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    Peligro y oportunidad: hemos cruzado los 1,5 ºC

    Nº 2264 - 15 al 21 de Febrero de 2024

    El comienzo de 2024 marcó que por 12 meses consecutivos la temperatura del planeta superó un nivel de anomalía de 1,5 ºC. En 2015 se firmaron los acuerdos de París para frenar el cambio climático, el objetivo era no pasar los 2 ºC, pero la recomendación era no cruzar la línea que se acaba de cruzar, prevista en aquel momento para 2032.

    Lo que los países firmaron y acordaron para evitar que el calentamiento de la Tierra no supere 1,5 ºC no modificó en nada el espiral ascendente de las emisiones de gases invernadero: dióxido de carbono, metano, óxido nitroso y fluorados siguen engrosando el techo de la atmósfera que atrapa calor que antes se iba al universo.

    Luego de un enero razonablemente fresco, en Uruguay hemos tenido en estos días de febrero una muestra del agobio que en Chile arrasó con bosques y vidas humanas. Estamos cerca de salvar el examen local de los incendios, pero en un año Niño hay zonas, especialmente en el sur y sureste del país, donde la sequía acecha. Ningún verano traerá paz para los productores uruguayos.

    Es como que un médico nos recomiende no cruzar los 38 de fiebre y vayamos a verlo con 39. Enero de 2024 ha vuelto a ser un mes récord de temperaturas desde que hay mediciones. Mientras, los incendios son la noticia de cada verano, es decir cada seis meses, cuando el verano toca en un hemisferio diferente.

    Los incendios de Chile han dejado más de 100 muertos. Otro tanto ha ocurrido con los de África, de los que ni nos enteramos, pero pueden verse por imágenes satelitales en internet si uno quiere entristecerse un poco más. En julio y agosto les tocará a europeos y asiáticos.

    “Se puede decir que seguro la época actual es más cálida que los últimos 2.000 o 2.500 años”, explicó a El País de Madrid Ernesto Tejedor, paleoclimatólogo del Museo Nacional de Ciencias Naturales de España.

    Según el servicio meteorológico europeo Copernicus, entre febrero de 2023 y enero de 2024 se registró una temperatura media 1,52 ºC superior a la del período 1850-1900, algo que los científicos llaman una “advertencia a la humanidad”. Una más y van…

    “Se trata de un aviso brutal sobre la urgencia de las medidas a tomar para limitar el cambio climático”, ha dicho Brian Hoskins, director del Instituto Grantham sobre el Cambio Climático del Imperial College de Londres.

    “Es una señal muy importante y desastrosa”, sostuvo Johan Rockström, un referente imprescindible para quien quiera conocer los límites planetarios, del Instituto Potsdam de investigación del impacto del clima: “Una alerta para decir a la humanidad que nos acercamos más rápido de lo previsto al límite de 1,5 ºC”.

    Uruguay evitó durante buena parte de esos 12 meses los calores, fue de las pocas zonas del mundo en las que la temperatura de primavera y verano solo estuvo un poco arriba de lo que se podría considerar normal. Pero en este febrero tuvimos un poco de la lógica de los nuevos tiempos. Una ola de calor instalada todavía al cierre de esta nota, que tiene a los agricultores que recibieron lluvias en el oeste festejando el gol en la hora, y a otros mirando todavía al cielo preocupados porque se jugaron a sembrar y esperaban que El Niño trajera agua suficiente para sus cultivos.

    Algunos productores –más en el exterior que en Uruguay– politizan el tema, intentan clasificarlo en izquierda o derecha, liberalismo o socialismo; otros imaginan oscuras conspiraciones y en las redes puede encontrarse todo tipo de teorías que buscan eludir lo evidente.

    Todo productor y trabajador rural debería saber algo simple: los veranos son y serán cada vez más peligrosos. El pasado puede considerarse el más caliente de nuestras vidas, pero también el más fresco del resto de nuestras vidas. Salvo excepciones, eso será así por décadas.

    Del otro lado del mundo, los agricultores españoles protestan porque también se están quedando sin agua en forma estructural, los alemanes porque les recortan los subsidios al gasoil y todos porque no quieren competir con los productos del sur, vengan de África o de América del Sur.

    Muchos de ellos no quieren entender las causas físicas y químicas del problema y compran teorías conspirativas mientras piden al Estado más subsidios, porque los que reciben no les alcanzan y precisan mucho papeleo. Allá ellos y su falta de competitividad luego de décadas de vivir cobijados por el dinero de los contribuyentes y murallas de aranceles.

    Para Uruguay el calentamiento global deberá ser parte de las políticas de Estado. El crecimiento económico de este año será cero, por el clima. ¿Solo por el cambio climático? Claro que no. Pero pretender que la brutal sequía, las inundaciones y las amenazas actuales no tienen nada que ver con el cambio climático es no entender la física y la química de lo que está pasando y pasará cada vez más.

    Y para colmo, la semana pasada los servicios meteorológicos estadounidenses anunciaron que hay una alta probabilidad de que las sequías vuelvan la próxima primavera por esta parte del mundo. Este año volveremos a crecer gracias a El Niño, pero La Niña ya acecha. Calor sin agua es crisis.

    La crisis climática ha demostrado que puede poner en riesgo el suministro de agua potable, las exportaciones, la vida rural. Fueron tres años de sequía, terminada el pasado agosto, y ahora sabemos que hay una probabilidad del 70% de que vuelva a ser Niña la próxima primavera. El clima no da respiro. Y solo será más caluroso e inestable.

    Para Uruguay es un tema crucial, tanto porque es una amenaza, pero también porque es una gran oportunidad. La economía uruguaya sigue muy ligada a la producción a cielo abierto, cada vez más vulnerable. Pero por acción o por omisión podemos ser de los países más equilibrados en nuestro balance de gases de efecto invernadero y de los más biodiversos en zonas donde producimos alimentos y fibras. Por lo menos hay tres líneas de acción que tienen que desplegarse: agua, sombra y mejoramiento de la biología de los suelos.

    Para la carne vacuna, el producto estrella por el que nos reconocen en el mundo, podemos lograr una diferenciación única. Tanto más porque en otros países de América Latina, como en Europa, son muchos los ganaderos que siguen sin entender el problema y dedican horas a escudriñar conspiraciones. Por lo tanto, harán poco por posicionarse como una carne ambientalmente excelente. Esa es nuestra carta ganadora si logramos medirlo.

    Las acciones a tomar son tan preventivas como útiles. Lo mismo que amortigua el efecto de veranos cada vez más abrasadores (manejar bien el agua, sumar árboles y sombra, cuidar los suelos y entenderlos como un gran ámbito de vida) es lo que lleva a producir más y mejor y a que en el mediano plazo premie a nuestros productos en el mundo.

    La competitividad en este siglo de calor bochornoso tendrá mucho que ver con minimizar emisiones de gases de efecto invernadero y optimizar capturas mientras se mejora la biodiversidad de los sistemas productivos. Mientras muchos ganaderos del mundo, incluso en la culta Europa, hablan de agendas conspirativas y de ricos malvados que traman perjudicarlos, nosotros podemos trabajar en ciencia y ganar competitividad. Y al mismo tiempo tener la alegría de hacer lo correcto, intentar, en la medida de lo posible, refrescar el planeta y empezar a limpiar la atmósfera, mientras le damos al mundo un producto premium.