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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEn una reciente participación del futuro candidato a presidente por el Frente Amplio en un acto partidario, entre otros dichos auguró que en un nuevo período en el gobierno, de ganar su partido, se debía esperar un aporte mayor de los que más tienen, a través del incremento de las actuales escalas de aportación o de nuevos impuestos, con el fin de seguir en el camino hacia una sociedad más justa y un mejor reparto de la riqueza.
En realidad lo que quiso decir es que se incrementarán los impuestos a los que más ganan, no precisamente a los que más tienen. Esto es así por una cuestión práctica, gravar la riqueza no es fácil en un mundo hiperconectado, si la presión tributaria supera los parámetros internacionales, los capitales emigran y se restringen las inversiones. Es por esto que lo más fácil y viable es focalizar los impuestos hacia los ingresos, los que mayormente se obtienen en relación de dependencia y en menor parte en forma independiente. Lograr percibir retribuciones mensuales de seis cifras no es fácil; para acceder a este nivel de ingresos se debe tener una calificación especial, estar constantemente actualizándose y trabajar en medios altamente competitivos.
Por supuesto que el precio para acceder a estos sueldos se paga con mayor dedicación horaria (full-time en la mayoría de los casos), trabajar los fines de semana, restar horas al esparcimiento y menor dedicación a la familia, etc., etc. En resumen, el Estado para obtener fondos para aplicarlos a políticas sociales debe gravar los ingresos personales, sin importar mayormente la justicia de este mecanismo y creando el preconcepto de que los que más ganan tienen la obligación de hacerlo para ellos, su familia y para la parte de la sociedad que por distintos motivos no accede al mercado de trabajo. Por lo tanto, podemos inferir que la premisa es tender a la distribución equitativa de la riqueza (en realidad de los ingresos), sin intervenir en la generación de la misma; siempre habrá personas que por su forma de ser querrán progresar, estudiar, arriesgar, competir y en general superarse en forma constante (ya lo dijo Maquiavelo) y estos serán los encargados de proveer los recursos para todos.
La trilogía del reparto equitativo está compuesta por la riqueza, la vivienda y la educación. Para la primera se grava a los ingresos (sueldos y honorarios), para la segunda se implementan planes de vivienda social con importantes beneficios fiscales, el otorgamiento de créditos y subsidios, lo que sin duda busca con justicia dar acceso a la vivienda a todos. Ahora bien, en la distribución de la educación nos encontramos con una increíble paradoja, digna de haber sido analizada por el recordado Profesor Paradójico, interpretado por el desaparecido Horacio Buscaglia. ¿Quiénes son los poseedores del conocimiento en nuestro país? ¿Los oligarcas de Carrasco y Punta del Este, las patronales insensibles, las multinacionales, los terratenientes? La respuesta es “no”: los que tienen en su poder el conocimiento, intelectual, técnico, universitario, etc., son los maestros y profesores que en casi el 100% integran los distintos institutos de la Educación Pública.
O sea que el dinero que genera una parte de la sociedad debe ser repartido en forma equitativa, todos debemos aportar para los planes de vivienda, pero (oh, paradoja) los que tienen el conocimiento y manejan la educación no están dispuestos a repartirlo, mas aún se resisten y resistirán a todo intento de mejorar el sistema de distribución de la educación. Me pregunto si los trabajadores, en forma especial la Central Sindical, somos conscientes que a nuestros hijos se los priva de acceder al conocimiento, a una buena educación, ya que los que la poseen no tienen intención de “repartirla en forma equitativa”. En resumen, todos los trabajadores, a través de nuestros respectivos sindicatos, somos los únicos que podemos revertir esta situación, exigiendo que se priorice el proceso educativo sin que sea utilizado como una forma de reclamo y ejercicio del poder. Debemos salvar a generaciones de la mediocridad y la segura condena al analfabetismo funcional. Ya hay varias decenas de miles de jóvenes condenados, paremos de una vez por todas esta injusticia.
Daniel Báez
CI 1.465.895-4