Ante esa situación, la institución lanera —creada en 1966— buscó otras fuentes de financiación para solventar su funcionamiento y para cumplir con algunos objetivos.
El SUL se dedica también a la prestación de servicios técnicos, consultorías en el exterior y acuerdos con instituciones dedicadas a la capacitación, como el Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (Inefop), dijo Gambetta.
La venta de productos generados en sus campos es otra de las alternativas que están dando sus frutos, principalmente el Centro de Investigación y Experimentación (Ciedag), que cuenta con unas 1.000 hectáreas y donde está instalado el primer compartimento ovino. De allí saldrán los corderos cuya carne será exportada a Estados Unidos.
El predio del SUL ubicado en Cerro Colorado (Florida) es un campo experimental, que tiene una serie de costos relacionados con la investigación.
Gambetta, que produce ovinos en Tacuarembó, dijo que ese local “no es un establecimiento comercial sino de investigación, donde se valida tecnología y se realiza capacitación”.
“Igualmente, los animales que están ahí producen y esa producción también genera ingresos” para el SUL, señaló.
El dinero obtenido por la comercialización de la lana y de la carne de esos corderos forma parte de los recursos que maneja la institución, que tiene la misión de “promover el desarrollo sostenible del sector ovino, maximizando el resultado económico a través de la investigación, la transferencia de tecnología y la capacitación”, según consta en su sitio web.
En los primeros años de funcionamiento del SUL, casi el 90% de los ingresos provenían de la venta de lana. Hoy, eso se redujo a entre 65% y 70%.
Gambetta explicó que los corderos que integran el compartimento ovino son algo más de 2.000 y pertenecen a ese organismo, que compra los animales a los productores.
Lista para productores
Consultado sobre las posibilidades que tiene un productor ovejero para participar en esta iniciativa, Gambetta dijo que “una vez que esté abierto el mercado estadounidense, se abrirá asimismo una lista para el registro de productores interesados en conformar nuevos compartimentos en 2017”.
El único compartimento existente hasta ahora fue creado a partir de un acuerdo firmado en 2013 entre varias instituciones: el Instituto Nacional de Carnes (Inac), el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (Inia), el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) y el SUL.
El objetivo fue que el predio cumpla con una serie de normas de bioseguridad y que los animales que lo integran tengan una reconocida genética para producción de carne, que estén aislados de otras especies susceptibles de fiebre aftosa y que cuenten con trazabilidad individual, excelente sanidad y serología negativa a esa enfermedad. Además, esos ovinos tienen un manejo productivo con atención en normas de bienestar animal, con inocuidad y en ese compartimento se cuida la conservación de los recursos naturales del lugar.
La instalación de nuevos compartimentos dependerá de la demanda de los frigoríficos que operarán con el mercado estadounidense.
Gambetta advirtió que “hasta ahora una sola industria frigorífica manifestó su interés en ingresar con carne ovina con hueso a Estados Unidos y precisa en una primera etapa entre 12.000 y 15.000 corderos” para ese objetivo. Eso implica la necesidad de “crear tres o cuatro compartimentos más, con animales trazados, con caravanas, con estudios sanitarios”, entre otros requisitos, comentó.
El frigorífico San Jacinto es el que participa en ese emprendimiento y el mismo que inició las exportaciones de carne vacuna bajo la certificación Never Ever 3. Eso tiene que ver con el protocolo sanitario vigente para la exportación de carne vacuna a Estados Unidos proveniente de animales a los que nunca se les suministraron hormonas ni antibióticos durante su desarrollo.
En cuanto al impacto en el precio que recibe el productor que vende sus animales para ese negocio, el presidente del SUL dijo que el cordero debería valer entre U$S 0,20 y U$S 0,30 más que en el mercado local para cubrir los costos adicionales.
“Hoy, el precio de una carcasa de cordero es de U$S 3,30 por kilo, por lo que debería llegar a U$S 3,60 o U$S 3,70”, estimó.
Gambetta adelantó que está previsto establecer “algún tipo de diferenciación en cuanto al sistema de producción utilizado para el engorde de los corderos, que sea una especie de Never Ever 3 de los ovinos”.
El ingreso a Estados Unidos habilitará la posibilidad de conseguir para Uruguay la apertura de otros mercados, como México, Canadá y la Unión Europea, dijo Gambetta. Por eso, en el sector ovino hay expectativas favorables para el negocio en los próximos años.
Técnicos del SUL prevén que incluso este año se podría cortar la tendencia de caída del stock ovino, que acabaría en 6,7 millones de cabezas.
Pequeños productores
Otra de las estrategias del SUL consiste en obtener la mayor participación posible de productores en esos negocios.
Con ese objetivo, los próximos compartimentos se conformarán en campos del Instituto Nacional de Colonización (INC) para que “muchos pequeños productores colonos puedan enviar sus corderos a estos predios, y que algunos grupos de cooperativas puedan participar”, informó Gambetta.
El dirigente reconoció que “en el futuro es posible que algunas empresas quieran instalar sus propios compartimentos”.
“Eso va a suceder. Si el negocio es bueno, va a haber empresas que se van a dedicar a eso”, expresó. Agregó que esa posibilidad “no limita el ingreso de productores pequeños” a los compartimentos.
Según Gambetta, puede suceder que algunos frigoríficos pretendan instalar su compartimento, pero eso no significaría que ocurriera lo mismo que en la producción de carne vacuna terminada a granos en los corrales de engorde.
Ciertas plantas de faena instalaron sus propios predios para la producción intensiva de vacunos, específicamente para aprovechar la oportunidad de exportar carne bovina a la Unión Europea, dentro de un cupo libre del pago de aranceles conocido como “481”, por el número de la resolución comunitaria que estableció las características de esa cuota.
A diferencia de lo que sucede en la ganadería vacuna, la producción de corderos “es más rápida” porque “en menos de un año el cordero es faenado”, comparó el presidente del SUL. La producción de bovinos requiere un proceso más lento en las etapas de cría, recría, invernada y terminación, para luego enviar los animales al frigorífico.