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La programación artística de la Feria de Artes Escénicas de Treinta y Tres fue reducida pero de buena calidad: un concierto de la Sinfónica del Sodre, una obra de Martín Inthamoussu a cargo de alumnos de la Escuela Nacional de Danza del Sodre y un estreno absoluto para el país: el unipersonal Solo una actriz de teatro, protagonizado por Estela Medina, sobre la vida y la obra de Margarita Xirgu, con dirección de Levón y texto de Gabriel Calderón, representado en el Teatro Municipal el viernes 24, dos semanas después de su estreno en el País Vasco y poco antes de su llegada a Montevideo, que será entre el lunes 10 y el jueves 20 de abril en la Sala Balzo. La veterana actriz, alumna directa de la célebre catalana y figura de la Comedia Nacional durante casi 60 años, con 12 premios Florencio, encarna a una asistente de escena de una emblemática intérprete, a quien ella llama “la Medina”. La mujer sale a escena a explicarle al público que la gran intérprete no podrá actuar esa noche, y que ella intentará contar “de qué iba” la obra que el público no pudo ver.
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Durante una hora y media, Medina es la asistente, por momentos es la Xirgu y también es “la Medina”. Así fluyen datos y recuerdos compilados por Calderón a partir de una investigación que incluyó a los propios Levón y Medina, además de múltiples fuentes históricas.
El despliegue de esta mujer que en febrero pasado cumplió 85 años, es sencillamente asombroso. Va, viene, gesticula, se sienta, se para, camina, da vueltas y hasta se da el lujo de permanecer varios minutos agazapada en cuclillas. El texto combina parlamentos aparentemente banales con recuerdos y anécdotas, además de numerosos pasajes de los grandes hitos en la carrera de ambas (Xirgu y Medina), como el monólogo final del “cuchillito”, de Bodas de sangre, obra en la que Medina hizo los tres papeles: la Niña en sus inicios, la Novia en su esplendor y la Madre en su recordada despedida.
La obra funciona como un doble tributo a ambas mujeres, con el tono certero impreso por la dirección de Levón, que evita lo más posible la marmórea declamación para transitar por caminos discursivos más coloquiales, triviales, en un estilo naturalista que Medina demuestra dominar a la perfección. Quienes vayan a ver a “la Medina” en la Balzo, se enfrentarán a una clase de actuación cien por ciento contemporánea, con todo el atractivo de una propuesta novedosa que evita el descanso autocomplaciente en un cómodo colchón de laureles.