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Los resultados de la encuesta de Cifra cuyo trabajo de campo se terminó el martes 15 cambian muy poco lo registrado en la encuesta inmediatamente anterior a las internas (fines de mayo). El 43% piensa votar al Frente Amplio, el 30% al Partido Nacional, el 16% al Partido Colorado, el 4% al Partido Independiente, y el 1% a Unidad Popular (Cuadro 1). Los otros partidos que se presentarán no llegan, sumados, al 0,5% de las intenciones de voto, y por eso no aparecen en el cuadro.
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El FA sigue igual, los blancos y colorados pierden dos puntos porcentuales cada uno, los independientes suben dos puntos, y ahora también aparece Unidad Popular con 1%. Todo ocurre “como si”, confirmadas las candidaturas, algunos votantes que preferían a otros candidatos dan un paso atrás; esto también explicaría buena parte del crecimiento del Partido Independiente y de Unidad Popular.
Por lo tanto: ni las internas, ni el resultado futbolístico uruguayo en el Mundial (terminó dos escalones más abajo que en Sudáfrica) parecen haber afectado significativamente las intenciones de voto.
Mirando atrás: un poco de perspectiva
La serie de resultados resumidos en el Cuadro 1 agrega algunos detalles a este panorama. La encuesta de febrero de este año puede ser descripta, según sus resultados, como “la última encuesta de 2013” (aunque la encuesta se hizo efectivamente en febrero de 2014). La encuesta de marzo de este año, en cambio, ya no es “de 2013”. Se parece bastante más a las tres encuestas siguientes, dos de ellas realizadas antes de las internas (en abril y mayo), y la más reciente, después de las internas (la encuesta que se presenta aquí, realizada durante la primera quincena de julio).
Las encuestas “de 2013”, incluyendo la de febrero de este año, muestran un mundo de dos mitades políticas muy similares: en ese mundo el FA pesa tanto como todos los demás partidos sumados, o un poco más. A partir de marzo de 2014 (pero excluyendo febrero), las encuestas muestran un “mundo 2014” que sigue teniendo dos mitades relativamente similares, pero ahora el FA es claramente más chico, en términos electorales, que la otra mitad. La diferencia oscila entre 5 y 9 puntos porcentuales, pero nunca es menor que 5 (en julio es 8 pp.).
Por lo tanto, el acontecimiento o proceso que pueda explicar las diferencias entre estos dos mundos políticos (los de “2013” y “2014”, salvo por febrero de 2014) necesariamente ocurrió, o cristalizó, o se hizo visible, entre febrero y marzo de 2014. Hay tal vez solo un aspirante serio (y muy evidente) a esa posición: la campaña preinternas se volvió realmente intensa en esas fechas. Si esto es correcto, lo que diferencia el mundo de 2014 del mundo de 2013 puede reducirse a lo siguiente: en primer lugar, el electorado recibió con más interés la oferta de las oposiciones que la del oficialismo. En segundo lugar, el impacto de esa diferencia sigue vigente, claramente, un mes y medio después de las internas. En julio el FA es la mitad más pequeña por una diferencia de 8 pp; en marzo y abril la diferencia era, respectivamente, de 5 y 6 pp.
Las consecuencias de los cambios
El mundo “de 2013” se parece mucho al mundo político de 2008-09, que llevó a Mujica a la Presidencia y logró mantener la mayoría parlamentaria que el FA tenía desde 2005. El mundo “de 2014”, en cambio, es un mundo diferente. Con resultados electorales aproximadamente semejantes a los registrados por las encuestas de Cifra a partir de marzo inclusive, el FA no tiene mayoría parlamentaria propia (nadie la tiene), la Presidencia se decide necesariamente en segunda vuelta, en noviembre, y el ganador de esa segunda vuelta probablemente se decidirá en los cien días que restan hasta las elecciones de octubre (si las cosas resultaran muy parejas, la campaña durante noviembre podría hacer la diferencia).
En el mundo “de 2014” se observa, en todas sus encuestas, que el FA ya no es el que más retiene a sus antiguos votantes; antes, a partir de 1989, el FA siempre retuvo mejor que sus competidores (Cuadro 2). Ahora el Partido Nacional retiene más (en términos relativos) que el FA. Si se consideran las dos mitades en sentido estricto (el FA por un lado; blancos y colorados por otro), entonces el FA retiene bastante menos, en términos absolutos y relativos, que la suma de blancos y colorados. El FA pierde 14 puntos porcentuales (10 a los blancos, 4 a los colorados), y esos 14 puntos son mucho más que la suma de los 6 puntos blancos y 5 colorados que gana el FA. El FA apenas logra empatar (pero ya no ganar con luz, como antes) entre los nuevos votantes.
Hace ya dos meses, en este mismo lugar, se sostuvo: “Todos estos resultados sugieren que el humor del electorado estaría cambiando. Ya sea porque ven con mejores ojos a la oposición, o porque evalúan más críticamente al oficialismo (su gestión de gobierno, su campaña electoral preinternas), o por ambas cosas, por ahora los votantes se están alejando del oficialismo, aunque lenta y gradualmente (…) esta conclusión no registra en realidad algo nuevo, sino más bien una acentuación de las tendencias de mediano plazo. El FA obtuvo su mejor votación nacional en 2004; en 2009 no logró mantener esa votación. Pero la pérdida era modesta, y en parte por esa razón pasó casi inadvertida. En parte, también, porque aunque en 2009 fue necesario un balotaje (a diferencia de 2004), la victoria de Mujica en noviembre fue muy clara. Y también, o quizá principalmente, porque el FA había logrado retener su mayoría parlamentaria propia”.
Dos meses después, la configuración del “mundo de 2014” ratifica y amplía esas conclusiones preliminares, incluso en el detalle de las cifras. En el mismo lugar ya citado se comparaban las primeras encuestas de 2009 y 2014, preinternas, con estas conclusiones: “Las diferencias entre 2009 y 2014 son, efectivamente, pequeñas. Son cuantitativamente pequeñas. Pero: cuando se trata de diferencias entre dos ‘mitades’, entonces cambios relativamente pequeños pueden tener consecuencias políticamente muy significativas (…) las cifras de 2009 oscilan, pero las de 2014 muestran una tendencia a acentuarse: las cifras evolucionan consistentemente en una misma dirección (‘achicando’ la mitad oficialista). En tercer lugar, finalmente: el promedio de las diferencias para las tres encuestas de 2009 es -2. El correspondiente promedio para 2014 es -3,6, casi el doble. Todo esto sugiere que los resultados de las últimas encuestas están reflejando cambios genuinos en el humor político del electorado”.
Nuevamente, la comparación de tres encuestas “2014” (sin considerar la de mayo, la más negativa para el FA) ratifica y profundiza esas conclusiones (Cuadro 3). El promedio de las diferencias entre el FA y la suma de los demás en abril, mayo y julio de 2009 era (redondeando) -2 puntos porcentuales. El promedio de las encuestas comparables de 2014 (marzo, abril y julio) es -6 puntos porcentuales (con exactamente el mismo redondeo). A cien días de las elecciones, Vázquez enfrenta una cancha mucho más difícil que la de Mujica cinco años atrás.
La Presidencia
Dando por buenos los últimos números de julio hay cierta ventaja a favor de Vázquez, porque según ellos en octubre Vázquez debería votar arriba de 45%, tal vez 46 o 47%, y allí está tan cerca de la mitad más uno que lo más probable sería que en noviembre sume los votos que le faltan (la poca evidencia histórica disponible, de 1999 y 2009, juega a favor de este argumento). Esto es cierto, pero solo si se miran los últimos números. Si se observan los dos “mundos”, 2013 y 2014, resulta claro que la tendencia no es favorable al FA, y que la oferta preinternas del FA de alguna manera contribuyó decisivamente a este “viento en contra”. Los dos argumentos apuntan en direcciones diferentes; imposible saber de antemano cuál prevalecerá.
En definitiva: el discurso del FA (y de Vázquez) podría cambiar; debería ser posible volver al mundo de 2013. Aun sin considerar siquiera que “los otros también juegan”, esto supone que el problema es “tratable”, dicho en términos médicos, y que la campaña del FA acierta en el diagnóstico y en el tratamiento. Esto, en principio, es perfectamente posible, pero no sabemos si ocurrirá o no. Por eso, resumiendo: la Presidencia probablemente se decidirá en los próximos cien días.