• Cotizaciones
    viernes 20 de septiembre de 2024

    ¡Hola !

    En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
    $ Al año*
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
    * Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

    ¡Hola !

    En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
    $ por 3 meses*
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
    * A partir del cuarto mes por al mes. Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
    stopper description + stopper description

    Tu aporte contribuye a la Búsqueda de la verdad

    Suscribite ahora y obtené acceso ilimitado a los contenidos de Búsqueda y Galería.

    Suscribite a Búsqueda
    DESDE

    UYU

    299

    /mes*

    * Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

    ¡Hola !

    El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá

    Precios, costos, cambios tecnológicos y problemas sanitarios trastocaron el patrón de la agricultura

    La soja fue un cultivo casi inexistente durante gran parte del siglo pasado y hoy es la estrella de la agricultura uruguaya, con pronósticos de siembra de 1,2 millones de hectáreas para la zafra que se avecina. Lo opuesto ocurrió con el lino, que casi desapareció. Son dos ejemplos del cambio en el patrón agrícola uruguayo

    En determinadas épocas del año hay hectáreas y hectáreas de campos que no son verdes. Son del color dorado que en un momento de su desarrollo adquiere la soja.

    El paisaje rural en Uruguay cambió en los últimos años y ese cultivo se transformó en la vede­tte, en parte por el arribo de inversiones de grupos extranjeros que trajeron nuevas técnicas productivas y de gestión. Todo esto resulta una novedad si se mira hacia el pasado no tan reciente.

    La mayor demanda de granos verificada desde fines de la década pasada, ya sea para alimentar poblaciones de mayor ingreso (como la de China o India) o para producir biocombustibles, tensionó la agricultura mundial. Eso derivó en una valorización de estos alimentos, que se ha mantenido relativamente hasta hoy.

    “El aspecto de los precios indudablemente incide. Si la soja valiera U$S 250 la tonelada no habría un millón de hectáreas plantadas. No hay vuelta”, comentó a Búsqueda Camilo Saavedra, quien está a cargo del Departamento de Encuestas y Métodos Estadísticos de la Dirección de Estadísticas Agropecuarias (DIEA) del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP).

    Este ingeniero agrónomo hurgó en las cifras para historiar sobre la agricultura uruguaya durante el siglo que transcurrió entre 1908 y 2010. Tomando períodos de cinco años móviles, analizó el patrón de cultivos sumando en cada caso áreas y producción de los cultivos de invierno y de verano.

    A pesar del boom reciente, el promedio del quinquenio que se cerró en 2010 no llegó a 1,2 millones de hectáreas dedicadas a dichos cultivos, una superficie que a lo largo del siglo analizado fue superada en ocho zafras consecutivas (entre 1951 y 1958). El récord fueron los 1,6 millones de hectáreas destinadas a la agricultura en 1957, según la serie elaborada por Saavedra.

    Por diversas razones, algunas encuestas de los años agrícolas 2011/2012 no se han difundido aún y se están por publicar por estos días otras correspondientes al ciclo 2012/2013. Ello impide extender el período de análisis. De todos modos, el funcionario estimó que no hubo cambios significativos en términos de área y de participación de los distintos cultivos desde 2010.

    Históricamente, las plantaciones de invierno predominaron sobre las de verano, pero entre estas últimas la soja tuvo un cambio notorio.

    Sin embargo, esta oleaginosa que en la última zafra desbordó en los campos en Uruguay y llenó muchos buques cargueros, es relativamente reciente en el país. Apareció en 1980 (hace poco más de tres décadas, con 40.400 hectáreas) y llegó a desaparecer de las estadísticas oficiales en algunos años de esa década y de la siguiente. Volvió a haber registros del cultivo en 1999, con 9.000 hectáreas.

    Hoy la tonelada de soja supera los U$S 500 y poco tiempo atrás llegó incluso a valer mucho más. Esa cotización es elevada en una perspectiva histórica.

    La nueva zafra de este grano, que se iniciará a la brevedad, será sobre la base de una siembra cercana a los 1,2 millones de hectáreas, según analistas del sector consultados por Búsqueda. Eso porque “continúa siendo el cultivo más rentable y porque todavía no se ven los efectos de eventuales restricciones que impodrán los planes de uso y manejo de suelos, ya que mucha área se declara arrancando con soja”, señalaron.

    La “necesidad imperiosa, que la historia demuestra, de aumentar los rendimientos unitarios y de escala”, también determinó cambios en quiénes son los agricultores, sostuvo Saavedra.

    Eso ocurre con la soja, pero también con otros cultivos. “Antes teníamos como 300.000 hectáreas de maíz y la producción estaba en manos de pequeños productores, muchos en Canelones, que usaban tecnologías que actualmente son muy antiguas. Hoy hay muchos menos productores, con mayores rendimientos y plantando en otras zonas”, comentó.

    El lino pasó del boom al olvido

    Otros rubros agrícolas que habían sido importantes a comienzos de 1900, hoy casi no son plantados. Es el caso del lino.

    Comenzó plantándose unas 30.000 hectáreas por año, pero su área se expandió en los años siguientes y tuvo su pico en 1948 (250.500 hectáreas). Después sobrevino una caída hasta prácticamente desaparecer de los registros oficiales desde comienzos de los años 90 del siglo XX.

    ¿Qué llevó a los agricultores a dejar de sembrar lino, después de haber sido por años el segundo rubro en importancia entre los cultivos de invierno? Según Saavedra, el aceite de lino se destinaba a fabricar pinturas y, junto con un cambio tecnológico en esa industria, llegó el uso de otros insumos.

    Estudios censales revelaron que en años recientes quienes se dedicaban a sembrar lino podían contarse con los dedos de una mano o, virtualmente, desaparecieron.

    El girasol corrió una suerte similar, aunque sus estadísticas son más erráticas. Este cultivo figuró por primera vez en 1936, con siembras inferiores a 5.000 hectáreas. El área se incrementó hasta 1958 (ese año se destinaron casi 259.000 hectáreas a esta oleaginosa), pero luego declinó hasta estabilizarse en torno a las 60.000 hectáreas a comienzos de los 80. Después vinieron altibajos, con cuatro zafras con superficies mayores a las 100.000 hectáreas (entre 2002 y 2005) y una caída hasta las 10.000, en 2010.

    La disminución del área sembrada se produjo “claramente por un problema sanitario, que en un año provocó una devastación enorme”, relató Saavedra. Al año siguiente se plantó mucho menos girasol, que fue atacado por los pájaros, y el cultivo “se vino a pique violentamente”, agregó.

    Sólo el trigo, la cebada cervecera y el maíz han sido cultivados de manera permanente a lo largo de todo el siglo estudiado.

    Conforme con la investigación del encargado de encuestas y métodos estadísticos de la DIEA, el trigo empezó el período con siembras cercanas a las 300.000 hectáreas por año, superó las 500.000 a fines de la década de los 40 y alcanzó niveles máximos (de casi 800.000 hectáreas) en cuatro zafras consecutivas: 1954 a 1957.

    La tendencia fue a una pérdida de importancia relativa como cultivo entre los años 60 y 80 (rondó entre 150.000 y 300.000 hectáreas). Desde 2008 se dieron niveles de siembra mayores.

    El costo parece ser un aspecto determinante en las decisiones de los agricultores acerca del trigo. Plantan “los que están muy seguros” o dan la “talla” para cubrir los gastos asociados a esta producción, señaló Saavedra.

    En el caso de la cebada, los inicios fueron con superficies de entre 1.000 a 5.000 hectáreas anuales y creció gradual pero continuamente hasta mediados del siglo XX. El pico ocurrió en 1997: 146.100 hectáreas. En las zafras recientes las hectáreas dedicadas a la cebada rondaron las 120.000.

    Según Saavedra, las siembras en este caso tienen los altibajos característicos de un cultivo contratado por la industria cervecera.

    La evolución del área dedicada al maíz fue la siguiente: estuvo en torno a las 200.000 hectáreas por año entre 1908 y mediados del siglo pasado. Luego se dio un aumento, que se cortó después de haber alcanzado máximos de 300.000 hectáreas en 1956, 1957 y 1958. La caída de la superficie fue sistemática y en 1982 quedó por debajo de las 100.000 hectáreas. Desde entonces no llegó a superar ese nivel.

    El año pasado se plantaron 124.000 hectáreas y analistas pronostican que en la nueva zafra el área será más reducida, en parte porque las expectativas de precios son “sensiblemente peores”.

    Algo parecido prevén para el sorgo, para el cual, según esos expertos, se destinarán unas 60.000 hectáreas: aproximadamente 10.000 menos que en la anterior zafra.