Alfie— permiten hacer “muchas más obras” pero de manera “más eficiente” a como se hacían antes.
“Novelerías”
Otro economista que presta más atención al déficit efectivo que al estructural es Javier de Haedo, consultor y director del Observatorio de Coyuntura Económica de la Universidad Católica. “Más allá de definiciones que surgen de novelerías propias de estos tiempos, en realidad todo déficit fiscal es déficit fiscal (sea del gobierno, de una empresa estatal o de la autoridad monetaria, se trate de gasto primario o de intereses) y toda deuda pública es deuda pública más allá de la agencia estatal que haya incurrido en ella. Por otro lado, el resultado fiscal estructural es una herramienta, que, bien utilizada y especialmente con los supuestos adecuados, sirve para complementar el análisis fiscal, pero en modo alguno ha de reemplazar a los indicadores convencionales de difusión mensual”, señaló en una columna publicada el lunes 19 en El País. “Hablando en plata, si una regla fiscal como la actual no impide que el déficit fiscal esté hoy en 3,7% del PIB, más cerca del heredado (4,4% del PIB) que del objetivo presupuestal (2,5% con un PIB que luego se reestimó 9,1% por encima del anterior, o sea 2,3% del PIB actual), se trata de una regla que no es suficiente”, cuestionó. Para ese analista, esta regla “debe ser corregida, ampliándose al máximo el perímetro del corral acotado donde hoy rige, porque siempre que haya un corral limitado, habrá posibilidades de saltar el alambrado”.
En la misma edición de ese diario, otro economista, José Antonio Licandro, defendió el instrumento de la regla fiscal creada en la Ley de Urgente Consideración al inicio del actual período de gobierno. “Aunque ha sido cuestionado por ‘inobservable’, el resultado estructural es ‘estimable’ de manera razonable y refleja mucho mejor la posición fiscal de largo plazo que el resultado corriente, tal como sucede con otras muchas variables económicas (como el tipo de cambio real de equilibrio, por citar una). No es casualidad que más de 40 países tengan hoy reglas fiscales que utilizan este concepto como uno de sus pilares fundamentales, más allá de que en nuestro país resta mucho trabajo técnico por delante para mejorarlo y hacerlo más confiable”, escribió ese exfuncionario del Banco Central ya retirado.
Links:
(aunque reiteró que a lo largo del período lograron una mejora en su gestión)
