En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
¡Hola !
En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
¡Hola !
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
La noticia llegó desde Suiza el viernes 9, temprano en la mañana. Primero fue el desconcierto, después apareció la tristeza que acompañó un día gris, frío y lluvioso. En la ciudad suiza de Lugano había muerto, a los 53 años, Claudio Taddei, a causa del cáncer que padecía desde 2002. Un año atrás había estado en Montevideo donde ofreció un recital en la Peatonal Sarandí y otro en la Criolla del Prado. En todas sus presentaciones había demostrado un despliegue de energía contagioso. Esa es la última imagen que recordarán muchos de sus amigos y seguidores: su energía, su creatividad y su sonrisa.
, regenerado3
¡Registrate gratis o inicia sesión!
Accedé a una selección de artículos gratuitos, alertas de noticias y boletines exclusivos de Búsqueda y Galería.
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
“Este botija tiene el mismo registro que yo tenía a su edad”, le comentó un día Alfredo Zitarrosa a un miembro del jurado del Festival de La Paz. Era 1984 y “ese botija” era Taddei, quien había ganado en la categoría solista, y realmente cantaba como Zitarrosa porque en esa época trataba de imitarlo. Después vinieron otros maestros y el descubrimiento de todo lo que podía hacer con su voz potente hasta llegar a los tonos más altos. Contaba que seguía a los italianos Celentano, Edoardo Bennato, Luis Matto o Lucio Dalla, y también a Ruben Rada.
Taddei nació en Minas en 1966 y vivió en Montevideo hasta los tres años. Luego su familia se trasladó a Lugano, ciudad de su abuelo José, que era escultor y había llegado a comienzos del siglo XX a Montevideo a trabajar en el Palacio Legislativo. En la niñez y en su familia recibió sus dos vertientes artísticas: de su madre, que era una cantante amateur, heredó el amor por la música, y de su padre, que era artista plástico y carpintero, el amor por la pintura. Cuando la familia regresó a Uruguay en los años 80 estudió en Bellas Artes y también con Anhelo Hernández, con Javier Alonso y con Raúl Rial en la UTU.
En su proyecto Intuitivo, de 2013, profundizó en la fusión de música y pintura que venía trabajando desde años atrás. Taddei le sacaba ritmos al lienzo y a los pinceles, tanto como a la guitarra y a su voz, porque armonizaba sonidos y voces en tiempo real. “Lo que hago en vivo es una pintura del presente y única. Aunque quisiera repetir lo mismo no podría, porque cambia la madera, la tela, la humedad. Nunca un lienzo suena igual a otro”, comentó en entrevista con Búsqueda en abril de 2018.
En Suiza, la casa familiar se llenó de ritmos latinoamericanos. Eran los sonidos del exilio, que años después Taddei iba a incorporar en sus composiciones en las que conviven zambas, milongas y joropos con el rock y el funky. Camaron Bombay se llamó su primera banda funky de 1987, y su primer disco como solista fue La iguana en el jardín (1995), que el propio Taddei definió como “rupturista”. En ese disco Rada fue un invitado especial. Juntos grabaron Why did you do it?
Después siguieron Cebras, nácar y rubí (1997) y La perversa estupidez de los espantapájaros perdidos (2000), donde aparece Dormite tranquilo, una de sus canciones más conocidas y de las más recordadas en estos días. Dormite tranquilo que yo cargo mi dolor, dice en una de sus estrofas, y la relación con su enfermedad es inevitable. “La escribí para mi hijo Romeo, antes de enfermarme, pero yo ya sentía que no estaba bien. Para mí ese disco tiene que ver con que mi cuerpo estaba cambiando. Ahora me doy cuenta de que yo me fui inventando la enfermedad. Parece tan fácil decirlo así, pero no es nada fácil”, explicó en la entrevista.
La enfermedad llegó en 2002. Fue un cáncer que implicó varias operaciones en la pierna, años de tratamiento y el apoyo en un bastón. Durante todo ese tiempo siguió componiendo y creando. Se sucedieron los álbumes Para el Sur el Norte está lejos (2003), Puerto Mestizo (2007), Intuitivo (2013) y Natural (2018), además de varios espectáculos, como el de 2011 en el Teatro Solís, cuando entró por uno de sus costados cantando Recordándote, de Zitarrosa, y continuó con canciones, pinturas en el escenario y sonidos robados al lienzo.
Una imagen: Es 2012 en Lugano, hay un festival de jazz y Taddei está cantando Estoy contento nena con su guitarra colorida, como todas, porque él mismo las pintaba. La banda que lo acompaña es tan potente como su voz. Taddei hace chistes, posa, salta, y de su boca salen todo tipo de sonidos. Cuando invita al escenario a su hermana Rossana (otra voz privilegiada), la canción se salpica de italiano. El público delira.
Otra imagen: Taddei camina por la carretera con su aire bohemio de melena cana y su paso irregular, apenas apoyado en el bastón. De fondo suena la canción De yorugua, que habla de él y de la travesía de su familia: Extraño a mi gente cuando voy / y también cuando vuelvo. Es la presentación de Cuerdas y vientos, el programa dirigido por Gustavo Arnoletti que se emitió en TNU, en 2013.
Taddei recorrió el interior del país al encuentro de los diferentes ritmos, estilos e influencias musicales, y de sus compositores. Así viajó desde El Pinar, donde habló con Omar Zapa, hasta Melo, donde se reunió con Jorge Burgos; de Mercedes con Mónico Aguilera a Paysandú con Miguel Palomeque; de Rivera con Chito y Yoni de Mello a Tacuarembó con Pirulo Martínez y sus acordeones. Hay que detenerse en el capítulo de Treinta y Tres y en la canción De no olvidar, que Lucio Muniz canta junto a Taddei. Así, de no olvidar, fue ese programa y todo este ciclo televisivo.
Le interesaba estudiar sobre el desdoblamiento del tiempo y el desdoblamiento del cuerpo, coleccionaba piedras y siempre tenía alguna en su bolsillo, igual que una bolsa chamana que colgaba de su cuello.
Su último disco, Natural, grabado con músicos suizos, norteamericanos y uruguayos, tiene canciones que hablan de un mundo espiritual, como Conservá tu luz, que canta con su hija Dana. La primera canción, Yo te quiero decir, repite en su estribillo qué lástima me da. Y desde el viernes 9, es un estribillo que no deja de sonar.